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Primer Imperio francés

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Imperio francés
Empire français
Imperio
1804-1814
1815




Himno: Chant du départ[2]
(francés: ‘Canción de la partida’)

noicon

El Imperio en pleno apogeo, comenzado el año 1812:
     Administrado directamente     Estados clientes

El Imperio y su dominio colonial en 1812:
     Francia y sus colonias     Estados ocupados y sus colonias
Coordenadas 48°51′44″N 2°19′57″E / 48.862222222222, 2.3325
Capital París
Entidad Imperio
Idioma oficial Francés
Superficie  
 • Total 2 100 000 km² Ver y modificar los datos en Wikidata
Población (1812)  
 • Total 44 000 000 hab.
 • Densidad 20,95 hab/km²
Superficie hist.  
 • 1812 2 500 000 km²
Población hist.  
 • 1812 est. 96 472 000 hab.
Moneda Franco, Napoleón
Período histórico Guerras Napoleónicas
Edad Contemporánea
 • 18 de marzo
de 1804
Proclamación
 • 11 de abril
de 1814
Abdicación de Napoleón
(T. Fontainebleau)
 • 20 de marzo
de 1815
Regreso de Napoleón
(Cien Días)
 • 22 de junio
de 1815
Abdicación final tras la Batalla de Waterloo
 • 7 de julio
de 1814
1815
Caída de París[1]
Forma de gobierno Monarquía constitucional bajo un sistema Personalista y Cesarista
Emperador de los franceses
• 1804-1814, 1815
• 1815


Napoleón I
Napoleón II
Legislatura Parlamento
 • Cámara alta Senado
 • Cámara baja Cuerpo Legislativo
Precedido por
Sucedido por
Primera República Francesa
Restauración borbónica en Francia
Reino de Holanda
Reformismo borbónico
Reino de Cerdeña
Reino de Etruria
Estados Pontificios
Imperio austríaco
República de Ragusa
República de Valais
Restauración borbónica en Francia
Soberano Principado de los Países Bajos Unidos
Primera restauración borbónica en España
Reino de Cerdeña
Estados Pontificios
Imperio austríaco

El primer Imperio francés,[n. 1]​ también conocido como el Imperio napoleónico o la Francia napoleónica, fue el gobierno monárquico establecido por Napoleón Bonaparte tras la disolución de la Primera República Francesa en 1804.[3]​ En su máximo apogeo, el Imperio comprendió la mayor parte de Europa Occidental y Central, además de poseer numerosos dominios coloniales y estados clientelares. El régimen duró desde el 18 de mayo de 1804 —proclamación de Napoleón como Emperador— hasta el 7 de julio de 1815, día de la entrada de las fuerzas del rey Luis XVIII a París.

La presencia de Napoleón Bonaparte, un militar temido y que encarnaba los ideales revolucionarios, despertó el miedo de las monarquías absolutistas que, temiendo la expansión de las ideas de la revolución francesa y auspiciadas por el Reino Unido, no cesaron en hacerle la guerra a Francia. Sin embargo, se toparon con una serie de derrotas humillantes a manos del emperador. Para el año 1812, Napoleón ya controlaba toda Europa occidental y central, con la excepción de la Gran Bretaña y Portugal. Con sus conquistas, varios gobiernos absolutistas fueron extintos y las ideas de la revolución francesa se diseminaron por Europa.

Napoleón acariciaba el deseo de transformar a Francia en una potencia hegemónica, y se esforzó en lograrlo haciendo gala de un genio militar y una capacidad de liderazgo innatos. Mantuvo un gobierno constitucional, que reservaba un inmenso poder político a la figura del emperador, inspirado en su popularidad y su estrecha relación con el ejército. Aun así, el imperio fue fundado y gobernado en las bases de la revolución francesa: Napoleón fue elegido soberano mediante un plebiscito, estableciendo un estado continental y centralizado muy comparable al antiguo Imperio romano. Su régimen finalizó luego de consecuentes derrotas militares, tras verse obligado a enfrentar a casi toda Europa en conjunto. Sin embargo, la influencia de la Francia napoleónica perduró más allá de su existencia, en las décadas siguientes estallarían por todo el continente una serie de revoluciones populares que pondrían fin definitivo al despotismo.

En el plano interno, Napoleón consiguió restablecer la estabilidad política de Francia y creó una infraestructura capaz de impulsar los negocios de la burguesía francesa; bajo su gobierno, Francia alcanzaría su máximo esplendor. Puso fin al ancestral feudalismo de la monarquía y creó una nobleza del mérito comprendida por aquellos considerados competentes y dignos de tal posición. Impulsó el liberalismo económico, las construcciones, la educación, las artes y las leyes, siendo sus famosos código civil y código de comercio (el conjunto de las normas del derecho civil y del derecho mercantil franc�s un solo texto legal) uno de sus mayores legados a la humanidad, pues inspira hoy en d�a a casi la mitad de los ordenamientos jur�dicos del mundo.

El camino al imperio

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Inicios y primeras campa�as de Napole�n Bonaparte

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Napole�n Bonaparte naci� en Ajaccio, C�rcega, en 1769, un a�o despu�s de que la isla de C�rcega pasara a dominio de Francia. Estudi� en la Academia Militar Francesa y conseguir�a proyectar su genio militar solo despu�s de la Revoluci�n francesa (1789). Napole�n fue promovido a general con tan solo 24 a�os de edad tras el sitio de Tol�n en 1793. En el a�o 1795, y a los 26 a�os de edad, comand� el ej�rcito franc�s que conquist� parte de la pen�nsula it�lica (Campa�a de Italia) y de Egipto (Campa�a de Egipto) entre los a�os 1796 y 1797.[4]

Golpe de Estado de Napole�n Bonaparte: El 18 de Brumario

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Hab�an pasado diez a�os del inicio de la Revoluci�n francesa, pero Francia segu�a sin conseguir la estabilidad pol�tica, econ�mica y social deseada. Por una parte, el orden era perturbado por las presiones populares, que exig�an medidas capaces de acabar con la pobreza y la miseria en que viv�a gran parte de la poblaci�n del campo y de las ciudades. Por la otra, la burgues�a, clase social que hab�a liderado la Revoluci�n francesa, ve�a sus negocios sucumbir en funci�n de las constantes crisis econ�micas y pol�ticas. Para completar el escenario, varios pa�ses europeos conspiraban y combat�an para poner fin al r�gimen revolucionario en Francia. En medio de ese caos, sobresale victorioso en el campo de batalla un joven general llamado Napole�n Bonaparte.

Con el respeto y la fama adquiridos en el campo de batalla, en aquel momento Napole�n Bonaparte representaba la alternativa pol�tica ideal para solucionar los problemas de los franceses. Era visto como h�roe por la poblaci�n y considerado un l�der por la burgues�a. Respaldado por su gran popularidad, comand� el 9 de noviembre de 1799 (18 de brumario del a�o VIII, seg�n el calendario republicano franc�s) un golpe de Estado contra el gobierno del Directorio conocido como el "Golpe de Estado del 18 de brumario".[5]

Instauraci�n del Consulado: Napole�n Bonaparte "Primer C�nsul"

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Dos meses despu�s Napole�n Bonaparte asumir�a el poder, entrando en vigor una nueva constituci�n y creando el Consulado, �rgano que sustituy� al Directorio en el gobierno de Francia. Estaba constituido por tres c�nsules, de los cuales Napole�n se convirti� en el "Primer C�nsul" y virtual dictador de Francia. Apoyado por gran parte de la poblaci�n francesa, fue investido de amplios poderes. Napole�n procur� restablecer el orden interno, reorganizar la administraci�n p�blica y reducir la inflaci�n. Con eso, la econom�a volver�a a crecer. Normalizar tambi�n las relaciones con la Iglesia era otro objetivo, rotas desde el a�o 1790. Otra medida importante de su gobierno fue la creaci�n del C�digo Civil de Francia, conocido mundialmente como el C�digo de Napole�n o Napole�nico, el mismo reun�a principios del Derecho Romano, de �rdenes reales y de la legislaci�n civil y penal vigente durante la Revoluci�n francesa.

Inicio del Primer Imperio

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Napole�n I

En el plano externo, Napole�n Bonaparte consigui� restablecer la paz por medio de victorias militares y de negociaciones diplom�ticas, neutralizando a los adversarios de Francia. En este �mbito, uno de los aspectos m�s destacados del gobierno fue el acuerdo de paz firmado en 1802 con el Reino Unido, que pon�a fin a a�os de conflicto, lo que aumentar�a m�s su prestigio. En 1804, Napole�n (que dos a�os antes se hab�a convertido en c�nsul vitalicio) fue autorizado, por medio de un plebiscito, a asumir el t�tulo de Emperador de los franceses. Las principales reformas de Napole�n fueron:[6]

  • Establecer un sistema de gobierno centralista.
  • Pacificar la sociedad francesa: permiti� el ingreso de las personas que se hab�an exiliado del pa�s.
  • Estabilizar los impuestos: cre� el Banco de Francia y el C�digo de comercio.
  • Impulsar un sistema educativo centralizado y pol�tico.
  • Crear el C�digo Civil para regular la convivencia entre los ciudadanos.
  • Restablecer las relaciones con la Iglesia cat�lica.

Apogeo del imperio: las Guerras Napole�nicas

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HMS Victory despu�s de la batalla de Trafalgar. Considerada una de las batallas m�s decisivas de la historia, la victoria brit�nica detuvo los esfuerzos de Napole�n de invadir Gran Breta�a.

La paz firmada con el Reino Unido dur� poco. En 1803, el Reino Unido se ali� con Rusia y Austria para combatir a la Francia de Napole�n Bonaparte. Dos a�os despu�s, Napole�n organiz� una gran expedici�n para invadir el territorio brit�nico, pero las fuerzas navales combinadas de Francia y Espa�a (aliada de Francia) fueron derrotadas en la batalla de Trafalgar, donde muri� el afamado almirante brit�nico Nelson. Tras este contratiempo, Napole�n abandon� (aunque no olvid�) sus planes para invadir las islas brit�nicas, y volc� su atenci�n a sus enemigos en el continente.

En tierra, sin embargo, el ej�rcito franc�s venci� a las fuerzas rusas y austriacas en la batalla de Austerlitz, 1805 (conocida como la batalla de los Tres Emperadores: Francia, Rusia y Austria).[4]​ Tras Austerlitz, Austria firm� el Tratado de Presburgo, dejando la coalici�n. Esto le cost� a Austria ceder Venecia al Reino de Italia (Napole�nico) y el Tirol a Baviera.

Con la retirada de Austria de la guerra sobrevino un estancamiento. El ej�rcito napole�nico ten�a un r�cord de victorias imbatibles en tierra, pero la fuerza total del ej�rcito ruso a�n no hab�a entrado en juego.

Las Guerras Napole�nicas generaron numerosos cambios en el mapa de Europa, como el fin del Sacro Imperio Romano Germ�nico, que exist�a desde el siglo X. En su lugar, Napole�n Bonaparte, constituy� la Confederaci�n del Rin. En general, las regiones dominadas por Napole�n acabaron formando gobiernos fieles al emperador franc�s. As� su �rea de influencia se increment� cada vez m�s.

Bloqueo Continental al Reino Unido

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Reino Unido, por su parte, continuaba siendo el principal oponente de Francia. Con una poderosa fuerza naval y una econom�a desarrollada, resist�a a los ataques de Napole�n Bonaparte. Tratando de disminuir las fuerzas de su adversario, Napole�n Bonaparte, en el a�o 1806 impuso el Bloqueo Continental, que decretaba el cierre de los puertos europeos al comercio brit�nico. Con esa medida, Napole�n Bonaparte esperaba derrumbar la econom�a brit�nica para derrotarla luego militarmente. Como consecuencia, el mercado para la burgues�a francesa tambi�n ser�a ampliado.[4]

La Cuarta Coalici�n

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Victoria en la batalla de Jena.

La Cuarta Coalici�n (1806-1807) de Prusia, Sajonia y Rusia contra Francia se form� solo unos meses despu�s del colapso de la coalici�n precedente. El rey de Prusia Federico Guillermo III tom� la decisi�n de ir a la guerra independientemente de las otras grandes potencias. Napole�n lanz� a todas las fuerzas francesas sobre el Rin. Eran alrededor de 160 000 hombres, cifra que aument� a medida que la campa�a contra Prusia se desarrollaba, y se movieron con tal velocidad que virtualmente aniquilaron al ej�rcito prusiano de unos 250 000 hombres. El ej�rcito prusiano fue definitivamente vencido por Napole�n en la batalla de Jena, y por el mariscal Louis Nicolas Davout en la batalla de Auerst�dt (14 de octubre de 1806). Esta �ltima batalla enfrent� a un simple cuerpo del ej�rcito franc�s que derrot� al grueso del ej�rcito prusiano. En Jena, Napole�n �nicamente luch� contra un destacamento.

La siguiente etapa de la guerra llev� a la expulsi�n de las tropas rusas de Polonia y la creaci�n del nuevo Gran Ducado de Varsovia. Napole�n entonces tom� rumbo norte para enfrentarse a los restos del ej�rcito ruso e intentar capturar la nueva capital prusiana de K�nigsberg. Un movimiento t�ctico en la batalla de Eylau, entre el 7 y el 8 de febrero, forz� a los rusos a una posterior rendici�n. Napole�n llev� al ej�rcito ruso entonces a la batalla de Friedland, el 14 de junio. Tras esta derrota, Alejandro se vio forzado a firmar la paz con Napole�n en Tilsit, el 7 de julio de 1807.

En el Congreso de Erfurt (1808), Napole�n y el zar Alejandro I acordaron que Rusia deb�a forzar a Suecia a unirse al Bloqueo Continental, lo cual condujo a la Guerra Finlandesa y a la divisi�n de Suecia por el golfo de Botnia. La parte oriental fue anexada por Rusia en el Gran Ducado de Finlandia.

Invasi�n de Napole�n Bonaparte a la pen�nsula ib�rica

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La defensa del parque de Montele�n durante el Levantamiento del 2 de mayo en Madrid.
El gran d�a de Gerona (1863/1864), de Ram�n Mart� Alsina. Describe uno de los episodios m�s cruentos del Sitio de Gerona de 1809.

Con el objetivo de hacer cumplir el Bloqueo Continental, Napole�n Bonaparte puso en pr�ctica una pol�tica de intervenciones y anexiones. En 1807 orden� la intervenci�n militar en la pen�nsula ib�rica, dirigida a Portugal (aliado del Reino Unido), pero en el transcurso implicar�a la invasi�n de Espa�a, en cuyo trono coloc� a su hermano Jos� Bonaparte; los espa�oles resistieron a la imposici�n del nuevo rey y se levantaron en armas contra los franceses. A pesar de la represi�n emprendida, las fuerzas napole�nicas no consiguieron derrotar definitivamente a los espa�oles. En el mismo a�o, Napole�n decidi� invadir Portugal, el cual era el plan inicial, que hab�a rehusado aceptar el Bloqueo Continental contra el Reino Unido.[5]​ El pa�s fue ocupado sin dificultades, pero la familia real portuguesa escap� a sus posesiones en Am�rica (Brasil) escoltada por nav�os brit�nicos. Los franceses, sin embargo, no permanecieron mucho tiempo en Portugal debido a los continuos ataques anglo-portugueses.

El pueblo de Madrid se levant� contra las tropas napole�nicas el 2 de mayo de 1808 y este levantamiento fue el inicio de numerosas revueltas y batallas por todo el pa�s que acarrearon meses despu�s la primera derrota importante de las fuerzas francesas en la batalla de Bail�n, el mismo Napole�n comand� las fuerzas que invadieron Espa�a y derrotaron al ej�rcito de este pa�s; tambi�n derrot� al ej�rcito brit�nico que vino en ayuda de Espa�a.

Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300 000 bajas) y econ�mico para Francia. Se calcula que el 10 % de las bajas tanto del lado espa�ol como el franc�s ocurrieron durante los dos sitios a la ciudad de Zaragoza, entre el 15 de junio de 1808 y el 21 de febrero de 1809.

Influencia Napole�nica en Am�rica

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El territorio comprado de la Luisiana en un mapa de principios del siglo XX.
Batalla en Santo Domingo, de January Suchodolski sobre un choque entre tropas polacas al servicio de Francia y rebeldes haitianos.
Primera junta de gobierno (Argentina). Las juntas de gobierno locales fueron fieles a la persona de Fernando VII (pero no al gobierno nacional espa�ol o franc�s), a quien reconoc�an como leg�timo soberano.

Adem�s de las repercusiones en Europa, la invasi�n napole�nica en la pen�nsula ib�rica tendr�a importantes consecuencias en la Am�rica colonial. La ca�da del rey espa�ol acab� siendo el detonante que conducir�a la creaci�n de juntas de gobierno, para autogobernarse, en la Am�rica espa�ola, que luego derivar�an en la independencia de los territorios espa�oles en Am�rica.

En el resto del continente, la Compra de Luisiana y el manejo que dio Francia al proceso de independencia de Hait� tuvieron una enorme influencia en el desarrollo del continente.

Napole�n Bonaparte, cuyo poder en Francia era cada vez mayor, deseaba restablecer en Saint-Domingue el dominio de los colonos franceses y conseguir recuperar as� la pujanza de la industria azucarera. Envi� a La Espa�ola un ej�rcito de 25 000 soldados al mando de su cu�ado Carlos V�ctor Leclerc (1772-1802) al mando de la expedici�n en diciembre de 1801. Los franceses no consiguieron restablecer la esclavitud en Saint-Domingue. Gracias al poder�o militar construido en tiempos de Louverture, los negros derrotaron a los franceses en la batalla de Vertieras en 1803. El 1 de enero de 1804, un nuevo l�der, Jean-Jacques Dessalines, proclam� la independencia del pa�s, al que rebautiz� con su nombre aborigen Hait� que significa tierra monta�osa.

En 1803 la Luisiana era un territorio de aproximadamente dos millones de km�, que lindaba al norte con las posesiones brit�nicas, al este con el r�o Misisipi y al sur y oeste con la Nueva Espa�a.

Estados Unidos buscaba la manera de controlar la navegaci�n sobre el r�o Misisipi, hecho que le llev� a iniciar negociaciones con el r�gimen de Napole�n Bonaparte, por entonces primer c�nsul franc�s. Por su parte Francia ten�a prisa por deshacerse de esta colonia que hab�a obtenido s�lo dos a�os atr�s (por medio del Tratado de Retrocesi�n con Espa�a, que obligaba a devolver a Francia el territorio adquirido por Espa�a tras la Guerra de los siete a�os), ya que Hait� hab�a declarado su independencia de Francia, situaci�n que imposibilitaba a la armada francesa la buena defensa de la Luisiana desde este basti�n. Ante esta situaci�n Napole�n prefiri� entonces vender la colonia a los estadounidenses que correr el riesgo de perderla ante los brit�nicos.

Declive del imperio

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Mapa de Europa en 1812, en rojo la Sexta Coalici�n, en azul el Imperio Napole�nico.

En 1810, a pesar de los problemas en la pen�nsula ib�rica, los franceses eran los se�ores de gran parte de la Europa Occidental. A partir de esa �poca, sin embargo, una sucesi�n de obst�culos acabar�a llevando al agotamiento del imperio. En la propia Francia el prestigio de Napole�n Bonaparte estaba siendo sacudido en todos los estratos sociales en consecuencia del despotismo del r�gimen y las guerras continuas. No solo las bajas humanas eran grandes, sino tambi�n millares de j�venes trataban de escapar del servicio militar.

Cuando m�s se intensifican las manifestaciones de oposici�n, el gobierno recurr�a a la censura de los peri�dicos, libros y a la represi�n policial. Esas medidas aumentaban el descontento de la mayor�a de los franceses.[cita requerida]

Napole�n Bonaparte invade Rusia: "Tierra quemada"

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Incendio de Mosc�.

En el plano externo, Francia no consegu�a vencer a la resistencia de los brit�nicos, que frecuentemente encabezaban coaliciones militares formadas con otros pa�ses adversarios como Austria y Rusia para derrotar al Imperio franc�s. El Bloqueo Continental era tambi�n cada vez m�s irrespetado. Prueba de eso es que, en 1810, el zar de Rusia, Alejandro, rompi� con el acuerdo con Francia y promovi� una reaproximaci�n con el Reino Unido; en represalia, Napole�n Bonaparte y sus tropas invadieron Rusia en 1812.

A pesar de haber tomado Mosc�, los franceses no consiguieron la victoria. A su llegada, hallaron una ciudad desierta y en llamas, y no consiguieron abrigo para descansar ni alimentos para reponer las fuerzas de las tropas y de los caballos.

En este episodio, Napole�n fue cogido por sorpresa, porque el ej�rcito ruso hab�a recurrido a la h�bil estrategia de tierra quemada: destrucci�n intencionada del lugar poco antes de la invasi�n para impedir la obtenci�n de suministros y la retirada del contingente militar para evitar una confrontaci�n abierta con los invasores. La maniobra represent� un desastre para el ej�rcito franc�s. Sin salida, las tropas napole�nicas dejaron la ciudad bajo un riguroso invierno y casi todos fueron aniquilados por los ataques espor�dicos realizados por el ej�rcito ruso desde la retaguardia, tambi�n por el hambre y por el fr�o. Del ej�rcito de 650 000 soldados armados que ingresaron en junio a territorio ruso, ya en noviembre apenas llegaba a la cifra de 27 000 hombres. La victoria total en esta ocasi�n, fue de los rusos.

Avances de la Coalici�n

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Batalla de Leipzig.

En la guerra espa�ola, con la batalla de Vitoria (21 de junio de 1813), la ocupaci�n francesa de Espa�a se acab� definitivamente por la victoria de sir Arthur Wellesley sobre Jos� Bonaparte, y los franceses se vieron forzados a abandonar Espa�a cruzando los Pirineos.

Viendo una oportunidad en esta hist�rica derrota de Napole�n, Prusia volvi� a la guerra, Napole�n crey� que podr�a crear un nuevo ej�rcito tan grande como el que hab�a enviado a Rusia, y reforz� r�pidamente sus fuerzas en el este de 30 000 a 130 000 hombres, que posteriormente llegaron a los 400 000. Napole�n infligi� 40 000 bajas en las fuerzas aliadas en la batalla de L�tzen (2 de mayo de 1813), y en la batalla de Bautzen (20 de mayo al 21 de mayo).

En la batalla de Leipzig en Sajonia (16 de octubre al 19 de octubre de 1813), tambi�n llamada �batalla de las Naciones�, 191 000 franceses lucharon contra m�s de 450 000 aliados, y los franceses fueron derrotados y forzados a retirarse a Francia. Napole�n luch� en una serie de batallas, incluyendo la batalla de Arcis-sur-Aube, en Francia, pero poco a poco fue forzado a retroceder frente la superioridad de sus oponentes.

La etapa final de la campa�a, la defensa de Francia, hizo volver al emperador a la lucha al frente de sus tropas contra un enemigo inmensamente superior en n�mero en la Campa�a de los Seis D�as, la cual muchos consideran la mejor campa�a de toda su carrera. Finalmente, sus anteriores p�rdidas en Rusia y Alemania as� como el n�mero abrumador de efectivos coaligados fueron demasiado grandes como para ser remediados en esta �ltima etapa, y los aliados terminaron ocupando Par�s, lo cual aunado a la traici�n de los mariscales forz� al Emperador a abdicar.

S�ptima Coalici�n contra Francia: abdicaci�n y exilio de Napole�n Bonaparte

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La derrota del ej�rcito napole�nico fortaleci� a al Reino Unido y sus aliados. Arruinado, Napole�n Bonaparte, tuvo que renunciar, en 1814, al trono franc�s y fue al exilio a la isla de Elba. La coalici�n liderada por el Reino Unido ocupar�a Francia, restableciendo la monarqu�a de los Borbones y colocar�an en el trono a Luis XVIII de Francia, hermano del rey depuesto y guillotinado: Luis XVI, en 1793 durante la Revoluci�n francesa. Al mismo tiempo, los pa�ses victoriosos decidieron reunirse y trazar los destinos de Europa, organizando el Congreso de Viena donde reconfiguraron el mapa de Europa.

Restablecimiento de la Monarqu�a en Francia

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Luis XVIII.

Las tropas aliadas entraron en Par�s el 31 de marzo de 1814. Luis XVIII, sin embargo, no pod�a caminar, y as� envi� al conde de Artois a Francia en enero de 1814. Luis emiti� patentes en las que nombraba al conde de Artois lugarteniente general del Reino en el evento en el que los borbones fueron restaurados. Napole�n I abdic� el 11 de abril. Cinco d�as despu�s, el Senado Franc�s invit� a los borbones a reasumir su lugar en el trono de Francia.

Luis XVIII firm� el Tratado de Par�s el 30 de mayo de 1814. El tratado le dio a Francia sus fronteras de 1792, que se extend�an al este del Rin. No tuvo que pagar ninguna indemnizaci�n de guerra, y los ej�rcitos de ocupaci�n de la Sexta Coalici�n se retiraron al instante del suelo franc�s. Estos t�rminos generosos se invertir�an en el pr�ximo Tratado de Par�s despu�s de los Cien D�as (el regreso de Napole�n a Francia en 1815).

El restablecimiento de la monarqu�a de los Borbones en Francia fue seguido al retorno de los nobles que se hab�an fugado del pa�s al inicio de la Revoluci�n francesa. Al regresar, los exiliados quisieron recuperar sus antiguos derechos y bienes, lo que gener� gran insatisfacci�n popular.

Regreso de Napole�n Bonaparte: Imperio de los Cien D�as

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El retorno de Napole�n.
La batalla de Waterloo, por William Sadler.

Percibiendo que el momento era propicio para intervenir una vez m�s en el escenario pol�tico, Napole�n Bonaparte se fug� de la isla de Elba y, en marzo del a�o 1815, retom� el gobierno. El nuevo gobierno dur� apenas cien d�as. El periodo conocido como los Cien D�as comenz� cuando Napole�n abandon� Elba y desembarc� en Cannes, el 1 de marzo de 1815. A medida que se trasladaba hacia Par�s, fue recabando apoyos por donde pasaba, y finalmente derroc� al reci�n restaurado Luis XVIII sin haber disparado un solo tiro, siendo llevado en hombros hasta el palacio de las Tuller�as por la multitud enardecida. Los aliados prepararon de inmediato sus ej�rcitos para enfrentarse a �l de nuevo.

Establecido de nuevo en Par�s, promulg� una nueva constituci�n, de car�cter m�s democr�tico y liberal que la vigente durante el Imperio. Muchos veteranos acudieron a su llamada, comenzando de nuevo el enfrentamiento contra los aliados. El resultado fue la campa�a de B�lgica, que concluy� con la derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815.

Derrota definitiva de Napole�n Bonaparte: exilio y muerte en la isla de Santa Elena

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Napoleón en Santa Elena.

Napoleón Bonaparte fue definitivamente vencido por el general británico Wellington en la batalla de Waterloo, en Bélgica, en junio de 1815, y abdicó en su hijo, Francisco Carlos José Bonaparte, proclamando a este como Napoleón II. Lo efímero del nuevo gobierno de su padre, impidió que Napoleón II pudiera volver a Francia para confirmar su nombramiento y hacerse cargo de la herencia.[7]​ Esta vez, los británicos, a quienes se rindió el 15 de julio, enviarían a Napoleón Bonaparte a un lugar más distante: la isla de Santa Elena, en pleno océano Atlántico. Desembarcó en ella el 17 de octubre, y allí murió el 5 de mayo de 1821.

Administración

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Emperador

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"Emperador de los franceses" es el título que se impuso a Napoleón en 1804 con la instauración del Primer Imperio francés, durando hasta 1815, año en el que las potencias europeas coaligadas le permitieron seguir ostentándolo, pero reducido territorialmente a la Isla de Elba; posteriormente lo ejerció en los Cien Días de 1815, concluyendo en su definitiva derrota en la batalla de Waterloo.

El hijo de Napoleón, Napoleón Francisco José Carlos Bonaparte (1811–1832), fue hecho rey de Roma (1811–1814) y proclamado emperador como Napoleón II el 22 de junio de 1815, tras la abdicación de su padre (como consecuencia de la derrota en la batalla de Waterloo), dejando de serlo el día 7 de julio del mismo año, con la entrada de los aliados y partidarios de Luis XVIII en París.

Gobierno

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Bajo el Imperio, cada ministro trabajaba directamente para Napoleón: todo el poder estaba en sus manos. Son reducidos a meros agentes de ejecución, y su trabajo consiste en supervisar la aplicación de las leyes.

Para ayudar a los ministros con el exceso de trabajo, se establecieron administraciones dirigidas por consejeros de Estado (llamadas Direcciones Generales); éstas son parte independiente de los ministerios. Así, se creó la Dirección General de Correos (en 1804), la Dirección Forestal (1805), la Dirección General de Renovación y Conscripción Militar (1806), la Dirección General de víveres de guerra (1808) y la Dirección General de Minas (1810), uniéndose a la ramas creadas bajo el consulado.[6]

Con todo, la autoridad de Napoleón no alcanzó su consolidación definitiva únicamente en virtud de reformas. La dictadura se afianzó en el poder con el ejército como columna vertebral, que mediante levas de reclutas contó, entre 1806 y 1812, con 1,3 millones de soldados, el 41% de los hombres obligados al servicio militar y con una burocracia ordenancista y centralizada.

Pero no existió libertad política. Napoleón persiguió implacablemente a los enemigos internos y a las voces críticas -Madame de Stäel y Chateaubriand- con una rigurosa censura de prensa y un eficaz aparato policial.[8]

El bonapartismo, es decir, una dictadura plebiscitaria que sólo admitía a ciertos grupos asesores carentes de verdaderas atribuciones jurisdiccionales, desarrolló una actividad reformista intensísima, que excluía a los rivales políticos realmente poderosos. En los momentos más decisivos de su reinado, Napoleón buscó invariablemente la ratificación de las masas, como cuando decidió dar carácter vitalicio (1802) y sucesorio a su consulado, o cuando quiso crear el imperio (1804). De todos modos, la sociedad burguesa, liberalizada e igualada, fue sometida conscientemente a un proceso de despolitización, al tiempo que se construía un estado omnipresente y autoritario, de ribetes monárquicos.[9]

Asambleas legislativas

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Grabado que representa una sesión del senado.

El imperio mantuvo las instituciones creadas en el consulado, como el Senado conservador (Sénat conservateur), el Cuerpo Legislativo (Corps législatif), el Tribunat y el Consejo de Estado (Conseil d'État).[6]

Senado conservador: La misión del Senado es garantizar la constitucionalidad de las leyes: es el "conservador de la Constitución" y puede, como tal, votar en contra de la promulgación de un texto votado por el Cuerpo Legislativo. Durante el Consulado, le corresponde a él designar a los Cónsules; bajo el Imperio, puede al ser necesario elegir un regente, o incluso un nuevo Emperador si el titular del cargo muere sin heredero directo.[6]

Cuerpo Legislativo: El papel de esta asamblea es exclusivamente legislativo: consiste en aprobar o no, pero sin debatir, las leyes que se le presentan después de su examen por parte del Tribunat. Los poderes del Cuerpo Legislativo aumentaron después de la supresión del Tribunato (1807).[6]

Tribunat: Su función es solo deliberar sobre los proyectos de ley antes de su adopción por el Órgano Legislativo, las iniciativas de leyes eran del Consejo de Estado. El procedimiento para adoptar la ley se organizó sobre el principio de la división del trabajo entre el Tribunado, que discutió los proyectos sin votarlos, y el Órgano Legislativo, que votó los proyectos sin discutirlos. Esta asamblea se elimina en 1807.[6]

Consejo de Estado: El Consejo de Estado del Año VIII es responsable de preparar los proyectos de ley y ayudar al Jefe de Estado en la resolución de conflictos administrativos. Los miembros del Consejo de Estado presentan y defienden los proyectos del gobierno ante el cuerpo legislativo. Mimado por Bonaparte, durante el Consulado y el Imperio, tendrá un papel clave en la redacción del Código Civil.[6]

Los departamentos

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En la proclamación del Imperio 18 de mayo de 1804, Francia cuenta con 106 departamentos. Además de las provincias del antiguo régimen dividido en ochenta y tres departamentos y el Condado Venassino, tiene las conquistas de la Revolución francesa con Bélgica y Luxemburgo dividida en nueve departamentos, la orilla izquierda del Rin dividido en cuatro departamentos, la reunión del Ducado de Saboya, el condado de Niza y de la República de Ginebra da tres departamentos, el Piamonte anteriormente perteneciente al reino de Cerdeña se divide en seis departamentos.

Departamentos franceses y máxima extensión del imperio.

Trabajo institucional

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En 1801, se firmó el concordato entre Napoleón y el papa Pío VII. El 21 de marzo de 1804 se promulga el Código Civil de Francia. En 1806, el Tribunal del Trabajo. En 1808 Napoleón creó la Universidad, institución estatal.

Código Napoleónico

Leyes

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  • El Código Napoleónico (Código Civil francés).
  • El Tribunal de Trabajo
  • El Código de Procedimiento Civil
  • El Tribunal de Casación
  • El Código de Comercio
  • El Código Penal

Obras materiales

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Legi�n de Honor

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Primera entrega de condecoraciones de la Legi�n de Honor por el emperador Napol�on, el 14 de julio de 1804, obra de Jean-Baptiste Debret.

La Legi�n de Honor (en franc�s, L�gion d'Honneur) es la m�s conocida e importante de las distinciones francesas. Fue establecida por el emperador Napole�n I de Francia en 1804.

El 20 de mayo de 1802, el c�nsul Napole�n Bonaparte instituy� la orden nacional de la Legi�n de Honor, retornando as� a las condecoraciones p�blicas, ya que las del Antiguo R�gimen fueron abolidas con la Revoluci�n de 1789. El 15 de julio de 1804 en una grandiosa ceremonia en H�tel des Invalides en Par�s, Napole�n entreg� las primeras medallas de la Legi�n de Honor a los mariscales, soldados, inv�lidos de guerra, cient�ficos, artistas y escritores, con m�ritos sobresalientes.[4]

Demograf�a

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Se estima que para 1812 la poblaci�n del Imperio franc�s era de 96 672 000 habitantes, contando los territorios imperiales c�mo as� tambi�n los territorios satelitales. Francia contaba con una poblaci�n de aprox. 27 millones de personas, conformando as� el territorio m�s poblado del Imperio.

La ciudad m�s poblada del Imperio franc�s era Par�s, con una poblaci�n de 750 000 hab., seguida por N�poles con 435 000 hab., esta, a su vez, seguida por: Roma con 369 000 hab., Madrid con 309 000 hab. y Berl�n con 280 000 hab.

Poblaci�n del Imperio franc�s por regiones actuales

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  • Alemania: 23 000 000 hab.
  • Austria (Tirol y Vorarlberg): 172 000 hab.
  • B�lgica: 3 500 000 hab.
  • Croacia: 500 000 hab.
  • Eslovenia: 200 000 hab.
  • Francia: 27 900 000 hab.
  • Espa�a: 10 800 000 hab.
  • Italia: 18 000 000 hab.
  • Suiza: 3 000 000 hab.
  • Pa�ses Bajos: 4 900 000 hab.
  • Polonia: 4 500 000 hab.

Fuerzas Armadas

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Ej�rcito Napole�nico

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Granadero de la vieja guardia en 1813.

La Grande Arm�e fue el ej�rcito comandado por Napole�n durante las guerras napole�nicas. Originalmente, la Grande Arm�e consist�a en seis cuerpos bajo el mando de los mariscales de Napole�n. A medida que Napole�n conquistaba m�s y m�s territorios del continente, el ej�rcito aumentaba de tama�o, hasta alcanzar un m�ximo de 600 000 hombres en 1812, justo antes de la invasi�n de Rusia en la guerra de la Sexta Coalici�n.

Antes de finales del siglo XVIII, en general, se carec�a de apoyo organizativo en aspectos tales como la inteligencia militar, log�stica, planificaci�n o el personal. Los comandantes de unidad manejan tales funciones para sus unidades, con la ayuda informal de los subordinados que por lo general no hab�an sido ni entrenados ni asignados a una tarea espec�fica.

El primer uso moderno de un Estado Mayor se produce en las guerras revolucionarias francesas, cuando el general Louis Alexandre Berthier (m�s tarde el primer Mariscal del Imperio) fue asignado como jefe de personal del Ej�rcito de Italia en 1795. Berthier establece un bien organizado equipo de personal de apoyo. Napole�n Bonaparte se hizo cargo del ej�rcito el a�o siguiente y r�pidamente apreci� el sistema de Berthier, adopt�ndolo para su propia sede, aunque el uso de Napole�n se limita a su propio grupo de comando. El personal de la Grande Arm�e se conoce como la sede de Imperial y se divide en dos secciones principales: Casa Militar de Napole�n y el Cuartel General del Ej�rcito. Un tercer departamento dependiente de la Jefatura imperial era la oficina del Intendente General (Intendencia), que proporciona el personal administrativo del ej�rcito.

La infanter�a no era el brazo con m�s glamour del servicio en el Gran Arm�e, fueron los m�s afectados en la mayor�a de los combates, y su rendimiento resultaba en la victoria o derrota. La infanter�a se divide en dos tipos principales, la infanter�a de l�nea (Infanterie de Ligne) y la infanter�a ligera (Infanterie L�g�re). En el ej�rcito de Napole�n, al igual que la mayor�a de otros ej�rcitos de la �poca, la caballer�a se divid�an en tres ramas principales compuestas por uno o m�s cuerpos: Caballer�a pesada (Coraceros y carabineros a caballo), caballer�a media o de l�nea (Dragones y ulanos) y caballer�a ligera (H�sares, cazadores a caballo y m�s adelante los mamelucos). Tal como se podr�a esperar de un emperador que fue anteriormente oficial de artiller�a, los ca�ones franceses fueron la espina dorsal de las tropas de tierra. Los ca�ones franceses se usaban de forma general en bater�as masivas para debilitar las formaciones enemigas antes de ser objeto de cargas de infanter�a o caballer�a.

Armada

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Bucentaure el nav�o insignia franc�s durante la batalla de Trafalgar (1805).

La Revoluci�n francesa, y la eliminaci�n de numerosos oficiales de noble linaje (entre otros, Charles d'Estaing), dej� paralizada a la Marina francesa. Los esfuerzos de Napole�n I para convertirla en una fuerza poderosa se vieron truncadas por la muerte de Latouche Tr�ville en 1804, y en 1805 la batalla de Trafalgar, donde los brit�nicos aniquilaron la flota combinada franco-espa�ola.

En 1810, la Marina francesa logr� una importante victoria contra los brit�nicos durante las guerras napole�nicas, fue la batalla de Grand Port, una batalla entre escuadrones de fragatas para ganar el control del puerto de Grand Port en Isla de Francia (ahora Mauricio) en el Oc�ano �ndico ganada por el almirante Duperr�.

Bajo el periodo de Napole�n, entre 1799-1814 se construyeron 87 buques (incluyendo varios poderosos de 80 y 118 ca�ones) y 59 fragatas. Durante todo el per�odo del consulado y el Imperio, los montos gastados por Francia en su flota representan aproximadamente el 37 % de los gastos consagrados por el Reino Unido a su Marina Real.

En general la armada francesa siempre estuvo por debajo de su hom�loga brit�nica y esto no mejor� por la atenci�n que dedicaba el emperador al ej�rcito por encima de su marina. Durante todas la guerras napole�nicas, la Royal Navy mantiene su supremac�a en los oc�anos.

Econom�a

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Moneda con la efigie de Napole�n.

El sistema econ�mico del primer imperio estaba basado en el progreso de la industria de Francia y en la guerra comercial con el Reino Unido. Napole�n bloque� el comercio brit�nico para arruinar su econom�a, y prohibi� a sus aliados que comerciaran con Gran Bretaña.

En otros aspectos, se adoptó una política desfavorable para los estados que componían el imperio, debían pagar impuestos altos que eran utilizados para mejorar y reforzar el ejército imperial. Solo los productos primarios como la minería, la agricultura y la ganadería se podían exportar a Francia. Los productos franceses eran los únicos que podían ser exportados a otros mercados, además de que debían pagar fuertes impuestos, a veces casi imposibles de pagar, endeudando a los mercaderes. La única industria favorecida era la industria nacional, que era protegida por el gobierno y el banco de Francia. Por último, con una reforma agraria el estado francés se apropió de grandes extensiones de tierras, para luego venderlas y aumentar así sus riquezas, pero esto perjudicó a los países a los que le pertenecían estos territorios.

Si Francia heredó de la época napoleónica progresos significativos en administración, no consiguió en este período un importante éxito económico. En el ámbito administrativo, el Código de comercio de 1807 promovió el desarrollo de empresas por acciones: distinguía las sociedades colectivas que predominaron en el siglo XIX, las sociedades anónimas (sometidas a la autorización previa del Estado) y las sociedades en comandita. El catastro volvió más eficaz y justo al régimen tributario. La creación del Banco de Francia (1800) y del franco germinal (1803) puso en su lugar un sistema monetario estable.

Las guerras del Imperio agravaron la debilidad demográfica y su financiamiento enrareció los capitales, a pesar de que los mandos militares estimularon ciertas industrias. Los obstáculos que levantó al comercio la guerra marítima, permitieron el auge de actividades económicas de substitución, cuyo ejemplo típico es la remolacha. No obstante, el resultado global de la guerra marítima fue el desplome del comercio exterior francés, cuyas consecuencias sufrieron los puertos del Atlántico. La reducción del comercio impidió la transferencia tecnológica desde el Reino Unido y provocó dificultades de aprovisionamiento para la industria francesa: el algodón era cuatro veces más caro en Francia que en el Reino Unido.[10]

Véase también

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Notas

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  1. Los textos oficiales continuaron usando el nombre de "República Francesa" hasta 1809, tal como se ve en la misma Constitución de 1804, o los francos de 1808 y 1809.

Referencias

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  1. Siborne, William (1848). History of the War in France and Belgium, in 1815. Universidad de Harvard. p. 507. 
  2. napoleon.org. «MUSIQUES ET y fue un ladrón francés PAROLES». Archivado desde el original el 8 de marzo de 2012. 
  3. texte, France Auteur du (23 de enero de 1804). «Bulletin des lois de la République française». Gallica. 
  4. a b c d McLynn, Frank (1997). Napoleon: A Biography. New York: Arcade Publishing Inc. ISBN 1-55970-631-7.
  5. a b Bryant, Arthur (1942). Years of Endurance 1793–1802.
  6. a b c d e f g Anderson, F.M. (1904). The constitutions and other select documents illustrative of the history of France, 1789–1901. The H. W. Wilson company. 
  7. Napoleón II, Francisco Carlos José Bonaparte (1811-1832)
  8. Historia Universal 12. La era de las revoluciones. Barcelona (España): Editorial Sol 90. 2004. p. 78. ISBN 978-84-9820-610-4. 
  9. Historia Universal 12. La era de las revoluciones. Barcelona (España): Editorial Sol 90. 2004. p. 79. ISBN 978-84-9820-610-4. 
  10. J.-C. Asselain, op. cit., p. 120-124

Enlaces externos

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