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Roberto Grosseteste

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Roberto Grosseteste
Informaci�n personal
Nacimiento 1168 Ver y modificar los datos en Wikidata
Stradbroke (Reino Unido) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 9 de octubre de 1253jul. Ver y modificar los datos en Wikidata
Buckden (Reino Unido) Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Catedral de Lincoln Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Brit�nica
Religi�n Iglesia cat�lica Ver y modificar los datos en Wikidata
Educaci�n
Educado en Universidad de Oxford Ver y modificar los datos en Wikidata
Informaci�n profesional
Ocupaci�n Te�logo, fil�sofo, matem�tico, f�sico, astr�nomo, naturalista, sacerdote cat�lico (desde 1235), di�cono cat�lico (desde 1210) y obispo cat�lico (desde 1235juliano) Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados Obispo diocesano de Lincoln (1235-1253) Ver y modificar los datos en Wikidata
Informaci�n religiosa
Festividad 9 de octubre y 17 de noviembre
Empleador
Alumnos Roger Bacon Ver y modificar los datos en Wikidata
Orden religiosa Orden Franciscana Ver y modificar los datos en Wikidata

Roberto Grosseteste (en ingl�s, Robert Grosseteste) (Stradbroke, 1175 - Lincoln, 9 de octubre de 1253) fue un fil�sofo escol�stico franciscano ingl�s, erudito en casi todos los �mbitos del saber de su �poca. Desempe�� el cargo de obispo de Lincoln durante el siglo XIII. Es conocido principalmente por sus aportaciones al estudio de la luz desde un punto de vista m�s cercano al de la ciencia moderna que a la especulaci�n racional propia de la escol�stica. Su teor�a sobre la creaci�n del Universo (v�ase creacionismo) ha sido considerada como un antecedente de la teor�a del big bang [1]​. Adem�s de sus aportaciones en los campos de la f�sica, la filosof�a y la teolog�a, realiz� un importante trabajo como traductor de obras de neoplat�nicos, especialmente del pseudo Dionisio Areopagita, de obras de Juan Damasceno y de Arist�teles. Defendi� la reducci�n al absurdo como m�todo de investigaci�n de la naturaleza. Tuvo en cuenta las cuatro hip�tesis para su teor�a del arco�ris. Aparte de sus comentarios sobre Arist�teles, sobre Boecio y sobre otros fil�sofos, se conservan numerosos escritos suyos sobre historia natural, por ejemplo sobre el calor, el movimiento, el sonido, los colores, la luz, la presi�n atmosf�rica, el arco�ris, el astrolabio, los cometas, la nigromancia, la brujer�a o incluso sobre la agricultura (Regulae agriculturae per menses digestae).

Biograf�a

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Se trata de un importante representante de la historia del pensamiento medieval y gran precursor de la filosof�a moderna, en particular por su influencia sobre Roger Bacon, Guillermo de Ockham y Duns Scoto, as� como por su intenci�n de introducir el pensamiento aristot�lico en la Universidad de Oxford. Fue probablemente el primer canciller de esta universidad.[cita requerida]

Recuper� para el m�todo cient�fico la idea griega de explicaci�n. Su concepci�n de la ciencia implicaba observaciones y experimentos. La posibilidad de aplicar la matem�tica a la ciencia f�sica ser�a desarrollada, en el siglo XIV, por otro grupo de disc�pulos suyos, vinculados al Merton College, conocidos como los Calculatores, quienes desarrollaron una matem�tica del movimiento.[cita requerida]

Su nombre proviene del lat�n e indica Grossum caput ("Cabeza grande"): es seguro que se refer�a a su gran capacidad de estudio y gran memoria.[cita requerida]

Su l�nea de pensamiento propon�a retomar el pensamiento de San Agust�n, procurando volver a la tradici�n escol�stica tal como se formul� en su origen. Fue un gran erudito que logr� escribir sobre casi todos los �mbitos del saber: astronom�a, matem�ticas, teolog�a, etc�tera.[cita requerida]

Obra

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Trabaj� en innumerables obras desde 1220 hasta 1235 y escribi� varios tratados cient�ficos, entre los que se incluye:

Se menciona habitualmente como uno de los mayores comentadores de la obra de Arist�teles.

Se conserva tambi�n m�s de un centenar de cartas escritas por �l.[2]

El renacimiento de la cultura anglosajona en Oxford

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La cultura cristiana y cl�sica se hab�a conservado en Inglaterra mientras se hab�a pr�cticamente perdido en el continente. Renace con el imperio carolingio, gracias precisamente a la labor de Alcuino de York, siglo VIII, que desde Inglaterra fund� bibliotecas a partir de los libros procedentes de la isla y estableci� diversas escuelas de ense�anza del trivium y el quadrivium, y contin�a su labor en el siglo IX con Juan Escoto Er�gena.[cita requerida]

El movimiento cisterciense, com�n en ambos pa�ses, y la recuperaci�n de los escritos cl�sicos, sobre todo los de Arist�teles, junto con las aportaciones cient�ficas de los �rabes, a partir del siglo XI, renuevan en Inglaterra el esp�ritu de la Escuela de Chartres,[3]​ especialmente con Juan de Salisbury.

Poco a poco se diferencia Inglaterra de la cultura francesa simbolizada en la Universidad de Par�s, donde permanece m�s el esp�ritu dial�ctico introducido por Pedro Abelardo y la preocupaci�n por una filosof�a entendida como "ancilla Theologiae".[4]

De este modo, concretamente en Oxford, resurge el esp�ritu plat�nico-agustiniano: se estudian lenguas, sobre todo el �rabe, y se cultiva el conocimiento de la ciencia natural, de la mano del aristotelismo y de los árabes, y resulta de especial interés el estudio de la matemática, menospreciada por los teólogos de París. Fue de especial relevancia el espíritu de la orden franciscana frente al de la orden dominica que prevalece en el continente.[5]

Cosmología de la luz

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Grosseteste conoció los tratados de óptica árabes y, bajo la influencia del neoplatonismo, consideró la luz como la materia original creada por Dios de la nada, a partir de la cual se sustancia el universo entero. La luz es una sustancia corpórea pero enormemente próxima a lo incorpóreo, siendo su principal propiedad engendrarse a sí misma perpetuamente; generada en un punto, se expande en forma esférica en todas las direcciones, de modo instantáneo. En su expansión se va enrareciendo hasta llegar a un límite (pues la materia no puede ser infinita). Por extenderse en las tres dimensiones del espacio, la luz engendra la corporeidad. En su difusión, extiende consigo la materia, de la que es inseparable. De este modo, la luz es la primera forma creada por Dios en la materia prima a la que va unida y constituye así el principio del universo que contemplamos. El límite máximo de propagación de la luz constituye el firmamento, que refleja a su vez la luz hacia el centro del mundo. Al reflejarse, la luz engendra las nueve esferas celestes, siendo la más inferior la de la Luna. Por encima de esta esfera no hay movimiento, mientras que por debajo se escalonan y se mezclan los cuatro componentes: fuego, aire, agua y tierra.[cita requerida]

Conocimiento de la ciencia de la naturaleza

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Más que por descubrimientos especiales, la importancia de Grosseteste proviene por introducir y destacar la importancia de las matemáticas en el conocimiento científico de la naturaleza física.[cita requerida]

utilitas considerationis linearum, angulorum et figurarum est maxima, quoniam impossibile est sciri naturalem philosophiam sine illis: valent in toto universo et partibus eius absolute.
Es muy importante la utilidad de considerar el estudio de las líneas, de los ángulos y de las figuras, porque es imposible conocer la filosofía natural sin ellas: valen absolutamente para todo el universo y sus partes.
Roberto Grosseteste[6]

Pues las acciones naturales se propagan según las leyes de la reflexión y de la refracción. Por ello hay que conocer a fondo las figuras fundamentales: la esfera, porque es el modo de propagación de la luz; y la pirámide porque es el modo más poderoso en que un agente puede ejercer en una superficie partiendo de un punto. Todo puede explicarse mediante los principios de la óptica y de la geometría. Tales principios son la base de inspiración para su discípulo Roger Bacon.[cita requerida]

El conocimiento

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El hombre ocupa el centro del Mundo lo mismo que Dios es el centro de la Creación. El alma, por tanto obra también en función de la luz mediante el cuerpo y los sentidos. El alma obra sobre el cuerpo pero no viceversa, tal como piensa S. Agustín. Por eso el entendimiento es una facultad del alma, no del cuerpo, y no necesita elemento corporal alguno para obrar y conocer. Contemplando las cosas materiales puede ir abstrayendo las formas de la naturaleza, según el modo platónico, liberándose poco a poco del peso material del cuerpo; pero solamente las almas elegidas, liberadas por el amor de Dios, pueden en esta vida, llegar a la contemplación de las Ideas. La teoría de la iluminación de San Agustín constituye la base de su teoría del conocimiento. Su espíritu científico es un claro antecedente de la idea galileana acerca de que el universo está escrito en lenguaje matemático.[7]

Referencias

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  1. «La extraordinaria y premonitoria teoría del Big Bang del obispo medieval Robert Grosseteste». BBC News Mundo. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  2. Mantello, F. A. C.; Goering, Joseph (2010). The Letters of Robert Grosseteste, Bishop of Lincoln. University of Toronto Press. ISBN 9780802098139. 
  3. Renovación el espíritu platónico-agustiniano y la incorporación de Aristóteles en su interés por la ciencia al margen de la teología
  4. E. Gilson, La filosofía en la Edad Media, Madrid, Gredos. 1965. p. 438.
  5. Inicio de una corriente de pensamiento que valora la experiencia como fuente de conocimiento, valora lo individual y la matemática, siendo el germen de lo que va a suponer la diferente trayectoria entre Inglaterra y el continente en el siglo XVII y su importancia en el surgir de la ciencia moderna: Roger Bacon, Duns Scoto y el Merton College de Oxford, con Tomás Bradwardine, Guillermo de Heytesbury y Ricardo Swineshead, siendo la culminación de esta corriente de pensamiento Guillermo de Ockham y el nominalismo como corriente crítica de la especulación escolástica. Véase el artículo sobre la lógica empírica.
  6. Citado por E. Gilson, La filosofía en la Edad Media, Madrid, Gredos, 1965, p. 440.
  7. Hirschberger, op. cit., p. 364.

Véase también

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Bibliografía

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  • Hirschberger, J., S.J. (1968). Historia de la filosof�a (II tomos). Barcelona. Herder. 
  • Ferrater Mora J. (1984). Diccionario de filosof�a (4 tomos). Madrid. Alianza Editorial. ISBN 84-206-5204-0. 
  • Honderich, T. (editor) (2001). Enciclopedia Oxford de filosof�a. Madrid. Tecnos. ISBN 84-309-3699-8. 

Enlaces externos

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