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Intenci�n

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Intenciones son estados mentales en los que el agente se compromete a un curso de acci�n. Tener el plan de visitar el zoo ma�ana es un ejemplo de una intenci�n. El plan de acci�n es el contenido de la intenci�n mientras que el compromiso es la actitud hacia este contenido. Otros estados mentales pueden tener planes de acci�n como contenido, por ejemplo, cuando se admira un plan, pero difieren de intenciones, ya que no implican un compromiso pr�ctico para realizar este plan. Las intenciones exitosas provocan el curso de acci�n previsto, mientras que las intenciones fallidas no lo logran. Intenciones, como muchos otros estados mentales, tienen intencionalidad: representan posibles estados de cosas.

Las teor�as de la intenci�n tratan de captar los rasgos caracter�sticos de intenciones. La teor�a de creencia y deseo es el enfoque tradicionalmente dominante. Seg�n una versi�n simple de la misma, tener una intenci�n no es m�s que tener el deseo de realizar una determinada acci�n y la creencia de que se va a realizar esta acci�n. Las teor�as de creencia y deseo son frecuentemente criticadas por el hecho de que ni las creencias ni los deseos implican un compromiso pr�ctico para realizar una acci�n, lo que suele ilustrarse en varios contraejemplos. La teor�a de evaluaci�n trata de superar este problema explicando intenciones en t�rminos de evaluaciones incondicionales. Esto significa que intenciones no solo presentan el curso de acci�n previsto como bueno en alg�n aspecto, como es el caso de los deseos, sino como bueno considerando todo. Este enfoque tiene problemas para explicar los casos de akrasia, es decir, que agentes no siempre tienen la intenci�n de hacer lo que ven como el mejor curso de acci�n. Una teor�a estrechamente relacionada identifica intenciones no con evaluaciones incondicionales, sino con deseos predominantes. Afirma que la intenci�n de hacer algo consiste en desearlo con el mayor grado. Los opositores a este enfoque han articulado varios contraejemplos con el objetivo de demostrar que intenciones no siempre coinciden con el deseo m�s fuerte del agente. Un enfoque diferente a las teor�as mencionadas hasta ahora se debe a Elizabeth Anscombe y niega la distinci�n entre intenciones y acciones. Desde su punto de vista, tener la intenci�n de alcanzar un objetivo es ya una forma de actuar hacia ese objetivo y, por lo tanto, no es un estado mental distinto. Este relato tiene dificultades para explicar casos en los que intenciones y acciones parecen separarse, como cuando el agente actualmente no est� haciendo nada para realizar su plan o en el caso de acciones fallidas. La teor�a de autorreferencialidad sugiere que intenciones son autorreferenciales, es decir, que no solo representan el curso de acci�n previsto, sino que tambi�n se representan a s� mismas como la causa de la acci�n. Pero la afirmaci�n de que esto ocurre en el nivel del contenido de la intenci�n ha sido impugnada.

El t�rmino "intenci�n" se refiere a un grupo de fen�menos relacionados. Por esta raz�n, los te�ricos suelen distinguir varios tipos de intenciones para evitar malentendidos. La distinci�n m�s discutida es la que existe entre las intenciones prospectivas y las inmediatas. Las intenciones prospectivas, tambi�n conocidas como "prior intentions", involucran planes para el futuro. Pueden subdividirse en funci�n de la distancia a la que planean: las intenciones proximales involucran planes para lo que se quiere hacer de inmediato, mientras que las intenciones distales se refieren a un futuro m�s remoto. Las intenciones inmediatas, por otro lado, son intenciones que gu�an al agente mientras realiza la acci�n en cuesti�n. Tambi�n se denominan "intentions-in-action". El t�rmino "intenci�n" suele referirse a los medios o fines previstos que motivan al agente. Pero en algunos casos, puede referirse a efectos secundarios anticipados que no son ni medios ni fines para el agente. En este caso, a veces se utiliza el t�rmino "intenci�n oblicua". Intenciones son racionalmente evaluables: son racionales o irracionales. Las intenciones conscientes son la forma paradigm�tica de intenci�n: en ellas, el agente es consciente de sus objetivos. Sin embargo, se ha sugerido que acciones tambi�n pueden ser guiadas por intenciones inconscientes que el agente desconoce.

La formaci�n de intenciones a veces est� precedida por la deliberaci�n de cursos de acci�n alternativos prometedores y puede ocurrir en decisiones, en las que el agente elige entre estas alternativas. Intenciones son responsables de iniciar, mantener y terminar acciones y se utilizan con frecuencia para explicar por qu� personas realizan un determinado comportamiento. Comprender el comportamiento de los dem�s en t�rminos de intenciones ya ocurre en la primera infancia. Importante en este contexto es el papel de los gestos, el se�alamiento, la atenci�n y el movimiento ocular para comprender las intenciones de los dem�s y formar intenciones compartidas.[1][2][3][4][5]​ En la filosof�a de la acci�n, una pregunta central es si es cierto para todas las acciones intencionales que son causadas o acompa�adas por intenciones. La teor�a de la acci�n razonada tiene como objetivo predecir el comportamiento bas�ndose en c�mo las actitudes preexistentes y las normas subjetivas determinan las intenciones conductuales.[6][7]​ En la �tica, el principio de intenci�n afirma que si una acci�n es moralmente permisible a veces depende de la intenci�n del agente para realizar esta acci�n.

Definici�n

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Intenciones son estados mentales que involucran planes de acci�n con los que el agente se ha comprometido.[8][9][10][11]​ Como planes de acci�n, pueden guiar el comportamiento. El plan de acci�n constituye el contenido de la intenci�n mientras que el compromiso es la actitud del agente hacia este contenido.[12][13]​ El t�rmino "intenci�n" puede usarse tanto para las intenciones prospectivas, que a�n no se han ejecutado, cuanto para las intenciones que gu�an el comportamiento cuando est� ocurriendo, las llamadas intenciones inmediatas, como se discute a continuaci�n.[8][9][10][14][15]​ La intenci�n de estudiar ma�ana es un ejemplo de intenciones prospectivas, mientras que tratar de ganar un juego anotando un tiro de tres puntos implica una intenci�n inmediata.

La psicolog�a popular explica el comportamiento humano sobre la base de estados mentales, como creencias, deseos e intenciones.[16][17]​ Esta explicaci�n se basa en la idea de que los deseos motivan el comportamiento y las creencias dirigen el comportamiento hacia el objetivo deseado.[18]​ Esto puede entenderse en t�rminos de cadenas causales, es decir, que deseos causan intenciones, intenciones causan acciones y acciones causan la realizaci�n del resultado deseado.[16]

Contenido y compromiso

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Intenciones, como varios otros estados mentales, pueden entenderse como constituidas por dos componentes: un contenido y una actitud hacia este contenido.[13]​ Desde este punto de vista, el contenido de una intenci�n es el plan de acci�n en cuesti�n y la actitud implica un compromiso para ejecutar esta acci�n.[12]​ Intenciones pueden compartir el mismo contenido con otros estados mentales, como creencias y deseos. Pero los diferentes estados mentales se distinguen entre s� en relaci�n con sus actitudes.[12][13]​ Admirar la idea de ayudar a los pobres, por ejemplo, es diferente de tener la intenci�n de ayudar a los pobres, aunque ambos estados comparten el mismo plan como su contenido.[12]​ Una diferencia entre deseos e intenciones es que intenciones imponen m�s restricciones a su contenido.[8]​ Esto incluye que intenciones se dirigen a posibles cursos de acci�n, es decir, que involucran algo que el agente puede hacer o, al menos, piensa que puede hacer.[8][9][10][11]​ Deseos, por otro lado, no involucran esta forma de restricci�n.[8]​ En este sentido, es posible desear un tiempo soleado para ma�ana, pero no tener la intenci�n de un tiempo soleado para ma�ana.

Un aspecto central de intenciones con respecto a la actitud hacia su contenido es que el agente se ha comprometido con el plan en cuesti�n. Esto es diferente de simplemente querer hacer algo y pensar que hacerlo ser�a bueno.[12][10]​ A veces se argumenta que este compromiso consiste en un juicio total de que el curso de acci�n previsto es bueno.[9][11][19]​ Desde este punto de vista, intenciones eval�an su curso de acci�n previsto como bueno considerando todo. Este aspecto contrasta con los deseos, que eval�an su objeto simplemente como bueno en alg�n sentido, sin embargo, dejan abierto si es malo en otro sentido.[9][11][19]​ Alguien que todav�a est� deliberando sobre si realizar una determinada acci�n, por ejemplo, todav�a no se ha comprometido a realizarla y, por lo tanto, carece de la intenci�n correspondiente.[12][10]​ Se ha argumentado que esta forma de compromiso o de estar decidido es exclusiva de las intenciones y no se encuentra en otros estados mentales como creencias o deseos. En este sentido, intenciones pueden estar basadas en o acompa�adas por creencias y deseos, pero no son reducibles a ellos.[12][13]

Otro aspecto importante de intenciones es que tienen condiciones de satisfacci�n, como creencias y deseos.[10][20]​ Esto significa que intenciones son o exitosas o fallidas. Una intenci�n que produce la acci�n prevista es una intenci�n exitosa. Pero si el comportamiento producido no alcanza su objetivo, la intenci�n es fallida.[12][20]​ El contenido de la intenci�n determina sus condiciones de satisfacci�n. El �xito generalmente no depende completamente del agente, ya que varios factores fuera del control y la conciencia del agente pueden influir en el �xito de la acci�n intentada.[12]

Intenci�n e intencionalidad

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El significado del t�rmino "intenci�n" es diferente del t�rmino "intencionalidad", a pesar de que los dos est�n estrechamente relacionados.[21][22]​ La intencionalidad es el t�rmino m�s general: se refiere al poder de las mentes para representar cosas, propiedades y estados de cosas. Las intenciones son una forma de intencionalidad, ya que sus contenidos representan posibles cursos de acci�n.[23]​ Pero hay otras formas de intencionalidad, como simples creencias o percepciones, que no involucran intenciones.[23]​ El adjetivo "intencional" es ambiguo, ya que puede referirse tanto a las intenciones cuanto a la intencionalidad.[24]

Teor�as de la intenci�n

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Las teor�as de la intenci�n tratan de captar los rasgos caracter�sticos de intenciones. Algunos relatos se centran m�s en intenciones prospectivas o inmediatas, mientras que otros apuntan a proporcionar un relato unificado de estos diferentes tipos de intenci�n.[9]

Teor�a de creencia y deseo

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El enfoque tradicionalmente dominante reduce intenciones a creencias y deseos de acci�n.[8][9][10]​ Un deseo de acci�n es un deseo de realizar una acci�n.[12]​ Desde este punto de vista, tener la intenci�n de hacer deporte ma�ana es tener el deseo de hacer deporte ma�ana junto con la creencia de que uno har� deporte ma�ana.[8]​ Algunos relatos tambi�n sostienen que esta creencia se basa en el deseo: uno cree que lo har� porque desea hacerlo.[9]​ Una definici�n similar ve las intenciones como "expectativas autocumplidas que est�n motivadas por un deseo de su cumplimiento y que se representan a s� mismas como tales".[9]​ Una virtud importante de este enfoque es su simplicidad y su poder explicativo. Tambi�n consigue dar cuenta del hecho de que parece haber una estrecha relaci�n entre lo que se cree, lo que se desea y lo que se tiene intenciones de hacer. Pero en la literatura contempor�nea se han presentado varios argumentos en contra de esta reducci�n.[8][12][9]​ A menudo adoptan la forma de contraejemplos, en los que hay tanto una creencia correspondiente como un deseo sin una intenci�n o una intenci�n sin uno de estos componentes.[11]​ Esto a veces se explica en relaci�n con la idea de que intenciones implican una forma de compromiso sobre el curso de acci�n previsto por parte del agente.[12][10]​ Pero este aspecto no est� presente en creencias y deseos por s� mismos.[12]​ Por ejemplo, al considerar si responder a un insulto a trav�s de represalias, el agente puede tener tanto el deseo de hacerlo como la creencia de que acabar� haci�ndolo, bas�ndose en c�mo actu� en el pasado. Sin embargo, el agente a�n puede carecer de la intenci�n correspondiente, ya que no est� completamente decidido.[12]​ Tambi�n es posible tener la intenci�n de hacer algo sin creer que uno realmente lo har�, porque el agente ten�a intenciones similares antes y tampoco actu� en consecuencia entonces o porque el agente no est� seguro de si tendr� �xito.[11][9]​ Pero se ha argumentado que una relaci�n m�s d�bil entre intenciones y creencias puede obtener, por ejemplo, que las intenciones implican la creencia de que existe la posibilidad de lograr lo que uno pretende.[11]

Otra objeci�n se centra en la diferencia normativa entre creencias e intenciones.[9]​ Esto es relevante para casos en los que el agente no act�a de acuerdo con el curso de acci�n previsto, por ejemplo, debido a tener una voluntad d�bil. Este tipo de falla es diferente del mero error epist�mico de predecir incorrectamente el propio comportamiento. Sin embargo, varias teor�as de creencia y deseo son incapaces de explicar esta diferencia normativa.[9]​ Otros argumentos se centran en las disimilitudes entre estos estados. Por ejemplo, uno puede desear cosas imposibles, pero no puede tener la intenci�n de hacer lo que piensa que es imposible. Y mientras que creencias pueden ser verdaderas o falsas, esto no se aplica a intenciones.[8]

Teor�a de evaluaci�n

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Otro enfoque prominente, debido a Donald Davidson, ve intenciones como actitudes evaluativas. Desde su punto de vista, deseos son actitudes evaluativas condicionales, mientras que intenciones son actitudes evaluativas incondicionales.[11][9][19]​ Esto significa que deseos ven su objeto como positivo en cierto aspecto, mientras que intenciones ven su objeto como positivo en general o considerando todo. As�, el agente puede tener el deseo de ir al gimnasio porque es saludable, mientras que su intenci�n de ir al gimnasio se basa en la evaluaci�n de que es bueno considerando todo.[11]​ Esta teor�a est� estrechamente relacionada con la teor�a de creencia y deseo explicada anteriormente, ya que tambi�n incluye la idea de que creencias est�n involucradas en intenciones. En este caso, la creencia en cuesti�n no es una creencia de que uno realizar� la acci�n, sino una creencia de que la acci�n en cuesti�n es un medio para alcanzar el fin evaluado positivamente.[9][19]

Esta teor�a ha sido criticada con base en la idea de que hay una diferencia entre evaluar un curso de acci�n y comprometerse con un curso de acci�n. Esta diferencia es importante para explicar casos de akrasia, es decir, que personas no siempre hacen lo que creen que ser�a mejor hacer.[11][25][26][9][19][8]​ Un ejemplo de akrasia es un autor que cree que lo mejor ser�a trabajar en su nuevo libro, pero acaba viendo la televisi�n en su lugar, a pesar de su actitud evaluativa incondicional a favor de trabajar. En este sentido, intenciones no pueden ser actitudes evaluativas incondicionales, ya que es posible tener la intenci�n de hacer una alternativa mientras se tiene una actitud evaluativa incondicional hacia otra alternativa.[9][19]

Teor�a del deseo m�s fuerte

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Otra teor�a se centra exclusivamente en la relaci�n entre intenci�n y deseo. Afirma que la intenci�n de hacer algo consiste en desearlo con el mayor grado.[11][27][28]​ La afirmaci�n de que intenciones van acompa�adas de deseos es generalmente aceptada. Pero hay varios argumentos en contra de la afirmaci�n de que intenciones no son m�s que deseos. Suelen centrarse en casos en los que personas tienen la intenci�n de hacer algo diferente de su deseo predominante.[29]​ Por ejemplo, el agente puede tener la intenci�n de ir al gimnasio aunque tiene un deseo mucho m�s fuerte de ir al pub en su lugar. Esto puede deberse a que el agente piense que ir al gimnasio es mejor aunque esto no est� en sinton�a con sus deseos.[11]​ Otro contraejemplo proviene de casos en los que el agente a�n no ha formado una intenci�n a pesar de que un deseo es predominante.[11]​ Una teor�a estrechamente relacionada entiende intenciones como disposiciones para actuar y deseos como disposiciones para formar intenciones, es decir, como disposiciones de orden superior para actuar.[11]

Intenci�n como acci�n

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La mayor�a de las teor�as de la intenci�n ven intenciones como estados mentales que est�n estrechamente relacionados con acciones, pero pueden ocurrir sin la acci�n correspondiente en cuesti�n. Elizabeth Anscombe y sus seguidores proporcionan un relato alternativo que niega la distinci�n entre intenciones y acciones.[9][30][20]​ Desde este punto de vista, tener la intenci�n de alcanzar un objetivo ya es una forma de actuar hacia este objetivo y, por lo tanto, no es un estado mental distinto. Esto significa que cuando uno tiene la intenci�n de visitar el zoo el pr�ximo jueves, ya est� en camino de hacerlo.[9]​ Un punto fuerte de esta teor�a es que ofrece una explicaci�n unificada de intenciones: no necesita distinguir entre intenciones prospectivas e inmediatas, ya que todas las intenciones son intenciones inmediatas.[9][30]

Un contraargumento obvio a esta posici�n es que, en el ejemplo del zoo anterior, uno no est� haciendo nada actualmente para realizar este plan.[30]​ Los defensores han rechazado este argumento tratando de dilucidar c�mo incluso los pasos preparatorios m�nimos ya pueden considerarse parte de la acci�n.[9]​ Tales pasos pueden incluir, por ejemplo, no hacer ning�n otro plan que pueda interferir con el plan en cuesti�n, como planificar una cita diferente al mismo tiempo en un lugar diferente. Otra objeci�n se basa en la observaci�n de que no todas las intenciones tienen �xito, es decir, que uno puede tener la intenci�n de hacer algo pero no hacerlo.[9]​ Por ejemplo, uno puede tener la intenci�n de seguir la ruta m�s corta a casa, pero tomar un giro equivocado y, por lo tanto, no realizar la acci�n correspondiente. En tales casos, se puede argumentar que la intenci�n estaba presente mientras que la acci�n estaba ausente, es decir, el agente ten�a la intenci�n de tomar la ruta m�s corta, sin embargo, no tom� la ruta m�s corta. La posibilidad de que los dos se separen sugerir�a que no son id�nticos.[9]

Teor�a de autorreferencialidad

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La teor�a de autorreferencialidad afirma que una caracter�stica central de intenciones es que son autorreferenciales.[11]​ Esto significa que intenciones no solo representan el curso de acci�n previsto, sino que tambi�n se representan a s� mismas como la causa de la acci�n. Desde este punto de vista, la intenci�n de ir al gimnasio se representa a s� misma como la causa de ir al gimnasio.[11][9][31][32]​ Una motivaci�n importante para aceptar una teor�a de autorreferencialidad es explicar un cierto tipo de caso: un caso en el que el comportamiento es exactamente como estaba previsto, pero la intenci�n no caus� el comportamiento en absoluto o no lo caus� de la manera correcta.[31][32]​ Por ejemplo, el agente tiene la intenci�n de disparar a un intruso y luego se asusta por una sombra en movimiento, lo que hace que su dedo se mueva, disparando as� al intruso.[11]​ A menudo se afirma que, en tales casos, el comportamiento en cuesti�n no constituye una acci�n intencional, es decir, que el agente no dispar� al intruso intencionalmente, a pesar de tener la intenci�n de disparar al intruso y de disparar al intruso.[11]​ Esta paradoja puede resolverse a trav�s de teor�as de autorreferencialidad. El comportamiento en cuesti�n no es una acci�n intencional porque la intenci�n no se realiz� correctamente: causar el comportamiento fue parte de la intenci�n pero no ocurri� de la manera correcta.[31][32]​ Por lo general, se acepta que intenciones tienen que causar el comportamiento correspondiente de la manera correcta para que surjan acciones intencionales. Sin embargo, la afirmaci�n de que esto ocurre en el nivel del contenido de la intenci�n, es decir, que la intenci�n se representa a s� misma como causante del comportamiento, a menudo es impugnada.[11][9][31][32]​ En cambio, se ha argumentado que el contenido de intenciones consiste �nicamente en el plan de acci�n correspondiente, sin representar la intenci�n en s� misma y su relaci�n causal con la ejecuci�n de este plan.[11]

Tipos de intenciones

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Algunas dificultades para comprender intenciones se deben a diversas ambig�edades e inconsistencias en el uso del t�rmino en el lenguaje ordinario. Por esta raz�n, los te�ricos suelen distinguir varios tipos de intenciones para evitar malentendidos y especificar claramente lo que se investiga.[10]

Prospectivo e inmediato

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Una diferencia importante entre intenciones es la que existe entre las intenciones prospectivas y las inmediatas.[8][9][10]​ Las intenciones prospectivas, tambi�n llamadas "prior intentions", implican una visi�n del futuro: son planes mantenidos por el agente para realizar alg�n tipo de acci�n en el futuro. Son diferentes de simplemente desear realizar esta acci�n, ya que el agente se ha comprometido a seguirlos cuando llegue el momento.[8][9][10]​ En este sentido, a veces se sostiene que los deseos eval�an su objeto solo en relaci�n con un aspecto espec�fico, mientras que los compromisos en intenciones se basan en una evaluaci�n global. Desde este punto de vista, el curso de acci�n previsto se eval�a no solo como bueno en un aspecto, sino como bueno considerando todo.[9][11][19]​ En algunos casos, la intenci�n puede apuntar hacia un futuro muy lejano, como cuando un adolescente decide que quiere convertirse en presidente alg�n d�a.[33]​ En otros casos, la formaci�n de la intenci�n prospectiva solo precede ligeramente a la acci�n, como cuando el agente tiene la intenci�n de rascarse la espalda y lo hace de inmediato.[33]​ El compromiso con el curso de acci�n es reversible. Entonces, si el agente encuentra buenas razones m�s tarde para no seguir adelante, la intenci�n puede ser abandonada o reformulada. En este sentido, tener una intenci�n prospectiva de realizar una acci�n espec�fica no garantiza que esta acci�n se vaya a ejecutar realmente m�s tarde.[8][12][33]

Las intenciones inmediatas, tambi�n conocidas como "intentions-in-action", son intenciones que gu�an al agente mientras est� realizando la acci�n correspondiente.[8][9][10][33]​ Est�n estrechamente relacionadas con el sentido de agencia.[34][35][36]​ El compromiso del agente con el curso de acci�n en cuesti�n consiste en su ejecuci�n activa del plan. Pero no todas las formas de comportamiento humano son intencionales. Levantar la mano puede ocurrir intencionalmente o no, por ejemplo, cuando un alumno quiere se�alar al profesor que tiene una pregunta, en contraste con un reflejo corporal involuntario.[33]​ A menudo se sostiene que un aspecto central de las intenciones inmediatas es que el agente sabe lo que est� haciendo y por qu� lo est� haciendo.[9][33]​ Esto significa que la acci�n va acompa�ada de una cierta forma de conocimiento que est� ausente en el comportamiento meramente �til. Este aspecto se utiliza a veces para contrastar el comportamiento de humanos y animales.[9]​ No existe un acuerdo general de que todas las acciones intencionales vayan acompa�adas de este tipo de conocimiento. Una raz�n para dudar de esto es que, incluso en el caso de las acciones intencionales, el agente no siempre es capaz de articular lo que est� haciendo y por qu� lo est� haciendo. Algunos defensores tratan de explicar esto sosteniendo que el conocimiento correspondiente est� all�, incluso si no es consciente.[9]

Proximal y distal

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Las intenciones prospectivas pueden clasificarse en funci�n de la distancia a la que planifican. Las intenciones proximales implican planes para lo que uno quiere hacer inmediatamente, mientras que las intenciones distales planifican m�s adelante.[12][10][37][38][39][40]​ La misma intenci�n puede ser tanto proximal cuanto distal si se dirige tanto a lo que se har� ahora cuanto a lo que se har� m�s adelante. Por ejemplo, decidir empezar a ver una pel�cula ahora en una sola sesi�n implica una intenci�n que es a la vez proximal y distal.[12]​ Esta distinci�n es importante, ya que muchos cursos de acci�n son demasiado complejos para representarlos de una vez con todo detalle. En cambio, por lo general, solo las intenciones proximales involucran representaciones detalladas, mientras que las intenciones distales pueden dejar su objeto vago hasta que se vuelva m�s relevante para la tarea en cuesti�n. Pero las intenciones distales siguen desempe�ando un papel importante en guiar la formaci�n de intenciones proximales.[12]​ Un plan simple para comprar bater�as en la tienda de electr�nica cercana, por ejemplo, implica muchos pasos, como ponerse los zapatos, abrir la puerta, cerrarla y bloquearla, ir al sem�foro, girar a la izquierda, etc. Estos pasos no se representan con todo detalle mientras el agente se pone los zapatos. Un aspecto central de este proceso es la capacidad del agente para monitorear el progreso en relaci�n con la intenci�n proximal y ajustar el comportamiento actual en consecuencia.[12]​ De esta manera, la intenci�n tiene la capacidad de coordinar el comportamiento del agente a lo largo del tiempo. Aunque tanto las intenciones proximales cuanto las distales son relevantes para el sentido de agencia, se ha argumentado que las intenciones distales conducen a un sentido de agencia m�s fuerte.[40]

Motivacional y oblicua

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Las acciones intencionales realizadas por agentes suelen llevar consigo un gran n�mero de consecuencias mayores o menores. El agente generalmente es inconsciente de muchas de ellas. En relaci�n con estas consecuencias, el agente est� actuando de forma no intencional.[10]​ Otras consecuencias son anticipadas por el agente. Algunas son motivacionales porque constituyen la raz�n del agente para realizar la acci�n. Un tercer tipo implica consecuencias de las que el agente es consciente, pero que no desempe�an un papel importante en la motivaci�n del agente. Estos son los objetos de las intenciones oblicuas: implican efectos secundarios que el agente soporta para realizar su intenci�n principal.[12][11][8][10][41]​ Por ejemplo, Ted no sabe que fumar causa c�ncer de vejiga, pero sabe que le ayuda a lidiar con el estr�s y que causa c�ncer de pulm�n. Su raz�n para fumar es lidiar con el estr�s. Aumentar su riesgo de c�ncer de pulm�n es un efecto secundario que soporta. Entonces, cuando fuma, Ted aumenta su riesgo de c�ncer de vejiga de manera no intencional, su intenci�n motivacional es lidiar con el estr�s, mientras que aumentar su riesgo de c�ncer de pulm�n es una intenci�n oblicua. Las intenciones motivacionales son la forma paradigm�tica de intenciones y constituyen el foco principal de la literatura acad�mica sobre intenciones.[8]

Estas distinciones son relevantes para la moralidad y el derecho.[12][41]​ Cometer un delito sin intenci�n, por ejemplo, suele considerarse un delito menos grave que cometer el mismo delito intencionalmente.[12][41]​ A menudo se habla de negligencia en contraste con tener malas intenciones. Por lo general, se sostiene que las consecuencias malas intencionadas oblicuamente tienen m�s peso a nivel moral que las consecuencias malas no intencionadas.[8]​ No hay consenso sobre si un comportamiento oblicuamente intencionado constituye una acci�n intencional, por ejemplo, si es correcto afirmar que los fumadores conscientes de los peligros da�an su salud intencionalmente.[11]

Racional e irracional

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Las intenciones son racionalmente evaluables: son o racionales o irracionales. En este sentido, contrastan con estados mentales arracionales, como impulsos o experiencias de mareo, que est�n fuera del dominio de la racionalidad.[42]​ Se han propuesto varios criterios para la racionalidad de intenciones.[11][10]​ Algunos sostienen que intenciones se basan en deseos y creencias y que, por lo tanto, su racionalidad depende de estos deseos y creencias.[43][44]​ Desde este punto de vista, los deseos presentan ciertas metas, las creencias presentan los medios necesarios para alcanzar estas metas y las intenciones constituyen compromisos para realizar los medios hacia estas metas. En este sentido, una intenci�n basada en estados irracionales es irracional en s� misma.[43]​ Por ejemplo, la intenci�n de curarse mediante el poder de cristales es irracional si se basa en una creencia irracional sobre el poder curativo de cristales. Pero la irracionalidad tambi�n puede surgir si dos intenciones no son consistentes entre s�, es decir, si el agente tiene la intenci�n de realizar una acci�n y de realizar otra acci�n mientras cree que estas dos acciones son incompatibles entre s�.[9][45]​ Una forma de irracionalidad estrechamente relacionada se aplica a la relaci�n entre medios y fines. El llamado principio de coherencia medio-fin (principle of means-end coherence) sostiene que es irracional tener la intenci�n de realizar una acci�n sin tener la intenci�n de realizar otra acci�n mientras se cree que esta �ltima acci�n es necesaria para lograr la primera.[9][46][45]​ Por ejemplo, ser�a irracional tener la intenci�n de volverse saludable si el agente piensa que hacer ejercicio es necesario para volverse saludable pero no est� dispuesto a ejercer.[46]​ En tal caso, todav�a puede ser racional que el agente desee estar saludable, sin embargo, la intenci�n correspondiente no lo es. Este principio se expresa en el proverbio "quien quiere el fin, quiere los medios".[47]​ Tambi�n se ha sugerido que otros requisitos de racionalidad se refieren a la coherencia entre creencias y intenciones.[10]

Consciente e inconsciente

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De especial importancia para la psicolog�a y el psicoan�lisis es la diferencia entre intenciones conscientes e inconscientes.[48][49]​ Las intenciones inconscientes se utilizan a menudo para explicar casos en los que un agente se comporta de cierta manera sin ser consciente de esto.[50]​ Esto es especialmente relevante si el comportamiento est� claramente dirigido a un objetivo, mientras el agente no tiene la intenci�n consciente de perseguir este objetivo o ni siquiera es consciente de tenerlo. Al principio, las intenciones inconscientes suelen ser atribuidas al agente por los espectadores y solo pueden ser reconocidas por el propio agente retrospectivamente.[51]​ Pero esta forma de explicaci�n no siempre es concluyente, ya que, al menos en algunos casos, tambi�n hay otras explicaciones. Por ejemplo, algunos comportamientos pueden explicarse como la ejecuci�n de un h�bito ciego, que puede ocurrir sin conciencia ni intenci�n.[50]

Varios ejemplos prominentes, debidos a Sigmund Freud, involucran lapsus linguae, como declarar que una reuni�n est� cerrada cuando uno tiene la intenci�n de abrirla.[52]​ Freud ve tales fen�menos no como errores involuntarios, sino que les atribuye un significado m�s profundo como expresiones de deseos inconscientes. Como ventana al inconsciente, interpretar las intenciones inconscientes detr�s de tales fen�menos y aumentar la conciencia del paciente sobre ellas son aspectos importantes del psicoan�lisis freudiano.[52][51][53]​ Pero no hay un acuerdo general sobre si este tipo de comportamiento debe considerarse como un comportamiento intencional.[54]​ Las intenciones inconscientes tambi�n se utilizan a veces para explicar comportamiento aparentemente irracional. En este sentido, se ha afirmado que el lavado de manos excesivo visto en algunas personas con el trastorno obsesivo-compulsivo puede estar motivado por una intenci�n inconsciente de lavar la culpa, aunque la persona pueda citar razones muy diferentes cuando se le pregunta.[50][55]

Los cr�ticos de la noci�n de "intenciones inconscientes" han planteado dudas sobre la evidencia emp�rica citada a favor de las intenciones inconscientes, que a menudo se basan en interpretaciones dependientes de varias suposiciones controvertidas.[52]​ Otra l�nea de argumentaci�n se dirige contra el concepto de "intenci�n inconsciente" en s� mismo.[52][50]​ Seg�n este punto de vista, es incoherente hablar de los estados mentales en cuesti�n como intenciones inconscientes. La raz�n dada para esto es que la intenci�n de algo debe ir acompa�ada de alguna forma de autoconocimiento por parte del agente sobre lo que se pretende. Esto no ser�a posible si el estado mental es inconsciente.[52][50]

Otros

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En la literatura acad�mica se encuentran varias otras distinciones entre tipos de intenciones. Las intenciones condicionales son intenciones de hacer algo solo en caso de que se cumpla una cierta condici�n.[43]​ Planear devolver un libro a una amiga con la condici�n de que ella lo pida es un ejemplo de una intenci�n condicional. Tener la intenci�n incondicional de devolver el libro, por otro lado, implica planear devolverlo independientemente del comportamiento de la amiga.[43]​ Las intenciones incondicionales son m�s fuertes en el sentido de que el agente est� completamente comprometido con el curso de acci�n sin depender de la presencia de una condici�n desencadenante.[43]

Tambi�n se puede distinguir entre las intenciones que act�an como medios para otras intenciones y las intenciones de hacer algo por s� mismo.[56][9]​ Esto est� estrechamente relacionado con la diferencia entre deseos intr�nsecos e instrumentales. Por ejemplo, una intenci�n de ir al supermercado puede basarse en otra intenci�n: la intenci�n de comer. Debido a esta dependencia, el agente no habr�a formado la intenci�n anterior si la �ltima intenci�n hubiera estado ausente.[56]​ En casos normales, la intenci�n instrumental desaparece si la intenci�n en la que se basa ya no existe. En el ejemplo anterior, el agente puede abandonar la intenci�n de ir al supermercado si su m�dico le recomienda que comience a ayunar. Pero hay casos especiales en los que la intenci�n instrumental persiste, lo que a veces se denomina inercia motivacional.[57]

Formaci�n de intenciones

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Las intenciones pueden surgir de diferentes maneras. El tipo paradigm�tico de formaci�n de intenciones ocurre a trav�s de la raz�n pr�ctica en forma de decisiones.[58]​ En este caso, el agente considera varias alternativas y luego elige la m�s favorable. Esta elecci�n resulta en un compromiso con el plan de acci�n elegido y, por lo tanto, constituye la formaci�n de una intenci�n. A menudo, la elecci�n en s� misma est� precedida por deliberaci�n. La deliberaci�n consiste en formular cursos de acci�n prometedores y evaluar su valor considerando las razones a favor y en contra de ellos.[59]​ Un ejemplo de este tipo de formaci�n de intenciones es un estudiante que est� despierto toda la noche pensando si quiere especializarse en ingl�s y finalmente decide hacerlo.[12][10]​ Pero no todas las decisiones van precedidas de deliberaci�n y no todos los actos de deliberaci�n resultan en una decisi�n. Otro tipo de formaci�n de intenciones ocurre sin tomar ninguna decisi�n expl�cita. En tales casos, el agente simplemente se encuentra comprometido con el curso de acci�n correspondiente sin decidir conscientemente a favor o en contra de sus alternativas.[12]​ Este es el caso de muchas acciones realizadas por h�bito. Por ejemplo, desbloquear habitualmente la puerta de la oficina por la ma�ana suele ser una acci�n intencional que ocurre sin una decisi�n expl�cita previa para hacerlo.[12]​ Se ha argumentado que decisiones pueden entenderse como un tipo de acci�n mental que consiste en resolver la incertidumbre sobre qu� hacer.[10]​ Decisiones suelen verse como un cambio moment�neo de no tener la intenci�n a tenerla. Esto contrasta con la deliberaci�n, que normalmente se refiere a un proceso prolongado.[10]​ Pero estas distinciones t�cnicas no siempre se reflejan en el uso de los t�rminos en el lenguaje ordinario.[10]

Funciones psicol�gicas

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Las intenciones tienen varias funciones psicol�gicas en la mente del agente. Algunos te�ricos de intenciones incluso basan su definici�n de intenciones en las funciones que ejecutan. Intenciones son responsables de iniciar, mantener y terminar acciones. En este sentido, est�n estrechamente relacionadas con la motivaci�n.[10]​ Tambi�n ayudan a guiar la acci�n y tratan de coordinar el comportamiento del agente a lo largo del tiempo.[12]​ Una funci�n similar de intenciones es coordinar el comportamiento propio con el de otros agentes, ya sea formando intenciones conjuntamente o reaccionando a las intenciones que otros ya tienen.[12]​ Esto permite varias formas complejas de cooperaci�n. No todas las formas de comportamiento humano est�n guiadas por intenciones. Esto se refiere, por ejemplo, a reflejos corporales como estornudar u otros procesos incontrolados como la digesti�n, que ocurren sin seguir un plan mental previamente elaborado. Intenciones est�n �ntimamente relacionadas con la raz�n pr�ctica, es decir, con las razones por las que actuamos. Estas razones suelen explicarse en t�rminos de creencias y deseos.[10]​ Por ejemplo, la raz�n del agente para cruzar una carretera puede consistir en su deseo de llegar al otro lado y su creencia de que esto se logra cruz�ndola.[10]​ Debido a esta estrecha conexi�n con el comportamiento, intenciones se utilizan con frecuencia para explicar por qu� personas se involucran en cierto comportamiento. Tales explicaciones son a menudo teleol�gicas en el sentido de que citan el objetivo previsto como la raz�n del comportamiento.[16][18]

Relaci�n con otros conceptos

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Creencias y deseos

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Las intenciones est�n estrechamente relacionadas con otros estados mentales, como creencias y deseos.[10]​ En general, se acepta que intenciones implican alguna forma de deseo: la acci�n prevista se considera buena o deseable en alg�n sentido.[9]​ Este aspecto hace posible que intenciones motiven acciones. Se han sugerido varias formas de c�mo intenciones se relacionan con creencias. Por un lado, parece imposible tener la intenci�n de hacer algo que uno cree que es imposible.[9]​ Algunos relatos van m�s all� y sugieren que intenciones implican la creencia de que uno realizar� la acci�n en cuesti�n.[9][8][12]​ Adem�s de eso, se ha propuesto que creencias son necesarias para que intenciones conecten el comportamiento con el objetivo previsto. Desde este punto de vista, las intenciones implican la creencia de que el comportamiento previsto causar�a el objetivo previsto.[9][19]

Acci�n

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En la filosof�a de la acci�n, una pregunta central es c�mo deben definirse acciones, es decir, en qu� se diferencian de otros tipos de eventos como un amanecer, la aver�a de un coche o la digesti�n. El enfoque m�s com�n a esta pregunta define acciones en t�rminos de intenciones.[12]​ Seg�n Donald Davidson, una acci�n es un evento que es intencional bajo alguna descripci�n. Desde este punto de vista, un aspecto central de acciones es que son causadas por un estado mental de un agente: su intenci�n.[60][61][9]​ Otro aspecto importante es que esta causaci�n ocurre de la manera correcta, es decir, que la intenci�n causa el evento que plane� y que el evento es causado usando las habilidades del agente. Estos requisitos adicionales son necesarios para excluir las llamadas cadenas causales desviadas (wayward causal chains), es decir, casos en los que el comportamiento previsto ocurre, pero la intenci�n correspondiente no caus� el comportamiento en absoluto o no lo caus� de la manera correcta.[62][63][9][10]

Algunos fil�sofos han rechazado este estrecho v�nculo entre acci�n e intenci�n. Esta cr�tica se basa en la idea de que una persona puede realizar una acci�n intencionalmente sin tener la intenci�n correspondiente de realizarla.[11][9][10]​ Hacer algo intencionalmente suele asociarse a hacerlo por una raz�n. La pregunta entonces es si es posible hacer algo por una raz�n sin tener la correspondiente intenci�n.[9][10]​ Esto es especialmente relevante para acciones simples que forman parte de rutinas m�s grandes. Caminar al cine, por ejemplo, implica dar varios pasos. Seg�n este argumento, cada paso es una acci�n intencional, pero el agente no forma una intenci�n distinta para cada paso. En cambio, la mayor�a de ellos no son representados expl�citamente por la mente.[11]​ Otro contraejemplo contra la tesis de que realizar una acci�n intencionalmente implica tener la intenci�n de realizarla se basa en la conciencia de efectos secundarios no intencionales, a veces denominados intenciones oblicuas.[8][11][12]​ Un ejemplo consiste en un presidente que decide respaldar un nuevo proyecto para aumentar las ganancias a pesar de su impacto negativo en el medio ambiente. En este caso, se ha argumentado que el presidente da�a el medio ambiente intencionalmente sin la intenci�n de hacerlo.[10]

Puzzle de la toxina

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Un experimento mental bien conocido sobre la relaci�n entre intenci�n y acci�n es el puzzle de la toxina debido a Gregory Kavka.[12][64][65]​ Se trata de un multimillonario que ofrece al agente un mill�n de d�lares por formar al final del d�a la intenci�n de beber un frasco de toxina al d�a siguiente. La toxina enferma a una persona por un d�a, pero no tiene ning�n efecto duradero aparte de esto. No importa si el agente realmente bebe la toxina al d�a siguiente, lo �nico que importa es que tenga la intenci�n de hacerlo al final de hoy.[12][64][65]​ El puzzle se refiere a la cuesti�n de si es realmente posible formar esta intenci�n. La raz�n para dudar de esto es que una vez que el agente ha formado la intenci�n y recibido el dinero, ya no tiene ninguna raz�n para beber la toxina: este paso es opcional. Sin embargo, si sabe desde el principio que no va a beber la toxina, es muy cuestionable si realmente puede formar la intenci�n correspondiente.[12][64][65]​ Esto est� estrechamente relacionado con la idea de que tener la intenci�n de hacer algo implica creer que uno lo har�.[9][8][12]​ Pero ya que el agente no tiene ninguna raz�n para hacerlo una vez que ha recibido el dinero, no creer�a que lo har�a. Esto va en contra de la idea de que puede tener la intenci�n de hacerlo desde el principio.[12]

Varios fil�sofos coinciden en que es imposible formar este tipo de intenci�n.[66]​ Su objetivo suele ser encontrar un principio general que explique por qu� es as�. Varios relatos se centran en la idea de que la raz�n para realizar la acci�n est� ausente cuando llega el momento de realizarla.[66][65]​ As�, el agente tiene una raz�n para formar la intenci�n hoy, pero no una raz�n para realizar la acci�n ma�ana. Por lo tanto, la raz�n para formar la intenci�n es diferente de la raz�n para realizar la acci�n. Esto a veces se expresa diciendo que el agente tiene el "tipo equivocado de raz�n" (wrong type of reason) para formar la intenci�n. Por esta raz�n, es imposible formar la intenci�n porque el tipo correcto de raz�n para la intenci�n es derivado de la raz�n para la acci�n misma, que est� ausente.[66]

Pero no todos est�n de acuerdo en que formar la intenci�n es imposible. Seg�n la soluci�n racionalista, por ejemplo, es posible formar la intenci�n porque hay una raz�n decisiva para beber la toxina.[65]​ La idea detr�s de este enfoque es que hay dos opciones hoy: (1) no formar la intenci�n y no beber la toxina o (2) formar la intenci�n y beber la toxina.[65]​ Ya que la segunda opci�n maximiza la utilidad, es racional seguirla y beber la toxina. La dificultad de este enfoque tiene que ver con explicar c�mo el agente puede mantener su intenci�n de beber la toxina despu�s de haber recibido el dinero.[65]

Moralidad

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A menudo se sugiere que las intenciones del agente desempe�an un papel central en el valor moral de las acciones correspondientes.[67][68]​ Esto a veces se denomina el "principio de intenci�n": la tesis de que si una acci�n es moralmente permisible a veces depende de la intenci�n del agente para realizar esta acci�n. Seg�n este punto de vista, un acto que de otro modo ser�a permisible puede ser impermisible si est� motivado por malas intenciones.[67]​ Por ejemplo, un m�dico administra una sustancia letal a un paciente que sufre una enfermedad terminal y que da su consentimiento. Los defensores del principio de intención pueden afirmar que depende de la intención del médico si esta acción es permisible. Específicamente, se trata de si se hace con la intención de aliviar el dolor del paciente o con la intención de deshacerse de un enemigo despreciado. Los opositores pueden afirmar que la diferencia moral en cuestión solo se refiere a la evaluación del médico como persona, pero no a su acción.[67][69]​ Desde este punto de vista, hay una diferencia entre los valores morales de personas y de acciones: intenciones afectan al valor moral de personas pero no de acciones.[67][69]​ Los consecuencialistas también suelen rechazar el principio de intención.[67]​ Sostienen que solo importan las consecuencias de una acción, pero no cómo fue motivada.[70][71]​ Según los utilitaristas, por ejemplo, una acción es correcta si produce el mayor bien para el mayor número de personas.[72]​ En algunos casos, incluso las acciones realizadas con malas intenciones pueden tener este efecto.

Immanuel Kant es un famoso defensor del principio de intención. Para él, es fundamental que uno no solo actúe exteriormente de acuerdo con su deber, lo que él denomina "legalidad" (Legalität). En cambio, el agente también debe estar motivado interiormente por la intención correcta, que él denomina "moralidad" (Moralität).[73][74][75][76][77]​ Desde este punto de vista, donar mucho dinero a organizaciones benéficas sigue siendo en cierto sentido moralmente defectuoso si se hace con la intención de impresionar a otras personas. Según Kant, la intención principal siempre debe ser cumplir con el deber: la buena voluntad consiste en cumplir el deber por el deber.[73][77]

El principio de doble efecto es un principio estrechamente relacionado. Establece que hay casos en los que el agente no debe tener la intención de dañar a otros, incluso si este daño se utiliza como medio para un bien mayor. Pero en casos equivalentes, es permisible dañar a otros si este daño es un efecto secundario, o un doble efecto, pero no un medio.[67][69]​ Desde este punto de vista, por ejemplo, el bombardeo de terror de una fábrica de municiones para debilitar la determinación del enemigo matando a todos los civiles que trabajan en ella no es permisible. Pero el mismo ataque como un bombardeo táctico para reducir el suministro de municiones del enemigo es permisible, incluso si se previera la misma cantidad de muertes de civiles como efecto secundario.[69][67]​ Muchos de los argumentos dirigidos al principio de intención se aplican también al principio de doble efecto. Argumentos adicionales se centran en la dificultad de establecer una distinción general entre los medios intencionados y los efectos secundarios anticipados.[69][67]

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