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Pelagio

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Pelagio
Informaci�n personal
Nombre en lat�n Pelagius Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento c. 354 Ver y modificar los datos en Wikidata
Britania (Antigua Roma) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento c. 420 Ver y modificar los datos en Wikidata
Palestina (Israel) Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia Roma, Cartago y Jerusal�n Ver y modificar los datos en Wikidata
Religi�n Iglesia cat�lica Ver y modificar los datos en Wikidata
Informaci�n profesional
Ocupaci�n Te�logo, fil�sofo, monje cristiano y misionero Ver y modificar los datos en Wikidata
Movimiento Pelagianismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Para otras personas del mismo nombre, v�ase Pelagio (desambiguaci�n).

Pelagio (en lat�n Pelagius) fue un monje britano, asc�tico y acusado de heresiarca, que vivi� entre los siglos IV y V d. C. Sufri� una dura persecuci�n por parte de la Iglesia de Roma tras ense�ar ideas her�ticas por los l�deres de �sta, como su negaci�n del posteriormente llamado "dogma del Pecado Original". Parad�jicamente, antes de esto hab�a gozado de cierta popularidad entre la curia romana y el propio san Agust�n de Hipona, que luego ser�a uno de sus m�s feroces cr�ticos, lleg� a definirle como �santo var�n�. Sus ideas fundar�an posteriormente la corriente "her�tica" llamada pelagianismo.

Biograf�a

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Se ignora la fecha y lugar exactos de su nacimiento, aunque se cree que este pudo acontecer alrededor del 354 d. C. en alg�n punto de las islas brit�nicas[1]​ (probablemente Gran Breta�a, aunque se ha sugerido que podr�a ser irland�s). Estudi� teolog�a y hablaba griego y lat�n con fluidez, pero a pesar de que hab�a servido como monje durante a�os, nunca lleg� a ser realmente un cl�rigo. Comenz� a ser conocido en torno al a�o 400, cuando viaj� a Roma.[2]​ Aqu� escribi� algunas de sus mayores obras, como De fidi Trinitatis libri III, Eclogarum ex divinis Scripturis liber unus y un comentario sobre las ep�stolas de San Pablo. La mayor parte de estos trabajos se han perdido hoy en d�a, sobreviviendo escasos fragmentos citados precisamente por sus oponentes.

En Roma, Pelagio observ� con preocupaci�n el relajamiento de la moral cristiana en la sociedad, culpando de este a la teolog�a de la gracia divina que predicaban San Agust�n y otros monjes. Se dice que en torno al a�o 405 oy� una cita de las Confesiones de San Agust�n que dec�a Dame lo que t� ordenes y ordena lo que t� hagas[cita requerida]. Pelagio mostr� su preocupaci�n ante la idea que esta nota encerraba, ya que la consideraba contraria a los postulados tradicionales del Cristianismo sobre la gracia y el libre albedr�o y sosten�a que reduc�a al hombre al papel de mero aut�mata. Que por todo esto, todo el mundo tiene este nombre. Cuando las tropas de Alarico I tomaron y saquearon Roma en 410, Pelagio abandon� la ciudad junto a su disc�pulo Celestio y se instal� en Cartago,[2]​ donde continu� expandiendo su doctrina y lleg� a conocer en persona a San Agust�n.

Controversias

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Es dif�cil exponer una visi�n imparcial de Pelagio y su influencia. Tanto la Iglesia de Roma como las doctrinas protestantes lo consideran her�tico y condenan sus trabajos, hasta el punto de que se han acusado de pelagianismo entre s� en varias ocasiones a lo largo de la Historia. La Iglesia ortodoxa, por su parte, no ha llegado nunca a pronunciarse sobre el tema, pas�ndolo por alto.

San Agust�n

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La r�pida difusi�n del pelagianismo en torno a Cartago, zona donde San Agust�n ten�a su principal base, hizo que este y sus seguidores fueran quienes atacaran de forma m�s pronta y dura las doctrinas de Pelagio. Entre 412 y 415, San Agust�n escribi� cuatro obras dedicadas �nicamente a discutir el pelagianismo: De peccatorum meritis et remissione libri III, De spiritu et litera, Definitiones Caelestii y De natura et gratia. En ninguna de ellas llega a mencionar a Pelagio o Celestio por sus nombres, pero resulta evidente que se refiere a ellos en varias ocasiones. Entre las ideas m�s fuertemente defendidas por San Agust�n (y rechazadas por los pelagianistas) est�n la existencia del pecado original, la necesidad del bautismo en la infancia, la imposibilidad de no cometer pecado si se vive al margen de Cristo y la necesidad de la gracia de este.

San Jer�nimo

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Debido a la oposici�n surgida en �frica, Pelagio abandon� Cartago y se instal� en Palestina, donde ofreci� su amistad al obispo Juan de Jerusal�n. No obstante, tambi�n encontr� oposici�n aqu�, fundamentalmente en la figura de San Jer�nimo de Estrid�n, monje de Bel�n que escribi� contra �l en una carta a Ctesifonte (Dialogus contra pelagianos) y sobre todo en la de Orosio, un disc�pulo hispanorromano de San Agust�n que hab�a sido enviado all� expresamente para aumentar la oposici�n contra Pelagio. En julio de 415, el obispo de Jerusal�n convoc� un s�nodo para discutir la cuesti�n pelagiana, fracasando Orosio en su exposici�n debido a que la hizo en lat�n cuando la mayor�a de los presentes s�lo hablaba y entend�a el griego. Esta primera reuni�n acab� con una cierta inclinaci�n por las tesis de Pelagio acerca de la ausencia del pecado original.

El S�nodo de Di�spolis

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Apenas unos meses despu�s, en diciembre de 415, se convoc� otro s�nodo en Di�spolis (Lod) presidido por un obispo de Cesarea e iniciado por dos obispos que hab�an colgado los h�bitos llegados de Palestina. No asistieron obispos por otras razones que no fueran la principal y Orosio estuvo ausente debido a la oposici�n del obispo Juan. Durante su turno, Pelagio expuso su idea de la necesidad de Dios en la salvaci�n humana, al tiempo que trataba de distanciarse de algunas posiciones de Celestio. As� mismo, mostr� varias cartas de recomendaci�n ante los asistentes, una de ellas escrita a�os atr�s por el propio san Agust�n.

Una vez concluido el S�nodo de Di�spolis, los asistentes dieron su aprobaci�n a Pelagio, considerando que sus doctrinas no quedaban fuera de los postulados de la Iglesia.

Inocencio I

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Cuando Orosio regres� a �frica, se convocaron dos s�nodos en los que se conden� a Pelagio y Celestio, a pesar de que ninguno de los dos asisti� a ellos. Con el fin de dotarlos de validez, san Agust�n y otros cuatro obispos escribieron una carta al papa Inocencio I, inst�ndole a condenar el pelagianismo. Este accedi� sin mucha presi�n, pero muri� poco despu�s, en marzo de 417. Su sucesor fue Z�simo.

Z�simo

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Antes de ser condenado definitivamente, Pelagio escribi� una �ltima carta al papa, De libero arbitrio libri IV, en la que trataba de convencerle una vez m�s de que sus creencias no entraban en conflicto con las defendidas por la Iglesia. El texto, no obstante, nunca lleg� a ser le�do por Inocencio, ya que lleg� a Roma despu�s de la muerte de este y la entronizaci�n de Z�simo en 417. En su interior, Pelagio defend�a que el bautismo infantil era necesario para conseguir la entrada en el Reino de Dios, pero no para conseguir la vida eterna, pues no acababa realmente con el pecado original, sino que el fiel deb�a evitar este mediante la Gracia obtenida al estudiar las escrituras y o�r los sermones. Tras leer la carta, Z�simo (mucho menos estricto que su predecesor) le declar� inocente.

El hecho de que Pelagio y Celestio no fueran finalmente juzgados como herejes, sorprendi� enormemente a san Agust�n, que convoc� un nuevo s�nodo en Cartago en 418. All� expuso nueve creencias defendidas por la Iglesia que eran negadas por el pelagianismo:

  1. La muerte es producto del pecado, no de la naturaleza humana.[3]
  2. Los ni�os deben ser bautizados para estar limpios del pecado original.
  3. La "gracia justificante" (gratia gratum faciens) cubre los pecados ya cometidos y ayuda a prevenir los futuros.
  4. La gracia de Cristo proporciona la fuerza de voluntad para llevar a la pr�ctica los mandamientos divinos.
  5. No existen buenas obras al margen de la gracia de Dios.
  6. La confesi�n de los pecados se hace porque son ciertos, no por humildad.
  7. Los santos piden perd�n por sus propios pecados.
  8. Los santos tambi�n se confiesan pecadores porque realmente lo son.
  9. Los ni�os que mueren sin recibir el bautismo son excluidos tanto del Reino de Dios como de la vida eterna.

Este canon fue aceptado como una creencia universal por la Iglesia, provocando la desaparici�n del pelagianismo en Italia. En la actualidad, la Iglesia cat�lica sigue defendiendo los ocho primeros puntos, pero rechaza el noveno al considerar que los ni�os que mueren sin ser bautizados "quedan confiados a la misericordia de Dios"[1].

Pelagio y la doctrina del libre albedr�o

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Después de Dióspolis, Pelagio escribió dos obras perdidas hace tiempo, "De la Naturaleza" y "Del Libre Albedrío", en las que volvía a defender su concepción de la naturaleza del pecado y arremetía una vez más contra san Agustín, acusándole de estar bajo la influencia del Maniqueísmo al elevar el mal al mismo nivel que Dios, y de contaminar la doctrina cristiana con un fatalismo de origen pagano, según él.

San Agustín se convirtió efectivamente al cristianismo desde el maniqueísmo, doctrina que sostenía la existencia de un espíritu puro creado por Dios en oposición a un cuerpo corrupto y malvado, no creado por este de forma directa. Pelagio discutió la idea de que los humanos pudiesen ser condenados al infierno por hacer algo que en realidad no podían evitar, el pecado, y la identificó con ideas típicas del maniqueísmo, como el fatalismo y la predestinación, totalmente ajenas al concepto de libre albedrío de la humanidad. De acuerdo con los pelagianistas, estos restos de creencia fatalista se apreciaban especialmente en las enseñanzas de Agustín sobre la caída de Adán, que todavía no eran de uso corriente en el momento de iniciarse la confrontación entre ambos. En oposición a ello, Pelagio y sus seguidores defendían que la humanidad era capaz de evitar el pecado, y que la elección de obedecer las órdenes de Dios era responsabilidad de cada persona. Tal idea, sin embargo, no era original de Pelagio y ya en la misma época era defendida en mayor o menor medida por varios pensadores, entre los que no faltaban algunos enfrentados a los pelagianistas por otras cuestiones.

Un ejemplo de la visión pelagiana acerca de la "habilidad moral" para no pecar se puede encontrar en su Carta a Demetria. Mientras se hallaba en Palestina, en 413, Pelagio recibió una carta de la renombrada familia Anicia de Roma. Una de las nobles damas de ésta, que figuraba entre sus seguidores, había escrito a varios teólogos occidentales, entre los que se encontraban San Jerónimo y posiblemente San Agustín, en busca de adoctrinamiento moral de su hija de 14 años, Demetria. Pelagio empleó la carta de respuesta para defender su discurso sobre la moralidad, enfatizando sus ideas sobre la santidad del hombre y su capacidad para elegir una vida donde primase ésta. La carta es probablemente el único escrito que sobrevive escrito de la propia mano de Pelagio, gracias a que, irónicamente, se creyó durante siglos que su autoría correspondía a Jerónimo de Estridón, si bien el propio San Agustín ya hacía referencia al texto y su autoría en su trabajo De la gracia de Cristo.

Muerte y legado

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Pelagio murió probablemente en Palestina en el año 420, según se desprende de algunas fuentes, aunque otras llegan a adjudicarle veinte años más de vida. En cualquier caso, se ignoran las causas y circunstancias de su fallecimiento. Algunos autores sospechan que fue ejecutado, mientras que otros apuntan a que Pelagio pudo huir de los territorios romanos y empezar una nueva vida exiliado en algún lugar de África o el Próximo Oriente.

Las doctrinas pelagianas se siguieron difundiendo tras la muerte de su autor, aunque posiblemente modificadas por los propios seguidores de Pelagio o sus enemigos. Durante un tiempo, el pelagianismo y el semipelagianismo tuvieron seguidores en Britania, Palestina y el norte de África.

Pelagio en la ficción

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The Pelagius Book, de Paul Morgan, es una novela histórica que presenta a Pelagio como un refinado humanista que enfatiza la responsabilidad del individuo frente al fatalismo feroz de san Agustín. En otras novelas, Pelagio tiene apariciones fugaces o es citado en varias ocasiones. Ejemplos de esto son los libros The Black Rood, de Stephen Lawhead, donde Pelagio mantiene una discusión con San Patricio, y la serie A Dream of Eagles de Jack White, uno de cuyos personajes principales es un fiel seguidor de las ideas pelagianas en torno al libre albedrío, razón por la cual acaba entrando en conflicto con los representantes de la Iglesia.

En cuanto al cine, la figura de Pelagio aparece empleada como macguffin en la reciente película El rey Arturo: La verdadera historia que inspiró la leyenda (King Arthur, 2004) dirigida por Antoine Fuqua,[4]​ donde se menciona que fue el mentor del joven Arturo. Al conocer la noticia de su ejecución, Arturo decide renunciar a su lealtad al Imperio romano y ayudar a los britanos y pictos en su lucha contra los invasores sajones. En la versión estrenada en cines de la película, Pelagio no aparece caracterizado, aunque en la versión extendida para DVD se le puede ver en una escena donde conversa con Arturo de niño.

Véase también

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Enlaces externos

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Referencias

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  1. , Oxford Dictionary of National Biography.
  2. a b Fletcher, Richard (1989). Who's Who in Roman Britain and Anglo-Saxon England. Shepheard-Walwyn. pp. 11–12. ISBN 0-85683-089-5. 
  3. «Canons Of The Council Of Carthage, May 1, 418 (translated by Charles Joseph Hefele)». Archivado desde el original el 6 de abril de 2016. Consultado el 7 de diciembre de 2016. 
  4. "King Arthur"