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Sublevación militar del 17 de julio de 1936 en Melilla

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Rebeli�n militar de Melilla
Golpe de Estado de julio de 1936

Mapa del protectorado espa�ol de Marruecos.
Fecha 17 de julio de 1936
Lugar Melilla, Espa�a
Beligerantes
Bandera de Espa�a Rep�blica Espa�ola Bandera de Espa�a[n. 1]Fuerzas sublevadas
Comandantes
Manuel Romerales  Rendici�n
Virgilio Leret Ruiz  Ejecutado
Dar�o Gazapo
Luis Sol�ns
Juan Segu�
Bajas
189 ejecutados M�nimas

La rebeli�n militar de Melilla fue el primer movimiento del golpe de Estado en Espa�a de julio de 1936, que signific� el inicio de la Guerra Civil Espa�ola.

Como ya hab�a previsto el general Mola en sus planes golpistas, en Melilla empezar�a la rebeli�n militar contra la II Rep�blica Espa�ola pero empezar�a el d�a 18, no el 17 como ocurri�. Un registro policial en el centro de la conspiraci�n provoc� que los golpistas adelantaran el golpe, y aunque este hecho no perturb� sus planes, a la larga este adelantamiento s� afectar�a a otras partes de la conspiraci�n. Antes de terminar el d�a 17, los militares sublevados se hab�an hecho con el control de toda la ciudad y sus alrededores, dando el pistoletazo de salida a la rebeli�n del Marruecos espa�ol.

Contexto

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La del Protectorado marroqu� era la mayor guarnici�n espa�ola de todo el ej�rcito, consecuencia de lo conflictivo de la zona (y, especialmente, tras la sangrienta Guerra del Rif). Por tanto, en los planes conspirativos del general Mola contra el gobierno del Frente Popular, la guarnici�n africana era uno de los elementos claves. La sublevaci�n militar que dar�a lugar a la Guerra Civil Espa�ola empezar�a en Melilla. Aunque en Melilla gobernaba el Frente Popular, las posibilidades del gobierno de Madrid frente a una intentona golpista eran m�nimas, dado que la mayor�a de los oficiales de la guarnici�n estaban comprometidos con la conspiraci�n militar, a excepci�n del comandante en jefe de la Circunscripci�n Oriental, el general de brigada Manuel Romerales Quintero, y unos pocos militares fieles al gobierno. En el resto de Marruecos, el comandante en jefe del Ej�rcito de �frica, Agust�n G�mez Morato, o el alto comisario de Marruecos, Arturo �lvarez-Buylla Godino, eran fieles al gobierno.[1]​ Por otro lado, trabajadores espa�oles en Marruecos no dispon�an de armas para defenderse en caso de que estallara una rebeli�n militar.[2]

Desarrollo

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La conspiraci�n en Melilla

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Vista de la parte hist�rica de Melilla.

La noche del 16 al 17 de julio el general Romerales se dio una vuelta por la ciudad, en busca de actividades sospechosas. Durante una parada en la Casa del Pueblo convers� con los dirigentes socialistas. En tono humor�stico, coment�: las masas se mantienen en vela. Regres� a la Comandancia Militar, convencido de que todo marchaba bien.[3]​ Romerales desconoc�a la conspiraci�n que desde hac�a tiempo ven�an organizando algunos oficiales de la guarnici�n.

A la ma�ana siguiente los conspiradores celebraron una reuni�n en la sala de la comisi�n cartogr�fica de la guarnici�n para ultimar los planes. Durante el encuentro el coronel Juan Segu�, jefe local de Falange y tambi�n l�der de la sublevaci�n en el Marruecos oriental, comunic� a los conspiradores el momento en que comenzar�a la sublevaci�n: 5 de la ma�ana del 18 de julio.[3]​ En el �ltimo momento uno de los dirigentes locales de Falange, �lvaro Gonz�lez, inform� sobre los planes de la conspiraci�n al dirigente local del partido Uni�n Republicana (UR), qui�n se lo confi� al presidente de la Casa del Pueblo, y este a su vez dio parte al comandante militar de Melilla, general Romerales.[3]​ Por la tarde, los oficiales golpistas volvieron a la sala de cartograf�a y procedieron a repartir las armas que hab�an guardado all� clandestinamente. Fue entonces cuando lleg� a las inmediaciones el teniente Zaro, que procedi� a rodear el edificio con soldados y guardias de asalto.[3]​ Los conspiradores se vieron sorprendidos por esta acci�n. Uno de aquellos oficiales era el coronel Dar�o Gazapo, tambi�n miembro de Falange. Tras la sorpresa inicial, este fue a entrevistarse con Zaro:

Dar�o Gazapo: �Qu� le trae por aqu�, teniente?.
Zaro: Tengo que registrar el edificio en busca de armas.

Gazapo dijo que se necesitaba una orden del general de la Circunscripci�n y telefone� a Romerales:

Dar�o Gazapo: �Es cierto, mi general, que ha dado usted �rdenes de que se registre el departamento cartogr�fico?.
Romerales: S�, s�, Gazapo, hay que hacerlo.
La Guerra Civil Espa�ola (Hugh Thomas).[4]

Tras la conversaci�n, Gazapo inmediatamente llam� por tel�fono para que una unidad de la Legi�n extranjera acudiera a auxiliarle. Cuando los legionarios llegaron al lugar, Zaro y sus hombres se vieron superados num�ricamente, y se rindieron.[4]​ A continuaci�n otro de los conspiradores, el coronel Segu�, se dirigi� al despacho de Romerales y entr� all� pistola en mano.

El golpe triunfa en Melilla

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En el interior se estaba produciendo una fuerte discusi�n entre unos oficiales que insist�an en que el general deb�a rescindir el mando, y otros que quer�an que resistiese. El presidente Casares Quiroga, que hab�a sido informado de la reuni�n en el departamento cartogr�fico, hab�a telefoneado a Romerales para que detuviera a los oficiales conspiradores. Romerales, sin embargo, no estaba en condiciones de llevar a cabo aquella orden y permanec�a indeciso.[4]​ El coronel Segu� termin� por obligar al general a que se rindiera sin oponer resistencia. Acto seguido, los oficiales sublevados declararon el estado de guerra y ocuparon todos los edificios p�blicos de Melilla en nombre del general Franco como comandante en jefe del Marruecos español. Sin embargo, Franco todavía se encontraba en las Islas Canarias sin haberse sublevado. En Melilla también fueron clausurados la Casa del Pueblo socialista y los demás centros de partidos del Frente Popular, deteniendo además a los dirigentes republicanos y de izquierdas.[4]

En las cercanías de la Casa del Pueblo y en los barrios obreros tuvieron lugar pequeños enfrentamientos, pero la rebelión había sorprendido a los trabajadores y estos carecían de armas. A continuación, todos los detenidos que se habían resistido a la rebelión fueron fusilados, incluidos el general Romerales, el delegado del gobierno y el alcalde de la ciudad.[4]​ Para el anochecer, ya se habían conseguido listas de miembros de sindicatos, partidos de izquierdas y logias masónicas, siendo a continuación detenidas todas las personas que aparecían en ellas. Cualquier persona que se supiera que había votado por el Frente Popular en las elecciones de febrero era objetivo de los rebeldes.[4]​ A partir de entonces la ciudad se rigió de acuerdo por la ley marcial.[1]​ Aquella misma noche del 17 de julio, los sublevados ejecutaron a 189 civiles y militares.[5]​ Unos días después, el 20 de julio, estos abrieron un primer campo de concentración cerca de Melilla.[1]

Cuando el general Gómez Morato se enteró de la sublevación de Melilla, rápidamente tomó un avión y se dirigió al Aeródromo de Tauima, aunque este ya había sido capturado por los rebeldes. Gómez Morato fue arrestado nada más bajar del aparato.[6]​ El coronel Luis Soláns quedó al frente de la Comandancia Militar de Melilla.[7]​ En la madrugada del 18 de julio de 1936 Soláns envió un telegrama a la Comandancia Militar de Las Palmas dirigido al general Francisco Franco, anunciándole que ya eran dueños de la ciudad de Melilla.[8]

Cuando a última hora de la tarde del viernes 17 de julio la ciudad ya estaba completamente dominada por los sublevados, frente a la Comandancia y previo toque de cornetas y tambores se leyó el bando de guerra, que iba firmado por el general Franco —y que poco después se volvería a leer frente al Casino de Unión y Recreo tras desfilar las fuerzas sublevadas por el centro de la ciudad—:[9]

Hago saber: Una vez más, el Ejército unido a las demás fuerzas de la nación, se ha visto obligado a recoger el anhelo de la gran mayoría de españoles que veían, con amargura infinita, desaparecer lo que a todos puede unirnos en un ideal común: España. Se trata de restablecer el imperio del orden dentro de la República, no solamente en sus apariencias o signos exteriores, sino también en su misma esencia...

La última resistencia: El Atalayón

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A pocos kilómetros de Melilla se encontraba la Base de Hidroaviones del Atalayón, al mando del Comandante Leret Ruiz. Este ya se había declarado opuesto a la conspiración golpista y cuando tuvo noticia de lo sucedido en la ciudad siguió manteniéndose fiel al gobierno republicano. A pesar de los pocos medios y hombres que disponía a su mando, se mantuvo en sus trece incluso cuando un Escuadrón de caballería de los regulares acudió a la zona para terminar con la resistencia y asegurar la base aérea.

Durante este ataque, el fuego de Leret y sus hombres causó la muerte de un sargento y un soldado marroquíes de la unidad atacante. Ante la resistencia de la base, un tabor de regulares al mando del comandante Mohamed ben Mizzian tuvo que interrumpir su marcha hacia Melilla para cooperar en el asalto a la base de hidroaviones. El capitán Leret estuvo resistiendo durante varias horas hasta que agotó la munición, momento en que él y sus pocos hombres se vieron finalmente superados ante los regulares que habían sido enviados para acabar con su resistencia. Sobre el final de Leret no está claro, aunque parece que cuando hecho prisionero, inmediatamente sería fusilado «al amanecer del 18 de julio, semidesnudo y con un brazo roto», junto con los alféreces Armando González Corral y Luis Calvo Calavia.[10]

Consecuencias

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El triunfo de los militares sublevados en Melilla marcó el comienzo de toda la conspiración golpista, empezando por territorio del Protectorado de Marruecos. El coronel Seguí telefoneó a los coroneles Eduardo Sáenz de Buruaga y Juan Yagüe, encargados de la organización de la conspiración en Tetuán y Ceuta, respectivamente. Sáenz de Buruaga y Yagüe pasaron entonces a la acción, improvisando todo lo que estaba previsto para el día 18.[11]​ Sin embargo, este adelanto tuvo consecuencias importantes en el desarrollo de los planes golpistas en el resto de España.

Las instrucciones de Mola estipulaban que todas las unidades implicadas en la conspiración debían estar "dispuestas" el día 17 a las 5 de la tarde (el día 17 a las 17 horas), para que durante el día siguiente (18 de julio) comenzara la sublevación en Marruecos.[11]​ En puntos clave de la península empezaría también el día 18, y en otros sitios (incluida Pamplona, donde se encontraba Mola) comenzaría el 19. Pero ahora, este imprevisto causado por la rebelión de Melilla sembró la confusión entre los demás conspiradores, porque se debatían entre si debían mantener las fechas previstas en los planes de Mola o si debían adelantarse de acuerdo a lo sucedido en Melilla.[11]​ En muchos casos sería decisivo este retraso, ya que la sublevación se adelantó pero muchos militares implicados en la conspiración siguieron adelante con lo establecido y se sublevaron el día 19. Esto concedió una ventaja de dos días al gobierno, lo que en muchos lugares se tradujo en una ventaja decisiva.

Notas

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  1. En los primeros momentos de la Guerra, las fuerzas sublevadas no tenían una bandera diferente a la del resto del ejército. El 29 de agosto de 1936 un decreto de la Junta de Defensa Nacional (organismo que ostentaba la Jefatura del Estado en la zona nacional) restableció la bandera bicolor, roja y gualda.

Referencias

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Pie de página

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  1. a b c Jackson (2005); pág. 232
  2. Antony Beevor (2006), pág. 56
  3. a b c d Hugh Thomas (1976), pág. 239
  4. a b c d e f Hugh Thomas (1976), pág. 240
  5. Antony Beevor (2006); pp. 55-57
  6. Antony Beevor (2006); pág. 57
  7. El Alzamiento del 18 de julio en las capitales
  8. Luis Suárez Fernández, Franco, pág. 39
  9. Alía Miranda, 2018, p. 111.
  10. "Acabamos de fusilar al capitán", en Público
  11. a b c Hugh Thomas (1976), pág. 241

Bibliografía

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Enlaces externos

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