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Prado

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Prado de siega en Cantabria (Espa�a). La hierba es cortada por medios manuales o mec�nicos para la alimentaci�n del ganado. Al fondo se observan fardos enfundados de hierba seca de cortes anteriores.
Pastos de nieve en Tinazzo Bosco Chiesanuova Italy ctg Lessinia 2013

Un prado es una tierra llana o de relieve suave, h�meda o de regad�o, en la cual crece la hierba con el fin de generar pasto para el ganado y forraje para conservar, cuando hay producci�n sobrante.

Por lo general los prados mesof�ticos crecen en regiones h�medas y no muy fr�as, en las que apenas existe sequ�a, bajo el dominio de los bosques caducifolios o aciculifolios. Los prados forman ecosistemas creados como consecuencia de la actividad humana consistente en una econom�a rural basada en la ganader�a, manteniendo la vegetaci�n en un estado de subcl�max, gracias a la alternancia de siega y pastoreo; estas actuaciones alternantes se complementan frecuentemente con otros cuidados como enmiendas calizas, o fertilizaci�n org�nica o mineral.

Las praderas atraen a multitud de fauna y sustentan flora y fauna que no podr�an desarrollarse en otros h�bitats. Son importantes desde el punto de vista ecol�gico, ya que proporcionan zonas para el cortejo de los animales, anidaci�n, recolecci�n de alimentos, polinizaci�n de insectos y, a veces, refugio, si la vegetaci�n es lo suficientemente alta. Existen varios tipos de praderas, como las agr�colas, las de transici�n y las perpetuas, cada una de las cuales desempe�a un papel �nico e importante en el ecosistema.

Al igual que otros ecosistemas, las praderas experimentar�n un aumento de la presi�n (incluso en su biodiversidad) debido al cambio clim�tico, especialmente a medida que cambien las precipitaciones y las condiciones meteorol�gicas. Sin embargo, las praderas y pastizales tambi�n tienen un importante potencial de mitigaci�n del cambio clim�tico como sumideros de carbono; las gram�neas de ra�ces profundas almacenan una cantidad sustancial de carbono en el suelo.

Caracter�sticas

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Est�n formados por plantas herb�ceas verdes perennes de escasa altura y de ra�ces poco profundas, que forman un tapizado denso, constituyendo un tupido, muy diverso y continuo c�sped. La flora herb�cea vivaz predominante en los prados son las gram�neas: holco lanudo (Holcus lanatus), dactico (Dactylis glomerata), Lolium arundinaceum, agrostis com�n (Agrostis tenuis), cola de perro (Cynosurus cristatus), Poa trivialis, poa de los prados (Poa pratensis), raigr�s ingl�s (Lolium perenne); Festuca rubra; leguminosas: tr�bol violeta (Trifolium pratense), Lotus corniculatus, tr�bol blanco (Trifolium repens), loto o cuernecillo; compuestas: Thrincia hirta, Thrincia hispida, garbanz�n (Centaurea nigra), diente de le�n (Taraxacum officinale), Linum bienne, y plantas de otras familias bot�nicas: primavera (Primula vulgaris), llant�n (Plantago lanceolata) o Cardamine pratensis, entre otras especies, hasta un total en torno a cien especies pratenses.

Prado vivo en Mosc� (Bitsa)

Posee una gran potencia productiva que va en dependencia del estado de mucha excitaci�n h�drica de �stas y sobre todo de la disponibilidad de nutrientes, en especial el nitr�geno. El periodo vegetativo y de pastoreo de estos espacios var�a en funci�n del fr�o y la duraci�n del per�odo seco estival. La biodiversidad de esta comunidad vegetal depende de la intensidad del aprovechamiento en relaci�n con la producci�n. Tanto si se aprovechan con gran intensidad y frecuencia como si se hace el aprovechamiento de forma incompleta, la biodiversidad tiende a reducirse, empobreci�ndose grandemente tanto la flora, como la fauna asociada.

En ciertos lugares geogr�ficos la vegetaci�n de estos ecosistemas ha alcanzado un estado cl�max, siendo prados naturales. Este es el caso de los prados de monta�a de tipo alpino, as� como el de las grandes formaciones herb�ceas del mundo, como las praderas norteamericanas de gram�neas altas anuales.

Aprovechamiento

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Seg�n el modo de aprovechamiento se pueden distinguir entre:

  • Prados de siega. Aquellos con una topograf�a plana o convexa destinados a un aprovechamiento intensivo y generalmente estercolados y abonados y a veces regados. De ellos se extrae la hierba durante varios cortes a lo largo del a�o sin que entre el ganado.

En Castilla y Le�n y Cantabria tambi�n llamados "praderas de dalla", est�n dominados flor�sticamente por gram�neas altas como Arrhenatherum bulbosum y Dactylis glomerata, y se desarrollan sobre suelos no compactados y con fuerte humedad, que seg�n los territorios, pueden estar sujetos a una moderada desecaci�n estival de su superficie (territorios de clima mediterr�neo, que se hace menor en los territorios de clima atl�ntico, como la cordillera Cant�brica, por lo que se enriquecen en especies vegetales que soportan mejor la humedad como Polygonum bistorta, Carum carvi, Bromus commutatus, o Narcissus leonensis, que coexisten con otras m�s ampliamente distribuidas como Anthoxanthum odoratum "Grama de olor", Poa trivialis, Cynosurus cristatus, Bromus hordeaceus, Holcus lanatus, Pedicularis schizocalix, Trisetum flavescens, Centaurea nigra, Sanguisorba officinalis, Trifolium pratense, Linum bienne, Althaea cannabina, Astrantia major, Ajuga reptans, Trollius europaeus, Achillea millefolium "Milenrama", Bellis perennis "Margaritas", Orchis mascula, Serapias cordigera, Scilla verna, Taraxacum officinale, Serapias lingua, Potentilla tabernaemontani, etc.

  • Prados de diente. Son los pastizales sometidos exclusivamente a pastoreo, situados por lo general en lugares de dif�cil acceso o con relieve irregular, pendiente elevada o muchas rocas aflorantes como para poder ser explotados como prados de siega.
Paisaje de prados en Cantabria (Espa�a).

Prados de transici�n

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Un prado de transici�n se produce cuando un campo, pasto, tierra de labranza u otro terreno despejado deja de ser cortado o pastoreado y comienza a mostrar un crecimiento exuberante, que se extiende a la floraci�n y autosiembra de sus especies de gram�neas y flores silvestres.[1]​ Sin embargo, este estado es s�lo temporal, ya que las hierbas acaban desapareciendo cuando se establecen los matorrales y las plantas le�osas, que son las precursoras de la vuelta a un estado totalmente arbolado.[2]​ Un estado de transici�n puede mantenerse artificialmente mediante un sistema de doble campo, en el que se alternan las tierras cultivadas y las praderas durante un periodo de 10 a 12 a�os cada una.[1]

En Norteam�rica, antes de la colonizaci�n europea, los algonquinos, iroqueses y otros pueblos nativos americanos talaban regularmente zonas de bosque para crear praderas de transici�n donde los ciervos y los animales de caza pudieran encontrar alimento y ser cazados. Por ejemplo, algunas de las praderas actuales se originaron hace miles de a�os, debido a las quemas regulares de los nativos americanos.[2][3]

Prados perpetuos

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Una pradera perpetua, tambi�n llamada pradera natural, es aquella en la que los factores ambientales, como las condiciones clim�ticas y del suelo, son favorables a las hierbas perennes y restringen el crecimiento de las plantas le�osas de manera indefinida.[4]​ Los tipos de praderas perpetuas pueden incluir:

  • Las praderas alpinas se dan en elevaciones elevadas por encima de la l�nea de �rboles y se mantienen gracias a las duras condiciones clim�ticas
  • Praderas costeras mantenidas por salpicaduras de sal
  • Praderas des�rticas limitadas por las escasas precipitaciones o la falta de nutrientes y humus
  • Praderas mantenidas por periodos de sequ�a severa o sujetas a incendios forestales
  • Praderas h�medas (zona semih�meda) saturadas de agua durante gran parte del a�o

Prados urbanos

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Vista hacia el sur desde los arcos de Nethermead hacia la pradera urbana de Nethermead en Prospect Park, Brooklyn, Nueva York.
Pradera urbana en Botaniska Tr�dg�rden, Uppsala, Suecia.
Pradera urbana en la Reserva Natural Tifft de Buffalo, Nueva York.

Recientemente[�cu�ndo?] se ha empezado a pensar en las zonas urbanas como posibles lugares de conservaci�n de la biodiversidad. Se cree[�qui�n?] que el cambio de los c�spedes urbanos, que son h�bitats muy extendidos en las ciudades, a las praderas urbanas favorece la creaci�n de mayores refugios para las comunidades vegetales y animales. Los c�spedes urbanos requieren una gesti�n intensiva que pone en riesgo de perder su h�bitat, especialmente debido a la frecuencia de siega. Se ha demostrado que la reducci�n de esa frecuencia de siega induce un claro efecto positivo en la diversidad de la comunidad vegetal, lo que permite pasar de los c�spedes urbanos a las praderas urbanas[5]

Debido al aumento de la urbanizaci�n, la Estrategia sobre Biodiversidad de la Uni�n Europea de 2017 propuso la necesidad de proteger todos los ecosistemas debido al cambio clim�tico. (Esta Estrategia ha sido actualizada a 2030.[6]​) La mayor�a de las personas que viven en las regiones urbanas de cualquier pa�s suelen obtener sus conocimientos sobre plantas visitando parques y/o infraestructuras verdes p�blicas. Las autoridades locales tienen el deber de proporcionar los espacios verdes al p�blico, pero estos departamentos sufren constantemente importantes recortes presupuestarios, lo que dificulta la admiraci�n de la fauna natural en los sectores urbanos y perjudica tambi�n al ecosistema local.[cita requerida] En consonancia con la creciente aceptaci�n de una "est�tica urbana m�s desordenada", las praderas perennes pueden considerarse una alternativa m�s realista a los cl�sicos c�spedes urbanos, ya que su mantenimiento tambi�n ser�a m�s rentable. Los factores que los gestores de espacios urbanos enumeran como importantes a tener en cuenta son:

  • Est�tica y reacci�n del p�blico
  • Contexto local
  • Recursos humanos y sostenibilidad econ�mica
  • Pol�tica local
  • Comunicaci�n
  • Biodiversidad y h�bitat existente
  • Factores f�sicos[7]

Intervenci�n humana

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Las praderas concebidas artificial o culturalmente surgen y requieren continuamente la intervenci�n humana para persistir y florecer. En muchos lugares, las poblaciones naturales y pr�stinas de grandes pastoreadores que viven en libertad se han extinguido o son muy limitadas debido a las actividades humanas. Esto reduce o elimina su influencia natural en la ecolog�a circundante y hace que las praderas solo se creen o mantengan gracias a la intervenci�n humana.[8]​ Las praderas existentes podr�an decaer potencial y gradualmente, si no se mantienen por las pr�cticas agr�cola. Tambi�n las pr�cticas agr�colas intensificadas (siega excesiva, uso de fertilizantes minerales, esti�rcol e insecticidas) pueden conducir a una disminuci�n de la riqueza de organismos y la biodiversidad.[9]​ La humanidad ha influido en la ecolog�a y el paisaje durante milenios en muchas partes del mundo, por lo que a veces puede ser dif�cil discernir qu� es natural y qu� es cultural.[10]​ Los prados son un ejemplo. Sin embargo, las praderas parecen haberse mantenido hist�ricamente gracias a la presencia natural de grandes herb�voros, que controlaban el crecimiento de las plantas y manten�an el espacio despejado.[11][12]

Como la agricultura extensiva como el pastoreo est� disminuyendo en algunas partes del mundo, la pradera est� en peligro como h�bitat. Diversos proyectos de investigaci�n intentan restaurar los h�bitats naturales de las praderas reintroduciendo grandes herb�voros naturales.[8][11][12]​ Estos incluyen ciervo, alce, cabra, caballo salvaje, etc. dependiendo de la ubicaci�n. Un ejemplo m�s ex�tico y de mayor alcance es el Programa Tauros europeo.

Algunas organizaciones ecologistas recomiendan convertir los céspedes en praderas dejando de segar o reduciendo la siega. Afirman que los prados pueden preservar mejor la biodiversidad, el agua, reducir el uso de fertilizantes.[13]​ Por ejemplo, en 2018 organizaciones ecologistas con el apoyo del Departamento de Medio Ambiente Alimentación y Asuntos Rurales de Inglaterra, preocupados por la disminución del número de abejas en todo el mundo, en el primer día de la Semana de las Necesidades de las Abejas 2018 (9-15 de julio) dan algunas recomendaciones de cómo preservar las abejas. Las recomendaciones incluyen 1) cultivar flores, arbustos y árboles, 2) dejar que el jardín crezca salvaje, 3) cortar la hierba con menos frecuencia, 4) dejar en paz los lugares de anidación e hibernación de los insectos y 5) tener mucho cuidado con los pesticidas.[14]

Impacto del turismo

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Se ha observado que el impacto de la actividad humana aumenta la degradación del suelo de las praderas. Esto ha contribuido a los deslizamientos de tierra en Sholas. Por ejemplo, debido a las actividades de esquí y a la urbanización, se observó que los prados de la ciudad de Zakopane (Polonia) tenían alterada la composición del suelo. La materia orgánica del suelo se había desvanecido y estaba afectada debido a los productos químicos procedentes del agua de deshielo artificial de la nieve y la maquinaria de esquí.[15]

Referencias

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  1. a b Helena Ruzickova and Miroslav Bural, "Grasslands of the East Carpathian Biosphere Reserve in Slovakia," In: Office of Central Europe and Eurasia National Research Council, Biodiversity Conservation in Transboundary Protected Areas, National Academies Press, Sept 27, 1996, p. 233-236.
  2. a b Robert Griffiths et al.: Conifer Invasion of Forest Meadows Transforms Soil Characteristics in the Pacific Northwest Forest Ecology and Management 208, 2005, p. 347-358. Retrieved June 18, 2013.
  3. Geoffery A. Hammerson, Connecticut Wildlife: Biodiversity, Natural History, and Conservation, UPNE, 2004.
  4. T. A. Rabotinov, "Meadow," The Great Soviet Encyclopedia (3rd ed), 1979. https://archive.org/details/greatsovietencyc0021unse (en ruso)
  5. Chollet, Simon; Brabant, Charlotte; Tessier, Samson; Jung, Vincent (December 2018). «From urban lawns to urban meadows: Reduction of mowing frequency increases plant taxonomic, functional and phylogenetic diversity». Landscape and Urban Planning 180: 121-124. S2CID 92366337. doi:10.1016/j.landurbplan.2018.08.009. 
  6. Comisión Europea. «Estrategia sobre Biodiversidad para 2030». Consultado el 9 de marzo de 2023. 
  7. Hoyle, Helen; Jorgensen, Anna; Warren, Philip; Dunnett, Nigel; Evans, Karl (July 2017). «"Not in their front yard" The opportunities and challenges of introducing perennial urban meadows: A local authority stakeholder perspective». Urban Forestry & Urban Greening 25: 139-149. doi:10.1016/j.ufug.2017.05.009. 
  8. a b Pastoreo natural Archivado el 20 de junio de 2017 en Wayback Machine. Fundación para la Restauración de los Ecosistemas Europeos
  9. Knozowski, Paweł; Nowakowski, Jacek J.; Stawicka, Anna Maria; Górski, Andrzej; Dulisz, Beata (10 de noviembre de 2023). «Effect of nature protection and management of grassland on biodiversity – Case from big flooded river valley (NE Poland)». Science of The Total Environment (en inglés) 898: 165280. ISSN 0048-9697. doi:10.1016/j.scitotenv.2023.165280. Consultado el 27 de julio de 2023. 
  10. TRInet Archivado el 10 de diciembre de 2013 en Wayback Machine. Report on the state of the natural and semi-natural grasslands in the Central and Eastern European (CEE) countries.
  11. a b «Pastoreo natural - Prácticas en la recuperación del ganado vacuno y equino». Rewilding Europe. 2015. Archivado desde el original el 22 de diciembre de 2015. Consultado el 16 de diciembre de 2015. 
  12. a b Middleton, Beth A.; Holsten, Bettina; Van Diggelen, Rudy (2006). «Gestión de la biodiversidad de turberas y prados pantanosos mediante pastoreo, tala y quema». Applied Vegetation Science 9 (2): 307-316. doi:10.1111/j.1654-109X.2006.tb00680.x. 
  13. MCLENDON, RUSSELL. «Por qué los prados floridos son mejores que el césped». Mother Nature Network. 2018 NARRATIVE CONTENT GROUP. Consultado el 9 de julio de 2018. 
  14. «Bees' Needs Week 2018». Bumblebee Conservation Trust. Bumblebee Conservation Trust. Archivado desde el original el 9 de julio de 2018. Consultado el 9 de julio de 2018. 
  15. Ciarkowska, Krystyna (Mayo 2018). «Evaluación de los riesgos de contaminación por metales pesados y la actividad enzimática de los suelos de pradera en zona urbana bajo carga turística: un estudio de caso de Zakopane (Polonia)». Environmental Science and Pollution Research International 25 (14): 13709-13718. ISSN 1614-7499. PMID 29504077. S2CID 3675141. 

Véase también

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