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Estrategia militar

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Mapa donde se muestra el planteamiento estratégico de esta la campaña de Waterloo

La estrategia militar (estrategia, del griego stratigos o strategos, στρατηγός, pl. στρατηγοί; en griego dórico: στραταγός, stratagos; literalmente significa: «jefe del ejército») es el planteamiento general utilizado por las organizaciones militares para intentar alcanzar los objetivos fijados.[1]

La estrategia militar se ocupa del planeamiento y dirección de las campañas bélicas, así como del movimiento y disposición estratégica de las fuerzas armadas. El padre de la estrategia militar moderna, Carl von Clausewitz, la definía como "el empleo de las batallas para conseguir el fin de la guerra".[2]​ De esta manera, daba prioridad a los objetivos políticos sobre los objetivos militares, apoyando el control civil sobre los asuntos militares.

«El general (strategos) debe estar seguro de poder explotar la situación en su provecho, según lo exijan las circunstancias. No está vinculado a procedimientos determinados.» Capítulo VIII versículo 9 de El arte de la guerra de Sun Tzu.

En las guerras convencionales tiene por objeto dirigir las tropas en el teatro de operaciones hasta llevarlas al campo de batalla. Es una de las tres facetas del arte de la guerra, las otras dos serían la táctica militar, que consiste en la correcta ejecución de los planes militares y las maniobras de las fuerzas de combate en la batalla. El tercer componente sería la logística militar, destinada a mantener el ejército y asegurar su disponibilidad y capacidad combativa.

La estrategia es la esencia misma del arte de la guerra, es una pauta que guía a la brutalidad por los arduos caminos que conducen a los éxitos concluyentes, la luz que alumbra las obscuridades del teatro de operaciones, velada siempre por la duda perenne de lo que pretende, de lo que intenta, de lo que hace el enemigo, y de los medios que posee para verificarlos, y la estrategia resulta tanto más complicada cuando más complicados son los medios de guerra, y es preciso lograr como principal propósito la ruina de la fuerza enemiga, y el modo de alcanzar dicho empeño entra en los dominios de la táctica, y pertenece al estado mayor la ciencia de la táctica sublime.

La táctica es el conjunto de reglas a que se ajustan en su ejecución las operaciones militares, y la concepción de un plan es el objeto de la estrategia, y el empleo de las tropas ventajosamente ante el adversario ya en la ofensiva ya en la defensiva es el objeto de la táctica, y lo difícil es concebir claramente esta, ya que si han de ser un conjunto reglas es para constituir un cuerpo de doctrina, pero lo cierto es que no hay reglas para vencer y es imposible considerar la táctica como un método positivo para alcanzar el fin que se propone, y solo es posible para muchos constituir la táctica como reunión de diversas reglas y elementos que la realidad del combate utiliza de mil modos diferentes, y quizá sin adecuarse a la pauta formulada por la teoría.

En la estrategia tiene que procurarse que el esfuerzo se efectúe conminando o intimidando en lo posible las comunicaciones del enemigo, sin exponer las propias, y se da el nombre de combinaciones estratégicas al conjunto de movimientos que debe ejecutar el ejército para lograr el objetivo propuesto, subordinadas al carácter que tenga la guerra, que pueden ser ofensivas, defensivas o mixtas.

Hay otra parte del arte militar que se halla de manera intrínseca engarzada con la estrategia, y nos referimos a la política de la guerra, que delimita los casos en que ésta es forzosa o ineludible, la zona del teatro de operaciones que debe optarse para llevarla a cabo, y examinar o tantear la indagación de alianzas y neutralidades, y tratar de arrebatárselas al enemigo, y continua desplegando un papel significativo durante la contienda pues procura conservar las alianzas o romper las que haya contraído el enemigo, interviniendo en los armisticios, fijando las condiciones en que ambos beligerantes deben subordinarse, y prepara y discute los tratados de paz a fin de sacar el mayor provecho de la victoria o atenuar las consecuencias de la derrota.


La estrategia determina el lugar donde debe emplearse la fuerza militar en el combate, el tiempo en que esta será utilizada y la magnitud que tendrá que adquirir. Esa triple determinación asume una influencia fundamental en el resultado del encuentro[3]

Estrategia y táctica: conceptos

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En el arte de la guerra para lograr el fin primario de derrotar al enemigo, hacen falta muchos medios cada uno de ellos fundamental: sin armas no hay guerra posible, sin medios de supervivencia no pueden subsistir las tropas, multiplicando el número de las cosas necesarias para alcanzar la victoria, siendo no menos cierto que desde el punto de vista exclusivo del arte militar, para obtener el triunfo es preciso combinar y ejecutar un plan de guerra acertado de estrategia militar, y como consecuencia de este plan chocar en favorables condiciones con el adversario y destruir sus fuerzas de resistencia.

La noción del citado propósito, el arte de guiar las tropas hasta conducirlas en situaciones provechosas hasta el campo de batalla es el objeto de la estrategia militar, y el de usarlas meritoriamente contra el adversario, ya en ofensiva ya en defensiva, es el objeto de la táctica militar, aun habiendo tratadistas militares que admiten definir los límites de los campos de la acción de la estrategia y de la táctica, confundiendo ambos conceptos, siendo la táctica quien ejecuta los planes que proyecta la estrategia, y si la lucha es absolutamente trascendental en la guerra, a todas las sublimidades de la estrategia se superpondrá perpetuamente la dispar realidad de la táctica que muda con las armas y con los varios elementos de la guerra, siendo lo más complejo la táctica aplicada, por ser tan variables las circunstancias de la lucha, no debiendo pretender la táctica de manera dogmática caer en el escollo de prever todos los casos, y aunque debe discutir, analizar, presentar todo el conjunto de los medios de guerra, debe detenerse ante el precepto escueto.

Estrategia en la Europa Antigua

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Antigüedad

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En la Antigüedad los pueblos fueron guerreros e incluso los de costumbres pacíficas se veían obligados a empuñar las armas para defenderse de otros más belicosos que, guiados por las ansias de botín o de dominación. los invadían y subyugaban: el agresor, que naturalmente era el más fuerte, procuraba sorprender con marchas y movimientos rápidos al que lo era menos, o que era más confiado, siendo que estos últimos se hallaban desapercibidos para el combate.

El arte militar pasó de Asia a Europa pasando por Grecia, siguió en este país sus progresos naturales, transfiriéndose a Italia, perfeccionándose en Roma junto con las artes y las ciencias, para decaer después con ellas bajo el dominio de los pueblos bárbaros del norte y volver a renacer en los siglos posteriores a la restauración de las artes.

En los gobiernos republicanos de Europa, Atenas, Esparta y Roma es donde el arte militar se desarrolló, y aunque estuviesen lejos de ser repúblicas perfectas, adquirieron a pesar de todo una superioridad, debiendo al arte y al ingenio el mérito de resistir a fuerzas enormes con menos tropas o la de sujetar muchos reinos por lentos progresos de una guerra continuada.

En la remota antigüedad fue ya la infantería el cuerpo principal, el nervio y la esencia de los ejércitos, y por medio de ella vencieron las naciones conquistadoras: la falange macedónica arruinó al imperio persa, la legión romana destruyó la falange griega y conquistó una gran parte del mundo, y posteriormente, sin embargo, con la decadencia de la milicia romana se desplomó el Imperio.

La primera guerra de los tiempos heroicos en que aparecen operaciones militares un tanto regulares y dotadas de cierto orden es la Expedición contra Tebas, un pensamiento establecido al cual se debían uniformar las operaciones, una constancia superior al ímpetu y un valor que sabe esperar y sufrir los reveses de la fortuna.

Así se manifestarán también en Troya, donde no se puede ver más que la infancia del arte —la ciudad amurallada, Troya, y el campo atrincherado ofensivo de los griegos—, descubriéndose aun así ciertos elementos de orden.

La fuerza y la división de la falange, organización y orden táctico de los griegos, fue en cada estado de Grecia acomodada al número de tropas y la índole de la organización política. Lo que era común a todas las falanges griegas era la aplicación de la geometría al arte de combatir y la embestida y pelea en masas indivisibles, la táctica, apareciendo las evoluciones calculadas y simultáneas, y el arte de la guerra se modificó y empezó la estrategia y táctica particular.

La segunda y más grandiosa experiencia que los griegos tuvieron que hacer de sus fuerzas y que contribuyó más al sentimiento de nación común fue las Guerras Médicas, que les permitió conocer las técnicas de combate de los Asiáticos.

Ciro de Persia reputaba el buen orden de un ejército como el de una familia y ordenaba bien las tribus de guerra. A sus órdenes de formación cuando marchaba hacia el enemigo debió gran parte la fortuna que le acompañó en sus expediciones, y se considera un valioso monumento del arte militar más remoto la batalla que tuvo contra el poderoso Creso, Timbria, la Frigia, que decidió el Imperio de Asia.

En las Guerras del Peloponeso participó Tucídides, que escribió la historia de las citadas guerras asociando las reglas y las aplicaciones de la táctica y de la política.

Jenofonte dirigió y describió la retirada de los Diez Mil, y se le deben algunos tratados especiales de táctica y muchas noticias que esparció en su novela histórica Ciropedia.

En el enfrentamiento entre Tebas y Esparta en el siglo IV a. C. se dio ejemplo instructivo en la batalla de Leuctra por las inteligentes disposiciones puestas en práctica por Epaminondas, creador del orden oblicuo, que le había valido victoria memorable, empleado el citado orden por segunda vez en la batalla de Mantinea.

Estas guerras mejoraron el arte militar de los Griegos, pero su perfección es necesario buscarla en los tiempos de Filipo y Alejandro Magno, principalmente en el ejército macedónico.

El arte militar hizo ya grandes progresos en esta época ya que de chocar y pelear en todo lo largo de la línea de batalla y el valor individual, se llega hasta a elegir el terreno más conveniente a la clase de combate y especie de tropas y se toman disposiciones, y la victoria se hace ya dependiente más de las oportunas y sabias disposiciones estratégicas que del valor individual y colectivo.

Los países por donde Alejandro Magno condujo su ejército no fueron un mero tránsito de sus tropas derrotando a los enemigos que se le presentaban, sino que en sus expediciones tomó y construyó fortalezas, dejó guarniciones y nombró sátrapas que gobernaban cada región, quedando afirmada su dominación, y sus conquistas y sus relaciones mercantiles que algunos de sus sucesores, especialmente los Ptolomeos de Egipto, sostuvieron con la India, dieron a conocer el Ganges, la remota ciudad de Tina y la isla de Thapobana (Ceilán)

Muerto Alejandro Magno, su vasto Imperio se dividió y subdividió entre muchos de sus generales y la Macedonia quedó como estado independiente hasta que en tiempo del rey Perseo la famosa falange griega fue rota por las legiones romanas de Paulo Emilio, a quien por este hecho le dieron el sobrenombre de El Macedonio.

Entre los griegos fue la falange la que constituyó la ordenanza de la infantería y esta gran unidad táctica formaba una masa compacta, profunda y cerrada en la que el "syntagma" era el elemento más manejable y consistente, batallón formado de 16 hombres de fondo por 16 de frente, y esta unidad llena y cerrada podía tanto doblarse como reducirse a cuatro hombres de fondo, maniobra que se empleaba para extender la línea.

Cuando el antes citado Alejandro había llegado al apogeo de su gloria ya existía la formidable República romana, que se había hecho poderosa desde la batalla de Zama dada por dos grandes estrategas, Aníbal y Escipión el Africano, quien recibió este sobrenombre por su victoria.

En la batalla de Cannas, descrita por Polibio, se evidencian los grandes talentos de Aníbal, y la representación de la batalla es explicada por Quintus Icillius en su obra Memorias militares sobre los griegos y los romanos, y aunque los cartagineses hubiesen adoptado el orden profundo de los griegos, sus batallas no se parecen en nada a las de Epaminondas y de Alejandro Magno, debiendo Aníbal casi todas sus victorias al empleo de dos maniobras: una servirse de su superior caballería para rodear o cortar las alas de su enemigo, y la otra consistente en aprovecharse de los accidentes para ocultar una parte de sus fuerzas, que durante la acción venían a caer sobre la retaguardia del enemigo que él batía de frente.

En la citada batalla de Zama, el general romano Escipión el Africano, en lugar de ordenar sus legiones como de costumbre colocó las compañías de preferencia en cuadro a retaguardia de los asteros y desplegó las filas de los triarios para darles un frente igual y separadas las líneas a tres o cuatro pasos de distancia las unas de las otras, y el orden de batalla se halló formado por una serie de columnas por manípulos equidistantes; variación realizada por la necesidad de dejar pasos rectos y capaces a los elefantes de los cartagineses que habían de ser lanzados contra la línea. El orden citado que adoptó en columna Escipión, no solamente era oportuno para hacer frente a los elefantes sino también la mejor disposición para atacar después de haber desalojado a aquellos animales, una manera nueva de presentarse a sus enemigos, lo que no podía dejar de sorprenderles.

La legión romana era un cuerpo espaciado, móvil y maniobrable, ofreciendo sus intervalos la ventaja de la continuación de los esfuerzos por los pasos de línea y formaba en tres líneas de asteros, príncipes y triarios, a treinta toesas de distancia entre sí, y por medio de los intervalos se proporcionaban el continuo ataque y el recíproco socorro.

La legión se dividía o descomponía bajo el aspecto táctico y orgánico en pequeñas tropas o trozos con los nombres de centurias, manípulos, etc. y el mérito principal de la maniobra legionaria era su capacidad de restablecer tres veces el combate, viniendo los hastarios a restablecerse a los intervalos de los príncipes y en estos, a su vez, en los de los triarios, ó a la inversa, avanzando y encajonándose unos en otros entre los manípulos formando línea llena, orden flexible, extenso y escalonado, que ofrecía de suyo tres tentativas de fortuna.

El arte de los sitios, mejorado primero por los rodios y por los cartagineses, fue llevado a su esplendor por Dionisio, Filipo y Alejandro y más tarde por Demetrio Poliocertes y los Ptolomeos; y Poliorcetes introdujo grandes novedades en el arte militar aplicando la ciencia de su tiempo a las máquinas de guerra y estableció almacenes y arsenales.

Anteriormente a las guerras púnicas, el examen de las tres batallas que sostuvo Roma en las Guerras Pírricas prueba la razón que tuvo Polibio al decir que cuando la irrupci�n de Pirro de Epiro, los romanos por sus guerras contra los galos y samnitas hab�an llegado a perfeccionar mucho el arte militar, y los vencedores aprendieron de los campos de Pirro a alienar sus tiendas y a separarlas por peque�as calles y a observar un orden militar que solo los griegos conoc�an hasta entonces[4]​ y se ve por este tiempo �rdenes de batallas bien razonadas, diversiones bien combinadas y el uso de reservas.

La Iliria, pa�s dilatado de las costas del Mar Adri�tico, ten�a diversos soberanos, pero la m�s poderosa era la reina Teuta, viuda de Arg�n, que como regente gobernadora se hizo due�a del Peloponeso, tambi�n de la Fenicia y dio orden a sus piratas que apresasen todas las embarcaciones romanas. La rep�blica romana resolvi� un plan estrat�gico consistente en que sus c�nsules Lucio Postumio Albino y Cneo Fulvio Centumalo se embarcasen para la Iliria y atacasen en combinaci�n, por mar con su flota Fulvio, compuesta de 200 galeras y por tierra el ej�rcito de Postumio. Tras ser derrotada, la reina Teuta se retir� a Rhizon, villa fuerte situada en un peque�o golfo del mar Adri�tico.

A pesar de que la guerra romana es caracter�stica de invasi�n, iniciativa, actividad, sorpresa y tino, hay ejemplos de c�lculo retardado y victoriosa lentitud como Fabio con su estrategia h�bil y prudente, defensa ardidosa y sistem�tica de esquivar batallas y abrumar con maniobras y estratagemas al ej�rcito de An�bal para ganar tiempo.[5]

El ordenamiento de los romanos era ajustado a sus miras particulares y a su constituci�n pol�tica, y en ocasiones adoptaban las armas y los usos de las mismas naciones que venc�an si mejoraban su organizaci�n pol�tico-militar, llegando a adquirir una preponderancia por mucho tiempo sobre los dem�s pueblos en toda clase de ciencias y artes y por consiguiente en el de la guerra.[6]

El arte militar romano tiene una vocaci�n de universalidad y permanencia que falta al griego, m�s circunscrito, siempre especial, local, y favorec�a la audacia y la ambicionada rapidez de las empresas de los romanos lo peque�o de su ej�rcito consular, su severa disciplina y su f�cil manejo.

Los romanos hicieron al patriotismo base de su severa disciplina y la sostuvieron con el castigo y el rigor por un lado, y con el honor y la recompensa lucrativa por otro. Unidas en su mente las dos ideas de patria y Dios, el juramento militar romano no era vana f�rmula de disciplina, sino la consagraci�n absoluta a los dioses que velaban por la patria, y con tal elevaci�n de pensamientos in�tiles eran los c�digos y reglamentos ya que la distancia jer�rquica se establec�a por s� misma, la insubordinaci�n pod�a mirarse como muy poco probable, el cumplimiento del deber se convert�a en costumbre y el jefe, desembarazado y temido, pod�a con toda holgura imprimir a su capricho el movimiento a la maquinaria legionaria, seguro del juego perfecto de todos sus engranajes.

Salustio describe militarmente la guerra de Yugurta y expone con claridad el orden oblicuo empleado en la batalla dada a orillas del Mutul entre aquel n�mida y Metelo.

La guerra de Yugurta es la �ltima �poca en que se hallan las legiones formadas por clases, ya que luego se las ve formadas por cohortes, y no se formaron al principio m�s que en dos l�neas como se ve en el orden de batalla de Catilina contra Petreyo, y posteriormente C�sar, Pompeyo el Grande y todos los buenos generales volvieron pronto al uso de formarse sobre tres l�neas.

Con las reformas de Mario se reunieron en uno los tres man�pulos de hastarios, pr�ncipes y triarios, se extingui� la distinci�n de todas las clases y se form� la verdadera cohorte que vino a ser por fin la subdivisi�n �nica, la verdadera unidad t�ctica y org�nica de la legi�n, batall�n de 500 a 600 individuos divididos en seis centurias, con fuerza bastante para no necesitar reunirse a otros elementos semejantes a ella.

En Hispania sobresalen como l�deres militares el proscrito Sertorio que fatigaba con prontas e improvisadas marchas a los soldados romanos, cort�ndoles los suministros, acampando con habilidad y ventaja, no aventur�ndose con presentar batalla alguna sin estar muy seguro de ganarla, o el c�lebre jefe de los lusitanos Viriato, organizando un ej�rcito, el cual, con sus correr�as, acciones parciales y retiradas h�biles desconcertaba a los romanos, para finalmente refugiarse en las monta�as y con la guerra de partidas supo hacerse tan temible que Quinto Servilio Cepi�n acudi� al artificio y a la traici�n para terminar con su vida.

Los romanos se instruyeron de estrategia en las guerras p�nicas y gran maestr�a estrat�gica manifiesta Mario contra los Cimbros y Teutones, Sila en el Asia y sobre todo Cayo Julio C�sar en las Galias, donde acampado siempre entre enemigos, se ejercit� para triunfar en la guerra civil romana y someter a la aristocracia, y sus Comentarios son la m�s importante de las obras militares antiguas, requiri�ndose no obstante para su entendimiento conocer las instituciones militares y pol�ticas de los romanos.

Seg�n un oficial y tratadista militar de Prusia del siglo XIX, Ciriacy, la constante iniciativa de C�sar, su imprevista aparici�n, su vista de �guila para utilizar en la defensiva las faltas del enemigo, contribu�an para hacer brotar del desastre la victoria.

Con el auxilio de las naves originarias de Liburnia, Dalmacia, liburnas, venci� Octavio a Marco Antonio en la batalla de Actium y desde entonces se les dio preferencia en las Armadas de Roma, construidas con las maderas del cipr�s y del pino larice y el abeto y con clavaz�n de cobre con preferencia a la de hierro, y las mayores llevaban de avanzada una fal�a de cuarenta remos para hacer la descubierta, sorprender las naves enemigas, avisar de su derrota y de sus intenciones.

Tito Livio es el m�s poeta entre los historiadores y Flavio Josefo escribi� sobre la guerra en Judea, refiri�ndose acerca de la t�ctica y la poliorc�tica de los romanos en tiempo de los emperadores.

El plat�nico Onosandro trata el arte militar desde un punto de vista filos�fico, aprendi�ndose de su obra la parte moral y la observaci�n del proceder humano aplicado a la guerra.

Frontino dej� escritos una colecci�n de planes de batalla y ardides de guerra, y lo mismo Polieno.

Amage, reina de los antiguos sarmatas que habitaban las costas del Ponto Euxino, estableci� en las fronteras de su reino guarniciones de tropas, venci� y rechaz� a los enemigos que le invadieron y no neg� socorros a los pr�ncipes vecinos cuando solicitaron su auxilio.

T�cito estudi� m�s bien la conducta humana que las vicisitudes exteriores, aunque son fecund�simos en instrucci�n los relatos de las campa�as de Germ�nico, de Corbul�n, de Vespasiano, de Tito, etc.

Boadicea, mujer de Prasutagus, rey de los icenos, tras derrotar sucesivas veces a los romanos, acudi� a su encuentro el ej�rcito de Suetonio, que se arriesg� a dar una batalla a pesar de la desigualdad del n�mero de combatientes y confiando en la t�ctica y disciplina de las legiones.[7]

Arriano escribi� tratados de los m�s importantes entre los antiguos sobre la ciencia de la guerra y nos revela en la expedici�n de Alejandro Magno las particularidades de las operaciones estrat�gicas.

Eliano, como en tiempos de Alejandro Severo quien arm� a sus soldados con corazas y yelmos a la griega y largas lanzas formando una gran falange de seis legiones, se volvi� a dar preferencia al arte griego, escribi� un tratado sobre la T�ctica de los Griegos.

Durante el Bajo Imperio romano, cuando Vegecio escrib�a de arte militar, este yac�a casi olvidado, y en vano Trajano vencedor de los dacios y partos, en vano Adriano restaurador de la disciplina, en vano Septimio Severo dominador de los bretones, trataron de conservar las antiguas tradiciones, estas se perdieron bajo Caracalla y sus sucesores, despreciando los soldados el ejercicio del cuerpo y hasta abandonaron las armas defensivas, cuyo peso les era ya insoportable.

Vegecio compuso por mandato de Valentiniano II un tratado de arte militar, la obra m�s completa que del asunto y de los antiguos ha llegado hasta nosotros: sin ser guerrero se mostr� h�bil escritor, tomando lo que le faltaba en cuanto a experiencia de obras de Cat�n, Cornelio y algunos otros, las cuales no han llegado a nuestros d�as; cuando escribi� Vegecio constaba la legi�n romana de 6100 infantes y 726 caballos, cuyo n�mero, nunca era menor y algunas veces se aumentaba, mas su composici�n era ya diferente de la del tiempo de la Rep�blica, pues se hab�an suprimido los man�pulos, y hecho otras variaciones, como se puede leer en el cap�tulo 6 de sus �Instituciones militares�, del libro 2�.

Zenobia, reina de Palmira, tras ser vencida dos veces por Aureliano, se retir� a Palmira, que fue sitiada por los romanos. Esta reina, que hab�a capitaneado ella misma sus ej�rcitos, infundi� aliento a los sitiados y se defendi� como gran capitana.

Sedujo a los emperadores la comodidad de hallar siempre entre los germanos individuos dispuestos a servir con un salario, y compuestos ya los ej�rcitos romanos de tropas mercenarias, enervados con los vicios, desmoralizaci�n y reducciones, dignos instrumentos de los caprichos del Jefe del Imperio, que frecuentemente era v�ctima del furor de sus soldados (Anarqu�a del siglo III), las naciones b�rbaras que los romanos hab�an vencido anteriormente, les vencieron a su vez despu�s de varias tentativas de invasi�n, y derribando un Imperio del que ya no ten�a de grande m�s que el nombre.

La idea de un poder centralizado fue dejado en herencia por Roma y los pueblos b�rbaros no pudieron nunca igualarla, debi�ndose a la citada herencia el renacimiento de un imperio cristiano en tiempos de Carlomagno.

Atenas: estrategos

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Los griegos sobresalieron en la t�ctica y los romanos en la estrategia, y Atenas nombraba todos los a�os por elecci�n sus diez estrategos o generales en jefe, uno por cada tribu, y se caracterizaban por lo siguiente:

  • Ser iguales en categor�a.
  • Se turnaban diariamente en el mando.
  • A veces una batalla se adelantaba o atrasaba por intrigas del estratego que quer�a llevarse la gloria. Para evitar esto se decidi� dejar en la capital 9 estrategos, cuando se pon�a en pie solamente un ej�rcito.

Esparta

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En Esparta el polemarca, en general en Grecia, jefe de un cuerpo de ej�rcito, era jefe de una mora, y ten�an los lacedemonios poca marina, no ten�an ciudades muradas, dorm�an en campa�a armados y los soldados al comp�s del himno de Castor, acomet�an al enemigo con denuedo, y no persegu�an al enemigo hasta ver asegurada la victoria.

Roma

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En la antigua Roma stratiotes o stratioticus significaba soldado y stratiotica pecunia, caja o erario militar, y en Roma la milicia no era una instituci�n independiente sino que con todo lo dem�s era la Administraci�n, era el Estado, era Roma y el resultado de esa milicia era su ej�rcito activo y el instrumento de Roma era la legi�n, cuerpo de tropas con fuerza muy variable en los tiempos, y se fue incubando desde los primeros tiempos en Roma una predisposici�n a la guerra met�dica.

La legi�n romana que era m�s movible que la falange griega, facilitaba la conclusi�n de grandes empresas militares que exig�an maniobras a larga distancia y en terreno desigual, y los campamentos de los romanos en las fronteras o en el seno en las provincias conquistadas atestiguan que sab�an elegir los puntos estrat�gicos: Para salir victorioso de las batallas se han de meditar de antemano los preceptos del arte, para pelear seg�n ellos y no fiarse del acaso (Vegecio).[8]

La milicia romana tiene tres periodos hist�ricos, el que comprende desde la fundaci�n de la Monarqu�a hasta las reformas de Mario, el de los emperadores y el bizantino, y dentro de cada uno de ellos con multitud de reformas administrativas, org�nicas y t�cticas que impiden caracterizar de forma satisfactoria los grados y sus funciones, y alguno de esos grados en la legi�n eran los siguientes:

Si entre los griegos al jefe supremo de las tropas se le llam� estratego, entre los romanos lo siguiente: c�nsul, maestro de la milicia, dictador, imperator, y m�s tarde conde y duque.

Godos

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A las legiones de los romanos les sucedi� una milicia compuesta de propietarios, de Godos que hab�an llegado a serlo, la cual form� el lazo entre lo romano y lo feudal, soldados que viv�an del producto de sus tierras, pero pagaban tributos como los romanos y los feudales al contrario no ten�an ninguna carga pero ten�an que ir sin paga, fundando los Godos su organizaci�n militar en la jerarqu�a nobiliaria y el sistema decimal y la nobleza se divid�a en varias jerarqu�as (duques, condes, gardingos,..).

Los godos se armaban a expensas propias, y el que no pod�a hacerlo era equipado por el Estado y el prefecto del pretorio estaba encargado de proveer al ej�rcito, y sab�an fortificar plazas y conoc�an las m�quinas de batirlas.

Teodorico defendi� las fronteras construyendo fortalezas y presidios y cre� una marina de naves de guerra llamadas dromones, galeras peque�as, y posteriormente Totila cre� otra.

Bizancio

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En el Imperio bizantino strategium hac�a referencia al cuartel de tropas imperiales en Constantinopla, y alg�n general destacado que brill� con luz propia Belisario, aunque entorpecido en sus empresas por la escasez de los medios que le suministraban y por los caprichos de una Corte intrigante.

La infanter�a bizantina solo ten�a un orden mixto, tomado de la falange y de la legi�n que no produc�a ning�n de los grandes efectos de los dos m�todos, uno fundado en su peso y otro en su flexibilidad, y su caballer�a era inferior al de los persas y b�rbaros, y el fuego griego lo emplearon contra el valor de los sarracenos y francos:

  • El mayor poder de los sarracenos estaba en el valor f�sico, en su agilidad individual para manejar armas arroj�ndolas y en la facilidad como guiaban los caballos, inferiores en m�quinas de guerra
  • Los francos formaron una sociedad entera guerrera y de aqu� resulta que los combatientes ten�an una gran intrepidez
  • Los godos, entre los b�rbaros, eran los m�s adelantados en la disposici�n de las tropas, los v�ndalos descollaban en el manejo de la espada, los hunos eran arqueros temibles, los suevos eran buenos infantes, en los alanos despuntaban los soldados pesados y en los h�rulos los soldados ligeros

La guerra entre los godos y los generales bizantinos Belisario y Nars�s presenta por ambas partes gran habilidad estrat�gica y t�ctica, y seg�n Procopio,[9]​ obtuvo Belisario gran parte de sus victorias porque la caballer�a de los Godos combat�an siempre de cerca al luchar con espada corta y lanza.

Paralelo entre la falange y la legi�n

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  • La falange macedonia, grueso batall�n cuadrado no pod�a moverse sino de una vez, y el ej�rcito romano estaba m�s dispuesto y m�s alerta a todo g�nero de movimientos
  • Los romanos aprendieron bien el arte de dividir los ej�rcitos en muchos batallones y escuadrones y el de formar el cuerpo de reserva para ayudar en el avance o para sostener en la defensa cuando vacilaba una parte del ej�rcito.
  • La falange macedonia era terrible cuando se iba al choque, aunque necesitaba lugares propios para su solidez y consistencia, y no teni�ndolos se romp�a por su propio movimiento y estando una vez dividida no ten�a forma de volver a reunirse.
  • La legi�n se divid�a como ya se ha dicho en diversos cuerpos y se serv�a de todos los lugares y se separaba como quer�a, propio para destacamentos, para todo tipo de conversiones y evoluciones, y por tanto ten�a m�s diversidad de movimientos y por consiguiente m�s acci�n que la falange.
  • Los romanos consideraban la disciplina fundamento de su Imperio y no buscaban batallas arriesgadas sin necesidad, ni victorias en la que perdieran muchos soldados, y en su historia, a veces se hace referencia, de cohortes muy considerables integradas sin duda por tropas escogidas, con rumbo a determinadas expediciones

Estrategia en la Edad Media europea

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Carlomagno legitim� el dominio de los B�rbaros adhiri�ndolos al territorio y cuando hubo un emperador de Occidente, Carlomagno, la cristiandad convertida en una vasta monarqu�a, venerando los pr�ncipes como superior a aquel y tratado por los de otros credos como jefe de los creyentes, cesaron de ser considerados como usurpadores de los derechos del emperador de Oriente, y con solo sentarse un rey de los B�rbaros en el trono de los C�sares, quedaban aquellos asociados a la naci�n romana, pues los vencedores y vencidos no tuvieron m�s que un solo jefe, y desde entonces puede decirse que la organizaci�n feudal recibi� su organizaci�n, aquella escala de poderes superiores los unos a los otros, con la �nica fuente de autoridad Dios y del Pont�fice su representante, fallando como �rbitro en las discusiones de los Pr�ncipes entre s� y con sus pueblos, y que pod�a aducir a los desastres de la guerra el remedio posteriormente utilizado en Europa de los protocolos de la diplomacia.[10]

En la Edad Media feudal como no hab�a ej�rcitos organizados no hab�a castros y el castillo tuvo por mucho tiempo gran importancia militar , ya que para rechazar a normandos, sarracenos, h�ngaros, etc., los pueblos atacados levantaban muros y torres y bien pronto los se�ores feudales aprendieron que aquellas fortalezas pod�an servir a sus planes y los multiplicaron e iglesias y conventos se fortificaron tambi�n y pod�an darse choques fortuitos o calculados de vecino con vecino, guerra de asedio y de desgaste, y en los peligros comunes los se�ores vecinos se congregaban para ponerse de acuerdo acerca de lo que cada cual ejecutar�a en sus dominios y el rey era uno de los contratantes, pero sin autoridad coercitiva, �nicamente propietario de los feudos por �l conferidos, no un magistrado supremo ejecutor de la voluntad de una asamblea soberana. Solo quedaban los s�nodos, de los cuales, como mixtos que eran, sol�an emanar leyes civiles.

Generalmente el feudatario escog�a para su residencia una altura en medio de sus dominios y all� constru�a un castillo, s�mbolo del poder solitario e independiente, edificios de piedra maciza, con torres redondas o pol�gonas coronadas de almenas, y se un�a a la naturaleza el arte de la guerra para hacer impracticable el acceso a los castillos, y los fosos, antemurales, empalizadas, contrafuertes diseminados en los alrededores, rastrillos, puentes levadizos estrechos y sin petriles, compuertas suspendidas de cadenas, puertas subterr�neas, trampas, en fin, todo aquel sistema de defensa y emboscadas, buscaba atemorizar a los que tratasen de atacarles o sorprenderlos, y cuando se o�a el sonido de la campana de la atalaya cund�a inmediatamente la voz de alerta y corr�an a las troneras, a las almenas, a las barbacanas, se alzaban los puentes, se bajaban los rastrillos y empezaba la lucha.[11]

El feudalismo, fraccionando los ej�rcitos en peque�os grupos, divididos seg�n la importancia del feudo y vestidos, armados e instruidos de diferente manera, quitaba la posibilidad de los esfuerzos combinados con un objeto com�n, y la caballer�a constitu�a la principal fuerza de las batallas y a ella se dedicaban los nobles, protegidos por su armadura, "concha impenetrable", desafiando los tiros de los arqueros y las picas de la infanter�a.

En la Edad Media aparece la guerra se�orial, ya que no hubo se�or sin tierra y tierra sin se�or y admitida esta forma de propiedad se extendi� y generaliz� y todo se hizo feudal y el se�or�o personal, real y jurisdiccional se denomin� feudo y el que lo otorgaba se llamaba senior o se�or, el que lo recib�a junior o miles, como obligado al servicio militar, al que lo recib�a directamente vasallo y los sub-beneficiados valbasores, y cada individuo era al mismo tiempo se�or y ligio o vasallo, y pod�a ser vasallo en una tierra y soberano en las dem�s, y cuando toda propiedad lleg� a convertirse en feudo o subfeudo, cada duque, conde, etc., fue considerado como se�or de su tierra y pod�a tomar venganza por las ofensas recibidas, ya fuera el rey, ya fuera un noble, derecho llamado del pu�o que origin� numerosas guerras parciales entre uno o varios nobles y el rey o de se�or a se�or, y como el vulgo depend�a del capricho de los se�ores, las guerras asolaban las campi�as y los tugurios del villano.[12]

Las guerras privadas tuvieron gran importancia y general uso ocupando sus reglamentos distinguido lugar en la legislaci�n de aquella �poca, y solo compet�a a los nobles y caballeros, pues la reyerta entre los siervos, villanos y hombres libres de un orden inferior a los nobles estaban sometidos a los tribunales de justicia requiriendo la guerra privada igualdad de nobleza o condici�n, y el clero reclamaba por su parte y ejerc�a el derecho de guerra personal y eran suplidos los cl�rigos por los vidames o advocati elegidos por los varios monasterios u obispados, hombres distinguidos por su nacimiento y reputaci�n, que los defend�an y combat�an en su lugar, aunque en ocasiones eclesi�sticos de noble familia llenos de las belicosas ideas de su tiempo olvidaban su misi�n de paz y cuerpo a cuerpo combat�an en el campo de batalla a la cabeza de sus vasallos.

Al lado de la vida del castillo, donde estaban los se�ores en medio de sus guerreros, aparecieron las milicias comunales, reacci�n de los peones contra los caballeros, del hombre libre contra el tirano, y en el momento del peligro se tocaba la campana del Com�n, se anunciaba la reuni�n para tal d�a, llevando cada uno sus armas y as� marchaban contra el enemigo, concluyendo la campa�a del a�o en una o dos batallas.[13]

Los plebeyos y villanos que ve�an preciso defender su libertad contra la caballer�a o milicia que serv�a a caballo, despreciativa de la infanter�a, debieron comprender la necesidad de obrar al rev�s que el feudalismo, de dar preferencia a la multitud que a la fuerza individual e impulsados los suizos por esta necesidad, uno de los pueblos menos caballerescos en donde se consideraba honrosa la infanter�a, adoptaron el uso de las lanzas por medio de las cuales formados en gruesos cuerpos no dejaban que los desordenase la caballer�a enemiga, al paso que ellos iban destruyendo el ej�rcito de sus adversarios, venciendo en las batallas de que depend�a su independencia y luego a Carlos el Temerario, devolviendo esos triunfos su importancia al combatiente a pie y a la lanza, arma temida por la milicia feudal y los caballos, marchando en columnas api�adas como una muralla impenetrable, perfeccionando posteriormente la disciplina suiza por los espa�oles, formando una infanter�a que fue el terror de Europa, los tercios.

Con el paso del tiempo, en tanto volvieron a reunirse los feudos y aquella separaci�n pol�tica a juntarse y formar cuerpos mayores, condes, duques, pr�ncipes, rep�blicas y reinos cesaron las guerras privadas y empezaron las de Estado a Estado, y como se volvi� a cultivar las ocupaciones en tiempos de paz se introdujo la costumbre de tomar a sueldo personas que desde joven se entregaban al ejercicio de las armas y principiaron los mercenarios, y en el germen de los ej�rcitos permanentes y del progreso del arte esta el establecimiento de las citadas tropas mercenarias, como la Gran Compa��a Catalana de Roger de Flor, relatados sus hechos en la Cr�nica de Ram�n Muntaner o las compa��as de Sforza, Gattamelata, Braccio, Piccino, Del Verne y otros, los cuales muestran estrategia en sus movimientos, siendo muy notable la guerra de Gattamelata y Piccino a orillas del lago Garda entre los Visconti y Venecia.

Los hijos de los renombrados n�midas y mauritanos, y de los impetuosos getulos, penetraron y ocuparon la pen�nsula ib�rica bajo un avezado plan estrat�gico para iniciar campa�a ideado por su general T�riq: la caballer�a �rabe era el principal elemento de los ej�rcitos del �frica, servida casi en su totalidad por los nobles y acreditados, que guiaban o conduc�an con fabulosa pericia o aptitud, sus inestimables caballos, y pas� revista el emir Musa ibn Nusair a las primeras tropas en suelo peninsular, con veinte y tantas banderas, con dos de dicho emir, la tercera insignia de Abd al-Aziz ibn Musa, y las restantes eran de los koraixitas, de los alcaides de los �rabes, de los capitanes y dem�s gobernadores, viniendo la mayor parte de los bereberes y otras tribus de �rabes n�madas sin bandera, componiendo un ej�rcito de 18000 combatientes, que se acrecentaba cada d�a con gentes que del �frica aflu�an.


Sobre la tremenda irrupci�n de Europa sobre Asia con las Cruzadas, decir que el entusiasmo prevaleci� sobre los c�lculos políticos en una Europa, que contaba tantos señores como poderes, y este levantamiento en masa de un pueblo de propietarios, este abandono de las comodidades y de los bienes para ir en busca de aventuras, sin una necesidad absoluta, eran cosas menos extrañas en tiempos en que las costumbres disponían a ello, y las primeras fueron empresas tumultuosas de devotos guiados por hombres que llevaban por única provisión su confianza en los milagros o esfuerzos parciales de una multitud de señores que mandaban a sus dependientes del mejor modo posible, sin un designio grandioso, sino que de una empresa se pasaba a otra, hasta que en las sucesivas capitaneadas las expediciones por los reyes se dispusieron planes estratégicos como la ocupación de Egipto.

En las Cruzadas, Saladino brilla por los grandes y decisivos acontecimientos a que va unido y por tener frente a si a uno de los reyes más caballerescos de aquella época Ricardo Corazón de León y Saladino humano y magnánimo siempre que se trataba de enemigos vencidos, inexorable y áspero cuando contemplaba a los Cristianos como una nación, el héroe más perfecto del Islamismo, el príncipe más caballeresco de su época.

En la batalla de Bouvines, en 27 de julio de 1214, fue dividido el ejército cruzado en centro, ala derecha y ala izquierda, distribuidos en varias líneas, con una caballería que sostuvo el rigor del choque y el conde de Boulogne, Renaud de Dammartín, formó un batallón vacío de soldados colocados en redondel y armados de picas (se cree que por primera vez se hizo uso del cuadro), cuyos frentes presentaban un terrible obstáculo a la caballería enemiga, y una abertura por donde salía para dar las cargas Renaud y entraba para tomar el aliento.

Marino Sanuto el Viejo pasó gran parte de su vida en la Romania para poder llevar a cabo científicamente el libro sobre la recuperación y conservación de Tierra Santa, presentando en 29 de septiembre de 1321 en Aviñón a Juan XXII la obra con cuatro mapas y Guido da Vigevano, médico de Juana de Borgoña, contribuyó a la expedición de Tierra Santa de 1335 con los consejos reunidos en Thesauris regis Franciae acquisitionis Terrae Sanctae.

La Iglesia, que en aquellos años tan católicos, respondía a cada necesidad de la humanidad con el milagro de una institución, concibió en su fecundo seno un cuerpo, las órdenes religiosas militares, ejércitos permanentes, verdadero cuartel en los Templos.

La expedición militar, generalmente en la Edad Media es llamada cabalgada y presuponía siempre botín como prenda de victoria, y en un curioso códice Fuero sobre el fecho de las cavalgadas escrito en pergamino en dos columnas y que fue insertado en el Memorial Histórico Español, Tom. II, se advierte el espíritu de orden y legalidad que debe presidir a toda expedición militar, en el que se regula las atribuciones de jefes, asignación de botín, regularización del pillaje, único fin y objeto de la cabalgada, ect.

El equivalente de magister militum romano en la Edad Media era el adalid mayor y el adalid era el caudillo de gente de guerra, el que dirigía o guiaba las huestes, es decir, a la reunión y agrupación transitoria de mesnadas o contingentes, tanto de los ricos-hombres, barones o señores feudales como de concejos o villas, teniendo la hueste ordinariamente por objeto la toma o cerco de una fortaleza más bien que la batalla campal o decisiva.

En España, la Reconquista se caracterizó por ser un conjunto de expediciones, algaras y rebatos sometidas más o menos a un plan preconcebido y con combinaciones diplomáticas, y un estudio militar atento nos hace descubrir todo lo que tuvo de estratégico, de sistemático, de acompasado aquellas largas y dramáticas guerras, con sus teatros sucesivos en las cuencas transversales, con sus pasos de cordilleras, con sus conquistas de objetivos, como Toledo y Sevilla. En el siglo X las dobles expediciones militares del temible Almanzor constituyeron, durante 25 años, la guerra de expansión, cuyo núcleo estaba en la Córdoba musulmana, y desde 1492 el ejército español empezó amoldarse a la revolución radical militar que en los de toda Europa acaecía.

Los señores feudales y los adelantados de las fronteras, los walíes y caballeros árabes hacían mutuamente correrías en sus respectivos litorales, y a eso decían "hacer algarada", "irse de escaramuza", porque según las leyes de guerra entabladas podían acometer cualquier castillo y hacer los unos o los otros correrías o cabalgadas de improviso y con estratagema que no durase más de tres días.

Juan I de Castilla creó los siguientes dignidades o cargos según Pedro de Salazar y Mendoza : el condestable de Castilla, siendo el primero Alfonso de Aragón el Viejo, cuyas funciones según Clonard[14]​ equivalían a un Ministro de la Guerra, y dos oficios nuevos de mariscal a Fernando Álvarez de Toledo y Pedro Ruiz Sarmiento. Según Bardin era el cargo de mariscal en principio palatino como Ayudante del condestable hasta que este caballerizo (condestable viene de comes stabuli, conde del establo o caballerizo mayor) se transforma en general o comandante de tropas en guerra, los mariscales que le estaban subordinados en la jerarquía o servidumbre palaciega, le siguieron tomando el apelativo de mariscal de campo, y en Francia en tiempo del primer Mariscal de Byron era un verdadero Jefe de Estado Mayor, con gran autoridad y múltiples atribuciones.

La conquista normanda de Inglaterra por Guillermo el Conquistador, establece el feudalismo, pues los conquistadores se reparten sus terrenos, conservan la jerarquía militar y ejercieron dominio de señores sobre los indígenas desposeídos, y las leyes no eran más que pactos entre los vencedores extranjeros. Las tropas de Guillermo eran vehementes en el ataque, pero cuando la fuerza no les bastaba empleaban la astucia, y tras vencer en la batalla de Hastings, no cesó por eso la resistencia y hubo de tomar una después de otra todas las tierras y ciudades, ya a viva fuerza, ya valiéndose de negocios o sometiendo al enemigo, amedrentando, convenciéndole de la inutilidad de su esfuerzo.

El origen primario, la causa eficiente de la artillería en general, de las armas de fuego, es la invención y propagación de la pólvora, causa a la vez de determinantes radicales transformaciones en el arte de la guerra y en la manera de ser de los ejércitos y la primera boca de fuego se llamó bombarda ("bombus-ardia"), y el verdadero punto de arranque para varios estudiosos de la artillería en España esta en la descripción que la de los moros sitiados en Algeciras por Alfonso XI de Castilla en 1342 hace la crónica de este rey.

En España, en el siglo XV, ya no se presenta la artillería defendiendo muros, como en Algeciras en 1342, sino combatiéndolos, atacándolos, empleo nuevo, moderno y trascendental, y la perfección capital de la artillería tuvo lugar en Alemania, y por tanto el desarrollo de la artillería hay que buscarlo en la Europa central, en el siglo XV, como arma de sitio y arma de combate.

En el mencionado siglo XV, se idea el bote de metralla, tubo o cilindro de hoja de lata, de chapa o de hierro, carga de una boca de fuego que se componían de balas pequeñas que se lanzaban al enemigo en vez de un gran proyectil, y salía el bote impulsado por la pieza de artillería en figura de cono o embudo, disparo a reducida distancia con la concepción estratégica de ocasionar considerables y terribles estragos a los flancos del contendiente, a las formaciones cerradas que presentaban más bulto, en la defensa de brechas, ect.

Jan Žižka y los husitas en Alemania, maestros según Eneas Silvio Piccolomini en el arte de fortificar y en el de tomar plazas[15]​ (en la campaña de 1430 quemaron cien castillos y ciudades y cerca de 1400 aldeas), anuncian ya la eminente preponderancia de la infantería en los ejércitos europeos (en la campaña de 1431, el ejército husita estaba formado por 50.000 soldados de infantería, 7.000 de caballería y 3.700 carros), y no obstante, por una rutina o por una tenacidad difícil de comprender, no solo el siglo XIV sino también en el siglo XV es cuando llegan su apogeo la caballería y la armadura en la Edad Media europea.

Los husitas, muerto su jefe Jan, le dieron por sucesor a Procopio por sobrenombre Raso porque era clérigo y tenía cortado el cabello, única señal de su primitiva profesión, pues era digno discípulo de Jan y tenía como capitán valentía y habilidad como aquel. Procopio ya se había distinguido en 1421 defendiendo la plaza de Justemberg contra todas las fuerzas de Alberto, duque de Austria y obligándole a levantar el sitio, derrotando posteriormente a los imperiales e invadiendo y saqueando el Austria, la Silesia, la Lusacia, el Brandeburgo y la Franconia oriental e hizo formidable su nombre en toda Alemania.

Es difícil de determinar la época en que fueron inventados los baluartes o bastiones; pero es cierto que su uso se estableció cerca del año 1500, y algunos autores hacen autor de esta invención al citado Žižka, jefe de los husitas en Bohemia, pretendiendo que se sirvió de ellos en la fortificación de Tabor.

Maximiliano I de Habsburgo, nacido en 1459, perfeccionó el arte de fundir la artillería, la fabricación de las armas de fuego y el temple de las armas defensivas, y el primero que estableci� un ej�rcito permanente en Austria.

En la poblaci�n de Jargeau, lugar estrat�gico en la Guerra de los Cien A�os, prevenido el duque de Sufflok, de la sorpresa del ej�rcito de Francia en los arrabales de la poblaci�n citada, sali� de ella y form� una guarnici�n en batalla, pero no pudiendo resistir el choque los ingleses a pesar de ser guerreros experimentados que aprendieron el arte de la guerra en la escuela de Enrique V de Inglaterra, se refugiaron otra vez en el interior de Jorgeau. Al d�a siguiente los ca�ones y lombardas francesas empezaron a disparar sobre Jargeau (1429), teniendo los sitiados una artiller�a tan numerosa como los sitiadores, y sin embargo, el fuego dirigido por Juana de Arco, en quien todos los generales reconoc�an un talento extraordinario para disponer la artiller�a, produjo en pocas horas gran destrucci�n en la plaza sitiada.

Juana de Flandes, mujer de Juan IV de Breta�a, conde de Montfort, despu�s de la cautividad de su marido, hecho prisionero en Nantes, el cual no pudo aprovecharse de los socorros que le condujo de Inglaterra Roberto de Artois, que disputaba el condado de Breta�a a Carlos, conde de Blois, continu� valerosamente la guerra con el apoyo de los ingleses, sosteniendo dos sitios en Hennebon (1342 y 1345), teniendo por enemiga a Juana de Penthiere, condesa de Blois, mujer de Carlos, que sosten�a al rey de Francia, y esta guerra fue conocida como la Guerra de las dos Juanas, recayendo todo el peso de la guerra en las dos Juanas (1345-1365). Sobre la guerra mar�tima, un tratado, "De las Instituciones Militares" de Le�n el Fil�sofo, da idea del orden de la marina y el cap�tulo CXIX que trata de los combates navales, pone de manifiesto el estado de la marina del Imperio bizantino, las construcciones, los usos y la estrategia, noticias que complet� el tratado de su hijo respecto del dromon o la galera imperial que ten�an un ca��n de cuero colocado en la proa desde el cual era lanzado a gran distancia contra las naves enemigas el fuego griego, hecha con cera, pez, azufre y otras materias combustibles, modificando la manera de combatir, porque era preciso tratar de quemar las naves enemigas, con movimientos mejor combinados de acercarse y retirarse, venciendo por espacio de mucho tiempo a los sarracenos y posteriormente a los normandos hasta las Cruzadas ( se lanzaba el fuego griego tambi�n en vasos a modo de granada o con balutas y catapultas en el campo y ciudades sitiadas).

Cristina de Piezano, en su obra Libro de los hechos de armas y la caballer�a, trata la guerra activa y de la jurisprudencia militar y tom� los m�s escogidos preceptos de Vegecio y Frontino sin copiarlos, antes al contrario, habla de los cambios indispensables a los usos nuevos de guerrear y a la artiller�a y propone las mejores m�ximas de ofensa y defensa que se usaban en las guerras de Francia de aquel tiempo.

Leon Battista Alberti en su obra De re aedificatoria habla de las fortificaciones de las ciudades seg�n Vitrubio, Vegecio y otros autores griegos y romanos.

Roberto Valturio en su tratado "Opus de re militare" ilustr� construcciones de arquitectura militar, como las del citado Alberti las civiles: tiene suficiente envergadura hist�rica, para evidenciar la transici�n, de las armas de tiro antiguas a las modernas, se�alando adem�s el tiempo de su invenci�n.

Egidio Colonna, escritor escol�stico y arzobispo de Bourges, escribi� un tratado hacia finales del siglo XIII titulado De regimine principum que puede considerarse como el eslab�n militar que une a Vegecio con Maquiavelo, al tiempo romano con el Renacimiento.[16]

T�rminos relacionados

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  • Estrategia tambi�n deriva del griego Stratos Agein, El ej�rcito que se desplaza hacia adelante. De las palabras Stratos Ej�rcito que acampa y Agein Empujar adelante, avanzar. Lo anterior sugiere que la estrategia no es est�tica, sino que est� intr�nsecamente ligada al movimiento.
  • Estratag�mico.- Adjetivo que emple� Jean Maximilien Lamarque para expresar los movimientos que se verificaban en un c�rculo m�s extenso que los que pod�a alcanzar la vista. Tambi�n estratagem�tico seg�n Carrion-Nisas y atribuye esta palabra a Sexto Julio Frontino que titul� los tres libros que se refer�an a grandes movimientos antes, durante y despu�s de la batalla Stratragematicon y Estrategicon al 4� libro dedicado a lo que pasa cerca del general y es resultado de su car�cter e influencia personal.[17]
  • Stratitates.- En la �nfima latinidad, este t�rmino ten�a un significado similar al estratego de Grecia.
  • Estratarithm�tria.- En el siglo XVII, el arte de escuadronar, de formar las tropas en una figura dada, de hallar el n�mero de soldados que en ella cab�an.
  • Estratolog�a.- Nombre griego que algunos autores como Myler y Walter dieron a la ciencia que trataba del derecho a la guerra (otros estratonom�a).

La estrategia militar en la antigua China

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En China, hubo dos grandes fases en la historia de la estrategia militar.

Estrategia militar en �poca de los reinos combatientes

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Durante los reinos combatientes, la guerra quedaba librada por nobles en carros de combate. Estos comandaban a peque�os ej�rcitos de campesinos armados con la espada. El combate entre nobles era de una manera m�s cort�s. De hecho, en el reino Zhou exist�a el li, un c�digo de conducta que exig�a el m�ximo respeto al enemigo, siempre que este fuera noble y ambos contrincantes, del mismo linaje, pues las tribus b�rbaras, otros reinos chinos o nobles que no fueran del mismo rango eran sometidos a una guerra sin cuartel.

En esta �poca destaca el brillante general Sun Tzu, que revolucion� la t�ctica militar con su libro "El arte de la guerra", libro imprescindible para cualquier general.

La estrategia en �pocas posteriores a Qin Shi Huang

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Guerreros de Xian

Con Qin Shi Huang las dimensiones de la guerra alcanzaron unas enormes dimensiones. Se armaron ej�rcitos gigantescos de miles de soldados. Las lanzas fueron el arma principal favorita de la infanter�a china a corto alcance. La infanter�a era apoyada por la caballer�a y m�s tarde, por las primeras piezas de artiller�a

La ballesta y la ballesta de repetici�n eran la mejor arma de largo alcance de la �poca, pues era muy f�cil y r�pida de usar y fabricar. Destacan los cho-ko-nus soldados chinos que manejaban con maestr�a ballestas de repetici�n. La enorme demanda de armas por parte de los emperadores hizo florecer la industria del metal, la cual se convirti� en una industria masiva, la m�s sofisticada en a�os.

Estrategia en la Edad Moderna europea

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El siglo XVI, tras la Edad Media, es el del renacimiento militar de Europa, que tuvo lenta preparaci�n en los siglo XIV y XV, por los siguientes hechos:

  • Primeramente decir que el mismo Maquiavelo, viendo el desorden que se hab�a introducido en la milicia por culpa de los jefes de los bandos asalariados y disgustado de los soldados aventureros, quiso demostrar la necesidad de tener ej�rcitos nacionales y disciplinados, tratando de que se aprenda de los griegos y romanos la importancia de la infanter�a, base de los ej�rcitos y de la naci�n, y se le valora m�s como fil�sofo pol�tico que tratadista militar porque aspiraba a ordenar los ej�rcitos nacionales y en vez de formular m�todos puramente militares, quer�a oponer la fuerza moral de los ej�rcitos al triste espect�culo de los capitanes aventureros[18]
  • Invenci�n de la p�lvora y su uso.- Con la invenci�n y uso de la p�lvora naci� un arte militar enteramente diverso: las picas, alabardas y partesanas fueron sustituy�ndose con los arcabuces, mosquetes y fusiles, y en 1503, el c�lebre ingeniero espa�ol Pedro Navarro aplic� con �xito la p�lvora en la mina que hizo contra Castel dell'Ovo en N�poles, aplicada desde entonces como ingenio principal de la guerra de minas, contraminas y la guerra subterr�nea.
  • Presencia de arqueros ingleses en Crecy, Poitiers y Aljubarrota
  • La aparici�n victoriosa de la citada infanter�a suiza en el siglo XV
  • La composici�n del l�cido ej�rcito[19]​ que llev� Carlos VIII de Francia a la conquista de N�poles: La invasi�n de Carlos VIII en Italia, la liga que se form� en contra suya para encerrarlo dentro de ella, su retirada que cort� estrat�gicamente Albiano, general de Venecia, la defensa de Calabria de Aubigny, el �xito de la batalla de Fornovo se parecen mucho a las operaciones que precedieron a la batalla del Trebia en 1799, al paso de Beresina en 1812, a la batalla de Hanau en 1813, prueba que los capitanes de aquel tiempo ten�an el instinto de las grandes operaciones militares (Luis Blanch)[20]

Posteriormente, el m�rito militar de Pr�spero Colonna que agrand� las combinaciones estrat�gicas, la campa�a del Gran Capit�n Gonzalo Fern�ndez de C�rdoba en el Garellano, las de toda la escuela de grandes capitanes en el reinado de Carlos Mar�a Isidro de Borb�n, sus expediciones a �frica con la indispensable cooperaci�n de la marina militar de Andrea Doria, las guerras de Solim�n y las de los capitanes franceses de la �poca, todo prueba el progreso de las combinaciones militares, y todos los Estados beligerantes ten�an el vigoroso instinto de la guerra, porque los combates hab�an tomado mayores proporciones, las guerras civiles del feudalismo se hab�an concluido, las naciones peleaban por medio de ej�rcitos permanentes con vastos espacios que recorrer, que defender, que conquistar y oblig� al ingenio humano a desarrollarse en la direcci�n de su necesidad, por lo cual la estrategia fue presentida y practicada.

En el siglo XVI, aparecen las tropas imperiales espa�olas, con sus temibles Tercios, ya que despu�s de la expulsi�n de los moros, surgi� para Espa�a una serie de guerras exteriores, que la alzaran a un alto grado de pujanza, y como ya no pod�an actuar las compa��as con independencia unas de otras, ni era posible la organizaci�n feudal de grupos disgregados e irregulares, hubieron de crearse subdivisiones del ej�rcito con la agrupaci�n de varias compa��as, que constituyendo una especie de brigada recibieron el nombre de Tercio:

Espa�a hizo dar al arte de la guerra pasos gigantescos, basta indicar la operaciones del duque de Parma para socorrer a Par�s y a Ruan sitiadas por Enrique IV de Francia, o la campa�a del duque de Alba para apoderarse de Portugal que termin� con la Batalla de Alcantara o la guerra de Flandes con el citado duque de Alba, Luis de Requesens, Don Juan de Austria, el citado Farnesio, ect: donde se hab�an reunido cuantos soldados valientes y experimentados capitanes ten�a Europa; las numerosas fortalezas deten�an al ej�rcito con largos y trabajosos sitios, las vastas llanuras requer�an en las batallas que se desplegase todo el valor y toda la ciencia, y las mismas llanuras atravesadas por anchos y profundos r�os presentaban con frecuencia aun despu�s de las victorias, inconvenientes graves y temibles a los progresos de los vencedores (Cita de Agostino Paradisi[21]​).

En la batalla de Pav�a, en 1525, los espa�oles, desplegaron en ella todas las ventajas del talento militar y todas las maniobras hijas del estudio m�s reflexivo del arte de la guerra, dando a la Historia Militar la primera p�gina en que se estudia la t�ctica y el orden de las batallas modernas e igual pericia mostraron y victoria obtuvieron los tercios espa�oles mandados por Manuel Filiberto de Saboya en la batalla de San Quint�n.

Mauricio de Nassau reuniendo la experiencia de los precedentes, regener� el arte militar e introdujo muchas novedades en el ataque y en la defensa, indag� todos los medios de acelerar y asegurar m�s el buen �xito de la guerra, atribuy�ndole algunos autores la creaci�n de la fortificaci�n de campa�a y Gaspar de Coligny fue el primero que mostr� la importancia de la rapidez, recorri� hasta 18 leguas en 24 horas, ya que anteriormente se cre�a una gran marcha 7 leguas por d�a.

Si entre los antiguos el cuadrado t�ctico se denomin� sintagma, tortuga, en la Edad Media muro, cerca, corral, vino a constituir en los siglos XVI y XVII el escuadr�n al que los t�cticos geometras sometieron a m�ltiples sutilezas.

Mauricio de Sajonia pose�a grandes cualidades: tan circunspecto y reservado en el plan, como osado y pronto en la ejecuci�n, tan previsor en la preparaci�n, como acabado en la obra.

En las Guerras de Religi�n en Francia (1562-1598), los fines de los pueblos calvinistas era no solo empu�ar las armas por el libre ejercicio de su religi�n, sino tambi�n para desterrar el ejercicio de la religi�n cat�lica que se la perfilaba como una idolatr�a cuyo abatimiento era un deber de conciencia para el buen cristiano, temiendo por su parte el pueblo cat�lico por su religi�n que los hugonotes hab�an jurado deshacer, sosteniendo en el cometido de preservar aquella, temiendo tambi�n el soberano y los Grandes por su autoridad que el partido hugonote hab�a resuelto usurpar; en los principios de la reforma protestante los predicantes hac�an profesi�n de doblegarse a la obediencia del gobierno, como las protestas de fidelidad que traslad� Juan Calvino a Francisco I de Francia al principio de su Instrucci�n, cristiana, posiblemente por la debilidad de su partido, mas con el aumento de fuerzas fue trocando su lenguaje, proyectando sus doctores que era leg�timo a los calvinistas el defenderse, con la estrategia de requerir y conseguir por medio de la rebeli�n y de la violencia la libertar de continuar y practicar p�blicamente su religi�n, declarado en muchos s�nodos de los calvinistas con la mayor solemnidad.

En el siglo XVII abundan capitanes de alta inteligencia y que emplearon a menudo los m�todos de la estrategia como Espinola, Albrecht von Wallestein, Turena, Bernardo de Sajonia-Weimar, Piccolomini, Montecuccoli, Gustavo de Suecia, El Gran Cond�, Conde de Tilly y alg�n otro.

La verdadera guerra en grande esclarece principios en tiempos de Luis XIV de Francia, con gran protagonismo de las armas de fuego y la estrategia se une a la pol�tica, el gabinete con el pabell�n, y las guerras no se principiaban sin haber determinado el plan y se procuraba prever sus efectos despu�s de una serie de operaciones hipot�ticas fundadas en datos desconocidos, y se vieron notables operaciones estrat�gicas: invasi�n de Holanda,; Marlborough alcanz� a orillas del Danubio al pr�ncipe Eugenio; Villars se uni� con el elector de Baviera; Luis José de Vendome y Berwick dirigieron las famosas marchas de España que concluyeron con la batalla de Almansa.

El tipo de la guerra de sitios es relevante en el siglo XVII, la toma de una plaza fuerte era en ocasiones el objeto de una campaña, y alguna tentativa de un ejército de socorro para descercar la plaza o librarla del ataque enemigo, solía producir un choque o batalla campal, y el asunto quedaba resuelto con la toma de la plaza o la retirada del sitiador. El ejército de socorro era adversario natural de un ejército de observación y el lento progreso de la táctica en el siglo XVII debe atribuirse en gran parte al índole acompasado de aquellas guerras de sitios y posiciones, por oposición a la campal, de marchas, maniobras y batallas.

Habiendo llegado muy lejos el arte de fortificar con Errard de Bardeluc, ingeniero de Enrique IV de Francia, el caballero Ville con Luis XIII de Francia y el conde de Pagan, se debe el mérito de las aplicaciones sistemáticas en sitiar y tomar plazas a Vauban y en su defensa mejoras adaptadas a las nuevas armas, aplicando los sistemas ya conocidos, sobresaliendo en la sagacidad con que supo asociar la fortificación con las estrategia: Fue el primero que vio las cosas en gran escala; buscó las relaciones de las plazas de guerra entre sí y de la fortificación con las otras partes del arte militar y hasta con la administración política, y puso las fortificaciones en la mejor relación con la estrategia de su tiempo y merece el elogio de que la conservación de los hombres y de los establecimientos fue uno de sus principales fines (Cita Carnot).

Por los años de la Guerra de los Treinta Años, el elemento feudal casi desapareció, porque su composición no se fundaba ya en el servicio feudal sino que era una tropa permanente tomada de la plebe y mandada por señores o nobles sujetos sin embargo a la jerarquía de los grados en razón de sus capacidades y sus servicios y no del grado social, lo que destruía los contingentes feudales, y en la citada guerra, Waldstein y Gustavo de Suecia vivían a expensas de los países que ocupaban con sus soldados, guerra devastadora, pero el primero era considerado como una adversidad y Gustavo como un protector, porque el uno dilapidaba y el segundo regularizaba las exacciones, y ambos demostraron que en los ejércitos más móviles y en los terrenos menos montuosos sabían hacer servir las fortificaciones de campaña, y empezó también la división del trabajo en los ejércitos.[22]

Wallestein ganó fama militar en la guerra contra los bohemos y los turcos, y su fama y las promesas tentadoras de gloria y de botín trajeron a su bandera muchos soldados y jefes aventureros, guerra en la que se permitía el pillaje y la contribución militar, hallando donde quisiera el soldado paga y ganancias.

Gustavo Adolfo y Mauricio de Orange restauraron el arte militar, mejoraron las ordenanzas y combinaron en las masas de infantería las ventajas de la legíon con las de la falange, y fue Gustavo tan hábil en sus planes como rápido en su ejecución, la llamada por Napoleón guerra de pies e ideó fabricar cañones de cuero contra la artillería de los alemanes para hacerla más maniobrable.

Se considera a Enrique, duque de Rohan (siglo XVII), como el primer escritor y general moderno que dio y aplicó algunos preceptos útiles en la guerra de montaña, exigiendo un principio general: "la posición en las cumbres".

Conde y Turena aparecieron poco después, y el primero había nacido general y se condujo por sus inspiraciones propias, y el segundo aprendió a serlo en el libro de la experiencia, el cual, por un nuevo orden de formación de tropas, por el uso más razonado de la infantería, por sus admirables marchas y planes de campaña, encauzó el arte militar a un alto grado de perfección: Conde nació general, Turena se hizo; el primero se dirigía por sus propias inspiraciones, el segundo por la reflexión y la experiencia y sus batallas presentan disposiciones variadas y siempre hábilmente aplicadas al terreno (Cita de Lamarque).[23]

Turena instituyó la brigada en 1667, subdivisión táctica de un cuerpo de ejército, formando parte de una división, con el nombramiento del primer brigadier de caballería y la de 1668 para el de infantería, buscando unidad y cohesión, y agrupar sus tropas con más libertad, aunque para otros fue Gustavo Adolfo, y si bien su columna o unidad táctica se dividía en trozos y fracciones que le daban flexibilidad y movilidad (dos regimientos con 1000 mosqueteros y 900 piqueros), la caballería sueca todavía se interpolaba su turma como en los tiempos del duque de Alba y Alejandro Farnesio.

Cromwell formó tropas regulares y devotas, organizando a los indisciplinados y que ejercitó infundando una poderosa confianza en sí mismos, y mira hacer la revolución, la secunda, sigue y reduce a la unidad de su poder.

Raimondo Montecuccoli dejó tres libros en sus memorias, trata el primero del arte militar, el segundo de la guerra contra los turcos y el tercero de la campaña de 1664, conteniendo preceptos tanto para la guerra ofensiva como la defensiva, y la guerra entre él y el citado Turena, fue indudablemente un ejercicio del arte de la guerra, una rivalidad de sutilezas, de serenidad, de temple, de presteza y de diligencia, no pudiendo contar el uno con que el otro incurriría en más deslices o desaciertos, con las que el mismo hubiera cometido hallándose en su lugar, y Montecuccoli prosiguió con victorias hasta que fue hecho prisionero por el Príncipe de Conde.

Holanda, al haberse combinado con Francia, pudo disputarle el imperio de la mar a Inglaterra, con una marina diestra y ejercitada, capitaneada por hábiles almirantes como Engel de Ruyter, Martin y Cornelio Tromp.

A comienzos del siglo XVIII, en la Gran Guerra del Norte destaca como ilustre militar Carlos XII de Suecia, siendo dignas de atención y estudio el paso de Dwina, el de Bug en 1703, a nado con su caballería, las activas campañas de 1704 y 1705, y en 1708 penetra en Rusia hasta Berezina, donde le espera Pedro el Grande, fundador de la grandeza moscovita, soñando con herir al ruso en el corazón llegando hasta Moscú y para ello pone sitio en Poltava, plaza de importantes recursos y gran importancia estratégica.

En el siglo XVIII, tanto Federico II el Grande en la Guerra de los Siete Años como la guerra con España del inglés Pitt, fundaban su resolución en motivos estratégicos, en las ventajas que resultarían de descargar un golpe inmediato y bien dirigido contra el enemigo, sin darle lugar a prepararse.

Navío es el nombre propio o peculiar que ha permanecido a las embarcaciones grandes o que llegan a pasar de cierto porte, y más particularmente a las de guerra que tenían a los menos dos puentes o dos baterías corridas por cada banda, navíos de dos andanadas, así como de tres puentes en el de constar de otros tantos o de tres baterías. También se decía navío de línea a cualquiera de los primeros o que por aquellas circunstancias se consideraba propio para entrar en la formación de la línea de combate, con un número elevado de cañones gruesos, es decir, el que por su porte y armamento estaba destinado a combatir en batalla ordenada o en formaciones navales en unión de otros buques de la marina de guerra.

Federico sujetó la guerra a las especulaciones del talento, redujo a cálculo todos sus elementos y formando un conjunto de la estrategia con la táctica, la redujo a una ciencia mixta que comprendía ambas cosas e hizo de modo que el soldado adquiriese una especie de instinto por la estrategia acelerada, y conociendo la importancia de la prontitud creó la táctica moderna, y en vez de romper el centro dio vueltas a las alas y a llevar el mayor esfuerzo al punto débil del enemigo, multiplicando las piezas de artillería, consiguiendo que se cruzasen con el fuego de los mosquetes, de manera que si el enemigo avanzaba se encontraba débil antes de llegar a las bayonetas.[24]

Estas perfecciones o creaciones originaron otra manera de combatir ya que en lugar de las batallas de choque del Gran Capitán y del gran Conde, de las batallas de posición del duque de Alba y Feuillade, de las batallas de puestos de Mauricio de Sajonia, Federico usó las batallas de maniobras: Es preciso remitir al éxito de las batallas el término de las querellas. Es preciso meditarlas, porque las que se encomiendan a la casualidad nunca tienen grandes resultados. Son las mejores batallas aquellas en que se obliga a recibirlas al enemigo (Cita del mismo Federico)[25]

Otros generales dignos de mención del siglo XVIII son Mauricio de Sajonia, Tollendal, Eugenio de Saboya; realizaron con sumo acierto grandes operaciones militares Kurt Christoph Graf von Schwerin, Keit, Ziethen y Seidlitz; en las campañas de 1758 y siguientes Fernando de Brunswick fue superior o al menos igual a los franceses teniendo un ejército heterogéneo e inferior; el príncipe Enrique de Prusia en Sajonia se mostró profundo en la defensa modelo respecto a la elección de posiciones y movimientos.

En la Guerra de independencia de los Estados Unidos, el ejército británico no aplicó correctamente las máximas estratégicas para la conducción de una guerra ofensiva, y en vez de concentrar sus fuerzas en alg�n punto decisivo y la destrucci�n del principal cuerpo del ej�rcito revolucionario por repetidos y bien dirigidos golpes, dispersaron sus fuerzas en una inmensa extensi�n de territorio y llegaron a ser demasiado d�biles de poder actuar con decisi�n y efectividad en ning�n punto.

El Almirantazgo de Gran Breta�a mand� poner "entre-puentes de carronadas" en ciertas fragatas para experimentar el efecto que ten�an, y despu�s de haber reconocido los grandes estragos que causaba esta arma en la jarcia, arboladura y aparejo de los nav�os de guerra franc�ses, contra los cuales dirigieron su fuego las fragatas inglesas en los combates particulares, mand� por orden general ponerlo entre los "entre-puentes" de todos los nav�os de l�nea ingleses[26]

Como no eran bastantes los medios ordinarios para rendir una plaza como Gibraltar tan defendida por la naturaleza como por el arte militar, la Corte de Madrid adopt� el plan estrat�gico de acometer por mar y por tierra a un mismo tiempo, vali�ndose de m�quinas de nueva invenci�n llamadas bater�as flotantes con objeto de batir los dos muelles y las fortificaciones que defend�an la ciudad en lugar de los nav�os de l�nea, pues como el aparejo y velamen de �stos estaba expuesto a ser quemado con las balas rojas de la plaza, se evitaba este inconveniente por la naturaleza de su construcci�n.

Del mismo modo que cambi� la sociedad, se cambi� en Francia el ej�rcito en la Revoluci�n, con grandes cambios en la legislaci�n y en la administraci�n y en las relaciones de la sociedad civil con el ej�rcito y de �ste con la sociedad, y la ciencia de las grandes operaciones cambi� de faz y se aprendi� a hacer �tiles y movibles a las masas, creciendo extraordinariamente el ej�rcito cuando se incorporaron a �l los guardias nacionales y se hicieron las levas parciales y en masa, formando parte de los 18 ej�rcitos de la Rep�blica, y de este modo un mill�n doscientos mil ciudadanos se armaron, se suprimieron los nombres de los antiguos cuerpos, el ej�rcito tom� la divisa azul de la milicia ciudadana, cambiando de aspecto el arte de la guerra no solo con la sustituci�n de los ataques de los cazadores y a la bayoneta, sino con la guerra en grande que se hab�a hecho necesaria desde el momento en que se conoci� el poder de las masas.

Mal armados los soldados franceses, biso�os en las maniobras, se precipitaban sobre la artiller�a y l�neas enemigas, protegidos por las bater�as y unos cuantos escuadrones adiestrados, despu�s de todo deb�an introducir una estrategia nueva, ya que no teniendo tiendas o bagajes se cuidaban poco de cubrir las l�neas y con extraordinaria movilidad ca�an de improviso sobre enemigos acostumbrados a marchas met�dicas, aprendiendo a rehacerse, a replegarse contra la caballer�a y a aprovecharse de los obst�culos del terreno para acercarse al enemigo.

Los numerosos ej�rcitos que cubr�an sus fronteras oblig� a sus generales a crear cuerpos francos y a emplearlos todos en las guerrillas para suplir la falta de experiencia militar de aquella �poca, contrarrestando a los diestros tiroleses y a los cazadores de lobo austriacos, y en la famosa jornada de Jemappes el general Dumouriez hizo un excelente empleo de estas tropas, cuyos batallones envolvieron los reductos austriacos y obligaron a los artilleros a abandonar sus piezas.

Carnot, ministro de guerra, se dedic� a regularizar aquel �mpetu y orden� que se dieran golpes decisivos en los puntos estrat�gicos m�s importantes, que se rompiesen las comunicaciones, que se pusiera fuera de combate al ej�rcito enemigo antes de tomar una sola fortaleza o de apoderarse de un palmo terreno, y a las teor�as de Vauban para el ataque y reparaci�n de plazas, sustituy� un nuevo sistema de fortificaci�n y defensa, que consist�a en usar de los fuegos verticales en casamatas, para destruir al enemigo cuando ven�a en grandes masas y de los golpes de mano atrevidos cuando el enemigo no ten�a bastante fuerza.

Derecho internacional

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La primera �poca del derecho internacional puede fijarse despu�s del Tratado de Westfalia, representando en sus escritos las bases de un sistema que pretend�a fijar equilibrio entre las grandes potencias, y la segunda �poca de mismo derecho tiene su origen en el Tratado de Utrecht, cuando Hugo Grocio bas� el derecho de gentes en el derecho antiguo, que vino a ser racional, filos�fico y se compenetra con el derecho natural.

La palabra estrategia en la Europa de los siglos XVIII-XIX

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Se introdujo la palabra griega estrategia en la segunda mitad del siglo XVIII y la voz griega permaneci� largos a�os como otras en misteriosa incubaci�n al calor exclusivo de los eruditos e incluso a finales del siglo XVIII era desconocida por generales de la �poca de la Revoluci�n francesa y del Imperio como Ney, Mass�na, Murat y hasta el �ltimo tercio del siglo XVIII el arte de la guerra se consideraba como un todo indivisible.

Las victorias de Federico II de Prusia despertaron a la Europa militar de cierta apat�a y entumecimiento y hubo largos y ruidosos debates sobre todo lo concerniente al arte, especialmente sobre mejoras de la t�ctica a las que se atribu�an los triunfos de Federico II, fil�sofo y guerrero. Esta discusi�n produjo un regreso a los estudios y documentos olvidados hac�a siglos sobre las falanges griegas y las legiones romanas. Surgieron nuevas ideas sobre el arte de la guerra, siendo las m�s destacadas las de Conde de Guibert. Posteriormente, todas estas opiniones generaron avances en la t�ctica militar.

El primero en usar la palabra estrategia en esta �poca fue el archiduque Carlos, rival del terrible estratega de los tiempos modernos, Napole�n I. En competencia con el archiduque, dos de los primeros escritores sobre estrategia fueron von B�low y el Bar�n de Jomini. No debemos olvidarnos de Joly de Maizeroy[27]​ a quien Bardin[28]​ atribuye la invenci�n de la palabra en 1771, ni de Georg Heinrich von Berenhorst, Jean-Martin Jabro[29]​ Silva, Henry Lloyd[30]​ y otros autores que no dijeron "strat�gie" sino "estrat�gique" y que no llegaron a formar un cuerpo de doctrina propiamente dicho.

Por tanto, los primeros expositores y definidores de la palabra estrategia militar fueron el archiduque Carlos en forma geom�trica, von B�low en forma escol�stica y el Bar�n de Jomini en forma experimental.

No obstante a esto, la estrategia militar existi� en todas las edades de la historia y aun cuando sus principios no fueron establecidos hasta el siglo XIX, no puede negarse que la estrategia militar se aplic�:

  • All� donde hubo operaciones de guerra de alguna extensi�n.
  • Caudillos de selecto entendimiento que supieron mover con habilidad las tropas que dirig�an para adquirir primac�a sobre el enemigo.
  • Se la encuentra por todas partes desde la primera guerra entre los hombres, unas veces enmascarada bajo diferentes nombres como disposiciones generales o Te�rica y pr�ctica de la guerra. Por tanto, desde que existi� en el mundo el primer general que tuvo pericia y habilidad para conducir las tropas y para que sus principios fueran observados y cumplidos.
  • Algunas claves de la estrategia militar se encuentran en refranes populares como:
    • Quien da primero da dos veces
    • Cinco contra uno
    • Al enemigo que huye, puente de plata
    • No poner toda la carne en el asador
    • La uni�n hace la fuerza
    • Divide y vencer�s
  • Para certificar lo dicho es curiosa una observaci�n de M. De Roure en su obra Historia de Teodorico El Grande, Par�s, 1846 Tomo II, p�ginas 28 a 30, en el que este erudito hace notar la habilidad estrat�gica de los b�rbaros, cuyas operaciones militares siempre fueron conducidas seg�n las reglas de la ciencia m�s exacta. Y tambi�n se puede a�adir lo siguiente de �douard de La Barre Duparcq: Los b�rbaros ten�an la principal cualidad, vigor, y el "instinto de la estrategia" les hac�a seguir sus reglas invariables sin darse cuenta de ello. En esto consiste la nativa simplicidad de la estrategia, en la perpetuidad de sus reglas a trav�s de las edades[31]
  • Incluso en la Reconquista de Espa�a sobre los �rabes se puede ver todo lo que tuvieron de estrat�gico y sistem�tico aquellas largas y dram�ticas guerras y, sobre todo, en la Conquista de Granada, en aquel ep�logo digno de aquella magn�fica epopeya, que hasta en su duraci�n se asemeja a las conquistas de Veyes por las legiones romanas, y de Tebas y Troya por los griegos. �Puede darse plan m�s estrat�gico, ejecuci�n m�s t�ctica, conjunto y pormenores m�s cient�ficos?

Definidores y expositores primitivos de la palabra estrategia militar

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  • Enrique, bar�n de Bulow, oficial prusiano que sirvi� en infanter�a y luego en caballer�a, fue en palabras de Napole�n I un "ide�logo" (como llamaba Napole�n a todo el que pensaba) y aventurero, algo estrafalario, escritor c�ustico y atrevido. Principio por enredarse en la insurrecci�n de los Pa�ses Bajos en 1789 y recorri� en larga peregrinaci�n los Estados Unidos, Inglaterra y Francia y son c�lebres sus obras Geist des neven Kriega-Sistems traducida al franc�s con el nombre Esprit du systeme de guerre moderne por T.Lave. que se public� en Hamburgo en 1799 y la otra Lehs�tze des newen Krieges... en Berl�n en 1805. La aceptaci�n fue inmensa y cautivo la atenci�n sobremanera la aplicaci�n feliz de la geometr�a a la guerra, la referencia al tri�ngulo, las retiradas exc�ntricas, las grandes l�neas, en una palabra, las grandes ideas y Prusia se envaneci� llam�ndolo el Folard prusiano.
  • Bar�n de Jomini es el sucesor estrat�gico de Bulow, comandante de batall�n suizo a principios del siglo XIX, oficial luego al servicio de Francia y despu�s de Rusia en la que lleg� a la �ltima jerarqu�a de ayudante de campo del emperador. Este autor desde 1803 en que el mismo confiesa que arroj� al fuego el primer manuscrito por haber le�do a Lloyd. Este inagotable escritor, hizo sudar las prensas de las imprentas con obras voluminosas de historia cr�tica sobre las guerras de Federico II, de la Rep�blica de Francia, de Napole�n I y alternaron folletos con art�culos de peri�dicos con obras extensas como Tratado de las grandes operaciones militares en 3 vol�menes de 1819, su traducci�n al franc�s de la obra del archiduque Carlos Principios de Estrategia, su Introducci�n al estudio de las grandes combinaciones, etc. y por fin en 1829 escribi� un Cuadro anal�tico para que sirviese de clave y complemento a aquella �ltima obra y en su 2� edici�n de 1837 tom� el t�tulo de Compendio del arte de la guerra que se tradujo en 1840 al espa�ol.
  • Archiduque Carlos, hijo del emperador Leopoldo II, era un t�ctico de primer orden y uno de los mejores generales de su tiempo pero cansado de ver comprometidas sus mejores combinaciones por generales incapaces, resign� el mando y vivi� apartado del ej�rcito y de la pol�tica. Sus dos obras c�lebres son las siguientes: Principios de la estrategia explicados por las operaciones de la campa�a de Alemania en 1796, Viena, 1814 e Historia de la campa�a de Alemania y de Suiza en 1799, Viena, 1819.[32]

Estrategia en la Edad Contempor�nea

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Siglo XIX

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Napole�n Bonaparte: la gran estrategia

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Napole�n Bonaparte invent� aquel orden militar con que aterr� a toda Europa, con el dif�cil arte de dirigir las masas a puntos decisivos y suplir el n�mero con la rapidez de movimientos, con la incomparable habilidad de reunir, crear y disponer los medios proporcionados a la empresa, a la actividad que le daba siempre la iniciativa, a la rapidez de vista y de acci�n militar que no dejaba al enemigo reflexionar ni tampoco de oponerse a sus proyectos, ascendencia sobre sus soldados y sobre los enemigos, a la habilidad de saber aprovecharse y, nadie ha pose�do mejor aun mismo tiempo todos los elementos de la estrategia y de la t�ctica por lo cual pudo aplicarlos felizmente desde las ideas m�s generales hasta las particularidades m�s peque�as y sab�a sacar partido de peque�os ej�rcitos y mover con facilidad los grandes, cosas que dif�cilmente van unidas.

As� como de las guerras del citado Federico II de Prusia hab�a resultado una nueva t�ctica, de las de Napole�n sali� la gran estrategia, en la que los escritores meditando sobre la ejecuci�n de sus vastos planes, echaron los cimientos de esta ciencia militar, y lejos Napole�n de introducir cambios esenciales en la t�ctica establecidos por Federico, extendi� su aplicaci�n a las nuevas circunstancias: con su infanter�a desbarat� a la infanter�a austriaca, alemana y prusiana, con su caballer�a hizo huir a la caballer�a de la guardia imperial rusa y la c�lebre de los mamelucos, con su artiller�a carg� a escape y destroz� cuadros, abri� brecha en las murallas m�s famosas, con sus ingenieros min�, fortific� y destruy� de forma notable, y las guerras en que se discut�an el destino de una gran naci�n eran resueltas por �l en dos solas batallas a lo m�s y acometiendo a un territorio, venc�a al primer ej�rcito que se le presentaba destroz�ndolo, aniquil�ndolo y antes de que este se hubiera repuesto marchaba a dar leyes a la capital y si esta se resist�a entraba a viva fuerza.

En el estudio de los mapas es donde Napole�n probaba todas las combinaciones, con sistemas de marchas h�bilmente pensadas, ganar terreno sobre el enemigo y de esta manera preparaba golpes infalibles, conduc�a los ej�rcitos como por la mano, reuni�ndolos, dividi�ndolos y maniobrando desde un extremo a otro de Europa con la misma precisi�n y seguridad que en el campo de batalla, y de este modo decidi� estrat�gicamente campa�as previstas y aun escritas de antemano en su pensamiento, y seg�n Jomini, Napole�n sobresal�a en el acierto de emplear reservas t�cticas y de ver a la primera ojeada el punto clave y decisivo de una batalla.

Napole�n fue tan afortunado en sus campa�as como aciago en sus combates navales, ya que los almirantes franceses observaban rigurosamente la t�ctica antigua, mientras que Nelson concentraba todos sus esfuerzos seg�n las reglas de la t�ctica moderna, y la marina inglesa puesta frente a frente con la francesa, hacia el mismo papel que Napole�n y sus ej�rcitos con respecto a los austriacos.

Las ideas imperiales de Napole�n le llevaron a empresas desgraciadas para dar rienda suelta a su ambici�n de guerra, acometiendo tras el Tratado de Tilsit como agresor a pueblos animados de un gran esp�ritu de patriotismo: Su misi�n no era �nicamente la de gobernar Francia sino la de someter el mundo entero para que no le aniquilara. Partiendo de tan gratuita hip�tesis, organiz� el Imperio para una guerra eterna. No fue con objeto de adquirir el derecho de ser monarca absoluto, por lo que pele� bajo todas las latitudes. Al contrario, fund� el despotismo para crear, vivificar y renovar continuamente los elementos de las batallas.[33]

En la guerra de la Independencia espa�ola las inmensas p�rdidas que sufrieron los franceses en Espa�a son m�s bien debidas a las guerrillas que a las batallas, y no es posible mirar m�s que como tropas irregulares las masas informes armadas tumultuosamente que rindi� al general Dupont en la batalla de Bail�n, las que derrot� a Moncey en Valencia, las que batieron a Charles Lefebvre en Arag�n, como igualmente los sitios que perpetuaron en la Memoria a Zaragoza, Burgos, Gerona y Tarragona.

En el sitio de Zaragoza, julio de 1808, Agustina de Arag�n, viendo avanzar a los franceses a la bater�a situada en la puerta del Portillo, cogi� la mecha de un soldado herido y dio fuego a un ca��n de a 24, cargado a metralla, que enfilando a las columnas enemigas caus� un gran destrozo, y este golpe inesperado produjo trastorno en las tropas sitiadoras francesas y tiempo para los sitiados, que volvieron a defender la plaza del Portillo y rechazaron a los franceses.

Duque de Wellington: aplicaci�n de los principios de estrategia

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El Duque de Wellington se distingui� m�s por su calma, energ�a y tenacidad que por su arrojo, estrategia atrevida y las grandes creaciones repentinas, y su marcha de concentraci�n sobre el r�o Duero y su movimiento decisivo sobre los m�rgenes del r�o Ebro son modelo para la correcta aplicaci�n de los principios de estrategia.

Realistas de Espa�a

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En las guerras de independencia hispanoamericanas, los realistas de Espa�a, despu�s de haber recobrado el mando, enviaron como recurso estrat�gico una fuerza expedicionaria de 10.000 soldados veteranos en los combates en suelo espa�ol al mando de Pablo Morillo, con un plan que abarcaba todo el continente.

Conquistas de Inglaterra en Oriente: 1838 a 1848

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Por los a�os 1838 y 1839 sostuvieron los ingleses una guerra en Afganist�n, despu�s de la cual se adue�aron de las islas de Bar�in y Ormuz, con el plan estrat�gico de asegurarse la entrada del Golfo P�rsico, y de la Socotra y de Ad�n que les daban la llave del Mar Rojo, y entre 1845 a 1848 conquistaron el Punyab o regi�n de los cinco r�os, a que a�adieron luego Cachemira.

Europa: cinco grandes guerras (1856-1878)

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Desde 1856 a 1878 el continente europeo fue teatro de cinco grandes guerras: la franca-austriaca de 1859, la danesa de 1864, la austro-prusiana de 1866, la guerra franco-prusiana de 1870 y la ruso-turca (1877-1878), todas las cuales trajeron su origen de la guerra de Crimea.

En la guerra de Crimea, los aliados creyeron acertado dirigir a Crimea una expedici�n imponente para aruinar Sebastopol, la base misma de la pujanza rusa en el Mar Negro, obligando a Rusia en la reducci�n de sus fuerzas navales, y las razones que les induc�a a esperar de su estrategia un resultado exitoso, consist�a la una en la superioridad incontestable de sus escuadras, que los pon�a en estado de atacar con ventaja Sebastopol por la parte de mar y la segunda en las simpat�as de los t�rtaros musulmanes, que les aseguraba la probabilidad de aislar al ej�rcito ruso que quisiera socorrer a aquella plaza, significando la posesi�n de Sebastopol la creaci�n para los aliados de una base s�lida a sus operaciones militares futuras para penetrar en la Rusia meridional y destruirle todos los establecimientos que ten�a en las orillas del Mar Negro, siendo para los rusos Crimea el centro de las transacciones internacionales de Europa y Asia.

C�lebre ingeniero de las defensas rusas en el sitio de Sebastopol fue el conde de Todleben y de la rendici�n del �jercito de Osman-Baj� en Plevna, reuniendo sus conocimientos de ingeniero a los del artillero y los del t�ctico, y en su plan estrat�gico se reconocen las ideas de Vauban sobre la importancia de la fuerza moral y de la calidad de las tropas en la defensa de la plaza y los de Montalembert acerca de la necesidad de asignar a la artiller�a un papel preponderante.

En la segunda guerra de la independencia italiana (1859-1861), Tur�n era el objetivo primario estrat�gico, pasando el general austro-h�ngaro Ferencz Giulay con tard�a ofensiva el Tesino y planeando Napole�n III acumular fuerzas imponentes por la izquierda, venciendo los sardos-franceses en la batalla de Magenta, siendo expulsado finalmente al otro lado del Adda un cuerpo austriaco al mando de Ludwig von Benedek, que se qued� algo rezagado al cubrir la retirada austriaca. Posteriormente, cruzando el Adda los sardos-francos tras los tudescos, concentrados a su vez en Brescia, ocupada previamente por Garibaldi con sus cazadores de los Alpes como vanguardia, finaliz� la guerra con el triunfo sardo-franc�s en la batalla de Solferino.

Guerra de Secesi�n

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El sitio y reducci�n del fuerte Pulaski que se hallaba situado en la isla Cokspur (Georgia (Estados Unidos)), en posici�n muy estrat�gica, fue uno de los primeros hechos, entre las operaciones militares llevadas a cabo en la guerra civil estadounidense (1861-1865), y demostr� plenamente el poder y la eficacia de los ca�ones rayados para practicar brechas a grandes distancias, distancias no conocidas hasta entonces y consideradas enteramente impracticables.

En el sitio de Charleston, 1863, las autoridares navales, en Washington, consideraban el fuerte Sumter, obra casamatada de ladrillo de cinco casas, con dos pisos de fuegos cubiertos y otro superior a Garbela, un lugar estrat�gico, y una vez demolida esta fortaleza destruido su poder ofensivo, se afirmaba que los monitores y otros buques blindados podr�an remover las obstrucciones del canal, apoderarse de toda la bah�a y llegar hasta la ciudad.

Batalla de Sadowa

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En la guerra austro-prusiana, Austria tuvo que constituir una guerra doble y Prusia se vio forzada a dividir su atenci�n en dos diversos teatros de guerra, uno al este y otro al oeste, y en este se dieron h�biles operaciones, que revelan dotes de combinaci�n y acierto estrat�gico-pol�tico del Estado Mayor de Prusia.

En 1866, en la batalla de Sadowa, grandes bater�as, h�bilmente dispuestas por el ingeniero Pidonell, trincheras-abrigos y otros obst�culos fortalec�an las posiciones de Lipa y Chlum, y a las 9 de la ma�ana del 3 de julio, catorce batallones de la divisi�n de Franseky, sufr�an todo el esfuerzo austriaco, bati�ndose en el bosque de Benatek o Maslowed, el cual era la posici�n estrat�gica como punto llave de la contienda, puesto que por el citado bosque hab�an de ligar los dos ej�rcitos prusianos.

Utilizaci�n �ltimos adelantos

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La guerra civil de los Estados Unidos y la guerra de Bohemia se�alan ya en 1867 la influencia decisiva que la industria toma, la riqueza p�blica y el dinero para renovar frecuentemente un costoso material que queda obsoleto r�pidamente, y junto la habilidad estrat�gica y la oportunidad t�ctica es necesario ya utilizar y perfeccionar los �ltimos adelantos.

Segundo Imperio Mexicano

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Durante el Segundo Imperio Mexicano decidi� Maximiliano I de M�xico oponer una resistencia en�rgica en defensa de su trono, pero reconociendo la imposibilidad de ocupar y dominar eficazmente los vastos territorios de M�xico, adopt� un plan estrat�gico de ocupaci�n restringido que deb�a limitarse a proteger eficazmente M�xico y las comarcas que se extend�an entre esta capital y Veracruz, y concentrar tambi�n la acci�n en los once estados del centro y abandonar las provincias mar�timas, que fueron en breve evacuadas.

El Mahdi

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El movimiento nacionalista dirigido por El Mahdi dio como resultado al hecho decisivo de la formaci�n de otro Estado en la antigua Nubia y Sud�n Oriental, y contra este estado guerrearon los brit�nicos en 1898 al mando de Lord Kitchener, que se apoder� de Dongola y gan� la batalla de Omdurm�n debido a su ventaja tecnol�gica militar, despu�s de la cual se dice que sus tropas remataron a 3000 derviches heridos.

Guerra anglo-b�er (1899-1902)

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Los b�eres mandados por su anciano presidente Paul Kruger, y bien equipados con armas modernas, obtuvieron al principio importantes victorias sobre los brit�nicos, y con su estrategia invadieron las colonias de Natal, Rodesia y la Ciudad del Cabo, y entonces fue enviado de Inglaterra Lord Roberts con la estrategia de reforzar a los brit�nicos con nuevas tropas, mientras que Paul Kruger emprend�a su viaje a Europa con la estrategia de interesar a favor de los b�eres a los pueblos y a los gobiernos que no se movieron a auxiliarle, y las ventajas de los b�eres obligaron a reemplazar a Roberts por Kitchener, mientras que los ej�rcitos b�eres se iban consumiendo a pesar de sus victorias.

Siglo XX

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Eduardo VII termin� la Guerra del Transvaal e hizo una estrategia de alianzas con Jap�n para contener el avance de los rusos por Asia, en 1902, y con el mismo fin envi� una misi�n al T�bet en 1904 y procur� con gran ah�nco el aument� de la escuadra, al creer que su superioridad era una garant�a incontratable del poder de Inglaterra, due�a de una red de cables submarinos para que no peligrara su imperio colonial en todo el mundo.

Guerra ruso japonesa

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La guerra ruso japonesa (1904-1905), se produjo por la estrategia de Rusia de establecerse firmemente en el Oriente asi�tico fortificando el puerto de Wladivostock y agenci�ndose el de Port Arthur, que domina el Golfo de Petschill y el acceso mar�timo a Pek�n (1898); mas la pretensi�n de subyugar la Manchuria y la Corea, la puso en pugna con el Imperio del Jap�n:

Guerra turco-balc�nica de 1912

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Antecedentes
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  • La guerra ruso-japonesa produjo una largo aplazamiento en la cuesti�n balc�nica, y despu�s Bulgaria se declar� del todo independiente sacudiendo la soberan�a nominal del sult�n y se anexion� la Rumelia Oriental pagando a Turqu�a una indemnizaci�n en 1909
  • Austria por su parte se anexion� mediante otra indemnizaci�n la Bosnia y Herzegovina
  • En 1910 se form� una especie de federaci�n entre Grecia y los Estados Balc�nicos, para poder hacer frente en caso necesario a Turqu�a, y el pr�ncipe Nicol�s I de Montenegro tom� el t�tulo de rey
  • Destronado el sult�n del imperio otomano Abdul Hamid II por el partido liberal de los J�venes Turcos, y fue sustituido por Mohamed V en 1909, y Albania perdi� la situaci�n privilegiada que se le hab�a dispensado, exonerada de la tributaci�n y el servicio militar, por lo cual los albaneses se levantaron en 1910
  • Aunque los turcos consiguieron controlar la rebeli�n albanesa, los sublevados, cobijados en los dem�s pa�ses balc�nicos, sustentaron la agitaci�n que prepar� la guerra de 1912
Guerra de 1912
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En la guerra turco-balc�nica de 1912, Montenegro declar� la guerra a Turqu�a por las vejaciones cometidas contra los cristianos y reclamando la autonom�a de Macedonia, y tomaron las armas en su favor Bulgaria, Serbia y Grecia, mas apenas firmada la Paz de Londres (1913), los aliados vuelven unos contra otros sus victoriosas armas, falta de una estrategia en com�n:

  • Bulgaria extenuada abandona la resistencia y los turcos recuperan parte de las posesiones p�rdidas
  • En agosto se firma la Paz de Bucarest y Turqu�a se queda con Adrian�polis y Kirkllissa, que hab�an costado a los b�lgaros tan grandes sacrificios
  • No obstante, la importancia estrat�gica de Turqu�a solo gravitaba en la posesi�n de los Dardanelos, clave de las comunicaciones entre el Mar Negro (Rusia) y el Mediterr�neo, que trae a la memoria la situaci�n del imperio bizantino a fines del siglo XIV

Primera Guerra Mundial

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Or�genes
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  • Los or�genes de la guerra hay que buscarlos en la Historia y en le Geograf�a, consecuencia del descubrimiento total del mundo as� como la guerra entre Roma y Cartago, result� de la exploraci�n del Mediterr�neo
  • Tuvo la Primera Guerra Mundial, como esta, por objeto el arrebatamiento de los tesoros descubiertos, tanto m�s necesarios a la vida de las enorme naciones modernas y cuanto m�s adelantada y compleja era su singular evoluci�n industrial, demandante esencial de primeras materias para lo siguiente:
    • La producci�n o fabricaci�n
    • Mercados para la colocaci�n de productos
    • Medios de transporte para la distribuci�n lo m�s amplia posible, hasta llegar a ser universal
    • Estaba en litigio, en una palabra, una estrategia de supremac�a, el dominio econ�mico del mundo: el Imperio brit�nico en su hasta entonces indiscutida y que por lo mismo, juzg� irrebatible, hegemon�a econ�mica y pol�tica mundial, se sinti� conminado por un pueblo, muy fuerte y preparado para la lucha, en todos los sentidos, la naci�n germ�nica
    • Por debajo de concausas ocasionales que pudieran parecer fortuitas y decisivas a los observadores superficiales, por debajo de las complicadas sordas luchas pol�ticas entre pueblos, fue aquella profunda, sustancial y dr�stica rivalidad, la ra�z m�s honda, la causa primordial, la raz�n �ltima y determinante del estallido del conflicto, de enorme amplitud, transcendencia y consecuencias, tanto en el orden econ�mico como en el pol�tico, en el territorial como en el social, en el de los hechos como en el de las ideas
Atentado de Sarajevo
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El 28 de junio de 1914 ca�an asesinados en Sarajevo el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la Corona de austro-h�ngara y de su esposa, la duquesa de Hohenberg, por Gavrilo Princip, quien dispar� a quemarropa sobre los Pr�ncipes, y del proceso instruido por el crimen result� que el complot se hab�a urdido en una logia de Belgrado llamada "Narodva-Obrandna", donde se conspiraba, en connivencia con elementos oficiales, que aspiraban a reunir en Serbia a todos los elementos eslavos incorporados al imperio austroh�ngaro.

La indignaci�n en Austria fue descomunal y el 28 de julio, tom� forma de una nota-ultim�tum, con un plazo de 48 horas, al Gobierno de Serbia, y al mismo tiempo, envi� la Canciller�a de Viena una Nota Circular a las Potencias, exponiendo, como explicaci�n a las disposiciones tomadas, sus protestas contra el Gobierno serbio.

Por otra parte, se dieron las siguientes raras coincidencias: el 17 de julio, 6 d�as antes del ultim�tum, Inglaterra hab�a puesto en pie de guerra y movilizado su escuadra, y el mismo d�a el presidente de la Rep�blica de Francia emprendi� un viaje a San Petersburgo, declarando el 24 de julio Rusia que no permanecer�a ajena a la contienda, y ya mucho antes dec�a el zar a Alejandro de Serbia que pod�a contar con su ayuda

Ciencias aplicadas: invenciones
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En la Primera Guerra Mundial, moviliz� esta guerra en cada pa�s de todas las inteligencias que quedaron desde la ruptura de hostilidades al servicio de los ej�rcitos:

  • Necesidad de aplicar recursos de la ciencia a los problemas materiales y pr�cticos que planteaba la lucha
  • Dispusieron los organismos militares del personal capaz de convertir en invenciones reales lo que hasta entonces no hab�a salido de la esfera especulativa
  • Las ciencias aplicadas se beneficiaron de esta colaboraci�n entre la t�cnica y la industria y una serie de inventos producidos por ella se aplicaron inmediatamente en los campos de batalla
Ingenier�a
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Hasta fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no se consideraba en el combate m�s armas que la infanter�a, la caballer�a y la artiller�a, la t�ctica de las tres armas como se titulaban en muchos tratados; mas antes de la guerra de 1914 empez� a tenerse en cuenta una nueva arma, la ingenier�a, y durante ella tom� un gran desarrollo la aeron�utica, y estas dos armas y otras nuevas armas utilizadas en la Gran Guerra, y nuevos medios de lucha hicieron experimentar a la t�ctica mudanzas radicales, aplicadas en la Gran Guerra:

  • La t�ctica se adapt� a las modificaciones del armamento
  • La fortificaci�n alcanz� notable acrecentamiento, imponiendo a la artiller�a el ir intensificando sin cesar su potencia y cadencia de disparo
  • Los transportes adquirieron una importancia predominante y el soldado es ahora m�s bien una fuerza en movimiento plegado a un material enorme
Lo material y lo personal
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Por tanto, en la Gran Guerra, fuerza y material son dos elementos inseparablemente unidos y nada puede el uno sin el otro:

  • La tradici�n se desvaneci� en un instante, y la voluntad, el hero�smo, y el esp�ritu de resoluci�n fracasan ante el trabajo mec�nico de la ametralladora
  • Contra el material ya no se puede luchar solo con lo personal, es el triunfo de la materia
  • A la doctrina indolente de la ofensiva, aplicada a todas las situaciones era necesario substituirla por el estudio y el trabajo: defenderse no era tan solo frenar el ataque con firmeza de coraz�n, sino era sobre todo operar sobre el terreno, calcular �ngulos, establecer perfiles, buscar asentamientos, y construir la barrera frontal que no ha de ser franqueada

Tratado de Versalles (1919)

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Este es un tratado de paz de 1919 que produjo las siguientes impresiones:

  • Esta dictado por el deseo de revancha y desquite, por la derrota sufrida por Francia en 1870 en la Guerra franco-prusiana, y a la obcecaci�n de Inglaterra de reducir a la impotencia a la naci�n que se hab�a atrevido a contender o competir con ella en la industria y hasta en la marina
  • En la realidad, los alemanes quedaban sujetos a una manera de servidumbre obligados a laborar para los vencedores por muchos decenios, y renuncia y cede Alemania sus colonias, se le se�alan zonas de ocupaci�n, los l�mites de su ej�rcito y marina, ect., ect.
  • Establece el tratado la Sociedad de las Naciones, creaci�n americana del presidente Woodrow Wilson, y quiz� lo m�s detestable del tratado sea la cuesti�n de las reparaciones, para las que se parte de la base no evidenciada de que Alemania fue la agresora y ha de apechar con todas las culpas de la guerra

Segunda Guerra Mundial

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Europa
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Campa�a de Polonia (Septiembre de 1939)
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La campa�a de Polonia (1939), iniciada en 1 de septiembre, fue la primera de las acometidas belicosas que inici� la Alemania hitleriana, contra suelo polaco, y los planes estrat�gicos de cada bando fueron los siguientes:

  • El dise�o operativo polaco preve�a en s�ntesis las siguientes acciones:
    • En el corredor polaco, defensiva a todo trance
    • Contra la Prusia oriental una estrategia ofensiva
    • En el resto del frente, estrategia defensiva
  • De parte germ�nica, el plan (Caso Blanco) trazado por el OKW, fue elaborado suponiendo los siguientes fines estrat�gicos:
    • Desde el punto de vista pol�tico, protecci�n a las minor�as alemanas y la uniy�n de la Pomerania con la Prusia oriental
    • Desde el punto de vista militar, r�pida y total destrucci�n de las fuerzas enemigas polacas (guerra rel�mpago)
    • Desde el punto vista econ�mico, ocupaci�n de la zona industrial de la zona sur polaca
    • Las operaciones fueron combinadas que permit�an doble movimiento convergente, para eliminar el corredor polaco, mientras que otro movimiento de esta misma clase tambi�n doble de mayor radio de acci�n, conducir�a a la ocupaci�n de todo el territorio al norte del V�stula, con las m�s importantes ciudades de Polonia y zona minera e industrial, y donde se hallaba el grueso del ej�rcito polaco
    • Otra concurrencia de fuerzas armadas estaba dispuesta al Este del V�stula para ocluir toda retirada a las fuerzas enemigas polacas y completar su aniquilamiento
Gran ofensiva alemana en occidente (Mayo-Junio 1940)
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  • Virtualmente resuelta la campa�a de Noruega para Alemania, decide atacar esta en el Oeste para apoderarse de las costas del Canal de la Mancha, y crear una situaci�n grave a Inglaterra su principal enemigo, y como la frontera franco-germana se halla cerrada por la formidable L�nea Maginot y no se prestaba a un movimiento ofensivo, el gobierno de Alemania decidi� repetir la estrategia maniobrera del plan Schlieffen de 1914, llevando eso si el esfuerzo principal por el ala izquierda del frente de ruptura, lo cual exig�a la invasi�n de los Pa�ses Bajos y B�lgica
  • B�lgica y Holanda decidieron defender su neutralidad al oponer por la fuerza al paso de las tropas germ�nicas, y solicitaron la ayuda de los Aliados que estos les ofrecieron de manera inmediata
  • Los ej�rcitos que se enfrentaron en las grandes batallas que iban a producirse como consecuencia de la ofensiva alemana fueron por consiguiente:
Guerra mar�tima y a�rea (1941)
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  • La guerra a�rea alemana contra los brit�nicos fracas� en su objetivo, por lo siguiente:
    • Al tropezar con la inquebrantable moral del pueblo brit�nico
    • Actuaci�n eficaz de la aviaci�n inglesa
  • Debido a lo dicho las ofensivas alemanas, naval y a�rea, con fines distintos se aunaron durante 1941, con una estrategia ya a�reo-naval por parte alemana, principalmente dirigidas a evitar el abastecimiento de las islas brit�nicas,
  • En general todo el a�o de 1941 transcurre con la acci�n de esta campa�a de contrabloqueo:
    • No puede hablarse de guerras mar�timas por escasos encuentros entre escuadras adversarias
    • Se trata de una guerra al transporte mar�timo, ofensiva en el Eje, y defensiva en Gran Breta�a
  • En la guerra a�rea, las estrategias utilizadas fueron las siguientes:
    • Acciones de apoyo de las operaciones de los ej�rcitos de tierra
    • Ataque a la navegaci�n por parte de Alemania e Italia
    • Los brit�nico bombardear las bases que sirvan de punto de partida a los submarinos enemigos
  • La Batalla del Atl�ntico es la expresi�n de estas acciones de bloqueo y contrabloqueo, concentradas:
    • Ataque a las rutas mar�timas brit�nicas
    • Gran Breta�a ante a la imposibilidad de protecci�n a cada uno de los buques de transporte recurre:
      • A la organizaci�n de convoyes, con la estrategia de proteger de una vez varios buques
      • A la variaci�n del recorrido con la idea estrat�gica de reducir al m�nimo el ir por zonas peligrosas, al amparo de Terranova, Groenlandia e Islandia
      • Se resucita el esp�ritu de los antiguos corsarios con el uso de �giles y veloces corbetas
      • Finalmente imprescindible protecci�n de los Estados Unidos de Am�rica, que utiliz� medidas intervencionistas como la Ley de Pr�stamos y Arriendos de mayo de 1941
Guerra en Oriente
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  • En Oriente terminada la campa�a de Okinawa muy costosa en hombre y elementos para ambos bandos, con ventaja para los americanos de quedar en posesi�n de una base e intensificar en forma considerable sus bombardeos a�reos en el Jap�n:
    • Estos bombardeos constitu�a dentro del plan general de la ofensiva americana la �nica forma de acci�n directa sobre el territorio metropolitano japon�s, no cesando durante todo el 1945
    • Fue primero la aviaci�n embarcada en la flota con base en las Malinas, reforzada por las superfortalezas volantes, y m�s tarde las escuadras asentadas en Filipinas y luego en Okinawa, las que tuvieron a su cargo la tarea de llevar la destrucci�n con sus bombas a los centros industriales, lugares de producci�n, arsenales, nudos de comunicaciones,...etc., estrategia de desgaste

Guerra entre Finlandia y la U.R.S.S. (Noviembre de 1939)

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La guerra entre Filandia y la Uni�n Sovi�tica, guerra de Invierno, tres meses despu�s de haber arrancado la Segunda Guerra Mundial, nuevo conflicto militarista y en cierto modo aut�nomo a la campa�a de Polonia, guardaba no obstante ce�ida relaci�n con la guerra ya ideada, entre Alemania, por un lado, y Francia e Inglaterra por otro:

  • Las potencias europeas no pod�an saber cuales eran los l�mites de las ambiciones de los planes estrat�gicos de Rusia ni cuales eran sus verdaderos objetivos
  • Ten�an la presunci�n que desadormecidos los antiguos afanes del imperialismo ruso, la U.R.S.S. pretend�a ahora explotar el pretexto de la guerra con Finlandia, con la finalidad estrat�gica de llegar a las costas libres del Atl�ntico, amenaza tambi�n directa contra Noruega y contra Suecia, quien tem�a por sus ricos yacimientos de hierro

Concepciones estrat�gicas o movimientos estrat�gicos en la Historia

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  • Jenofonte, coron� con brillante �xito la conducci�n a su patria de los 10 000 guerreros griegos despu�s de la rota de Cunaxa, realizando en aquella memorable retirada actos de excelente pericia t�ctica y estrat�gica que a trav�s de los siglos excitan hoy la admiraci�n de quienes los estudian. Dej� escrita en su obra maestra An�basis en la que aparte de la retirada de los diez mil, est� el relato de la expedici�n de Ciro el Joven al Asia Superior. Jenofonte estaba con ellos casi por casualidad como el mismo dice pero despu�s de la muerte de los caudillos del ej�rcito griego fue uno de los cinco nuevos jefes que se eligieron y que dirigieron la inmortal retirada. Describi� minuciosamente los pa�ses que hab�a atravesado y traz� cuadros completos de las costumbres y del car�cter de sus moradores. Lo que m�s encanta es la modestia del narrador y el hombre fue grande en terribles coyunturas y el historiador no se mostr� indigno del hombre y trajo adem�s con sus escritos y hechos militares el camino de la Gran Asia, seguida luego por el excelso caudillo maced�nico, Alejandro Magno. Aport� tambi�n la idea del �xito posible de grandes marchas y expediciones conc�ntricas.
  • Alejandro Magno, al que nadie puede negar la calidad de movimientos estrat�gicos concebidos por �l y ejecutados por las tropas que dirigi� el famoso capit�n de la Antig�edad desde las riberas de Asia Menor hasta los m�rgenes del Indo. Realiz� la aspiraci�n suprema de los griegos en su pol�tica exterior que consisti� en subyugar a la Persia y prepar� al mundo para la dominaci�n romana. Uni� dos civilizaciones, la de Oriente y Occidente y estableci� un cambio fecundo de ideas entre ellas.
  • An�bal, con ese ejemplo casi insuperable y brillante, digno de la mayor alabanza, concibiendo y ejecutando la idea estrat�gica de herir a Roma mortalmente, una Roma que fijaba toda su atenci�n sobre un posible ataque cartagin�s por la parte meridional de Italia. An�bal pasando del Ebro a los Pirineos, dirigi�ndose despu�s al Rodano, remontando la cuenca de este caudaloso r�o, cruzando las elevad�simas cumbres de los Alp�s y descendiendo luego a las f�rtiles llanuras del r�o Po para internarse en Italia y dar en suelo italiano terribles y afortunados golpes a la poderos�sima y casi invencible Rep�blica de Roma. Se ve con este ejemplo que los movimientos estrat�gicos deben tener siempre el objeto de llevar un ej�rcito al punto o puntos donde menos sospecha el ej�rcito enemigo que puede ser atacado. La estrategia de An�bal destaca por su rapidez y la llev� a cabo o ejecut� a pesar de los obst�culos de todo g�nero que tuvo que vencer y los romanos no sospecharon jam�s que An�bal se propon�a ir a conquistar Italia tomando semejante rodeo, no adoptando las suficientes precauciones ni se preocuparon en reunir algunas tropas sobre Trebia y solo reunieron estas tropas despu�s de haber sabido que An�bal hab�a atravesado los Alpes.
  • Otro enemigo terrible de Roma fue Mitr�dates, que resisti� por espacio de 40 a�os a los m�s ilustres generales de la Rep�blica y que meditaba una plan de guerra extensivo, el cual consist�a en adelantarse desde las orilla del B�sforo arrastrando en su marcha a las naciones b�rbaras y semib�rbaras contra aquel enemigo.
  • Julio C�sar, Son admirables sus concepciones estrat�gicas y la forma de ejecutarlas de este famoso caudillo romano, para vencer y subyugar a las Galias (en las que fij� entre otras cosas su penetrante mirada porque pod�a ser la entrada otra vez de m�s Tribus B�rbaras como ya sucedi� anteriormente en la �poca de Cayo Mario en la que Roma sufri� lo indecible para acabar con ellas (teutones, cimbrios, ambrones..)), liderando a sus tropas como diestr�simo general en los valles del R�dano, Rhin y del Sena.
  • Tribus B�rbaras o B�rbaros que se�orearon a Roma, en las que seg�n Du Roure en su obra Histoire de Th�oderic le Grand hay que destacar, aun cuando muchos lo pongan en duda, la habilidad estrat�gica de esas Tribus, cuyas operaciones de guerra y atrevidas invasiones eran guiadas y realizadas siguiendo reglas de la ciencia militar.
  • Atila, rey de los hunos que concibi� el proyecto de subyugar al Imperio romano y se hizo el representante fiel de los instintos de su naci�n que secund� de un modo irresistible sus miras ambiciosas. Seg�n algunos historiadores como Jornandes y Prisco, el Imperio de Atila comprend�a toda la Escitia, desde el Mar Negro a las orillas del B�ltico, los s�rmatas, escitas, g�pidos, h�rulos, ostrogodos y otros pueblos sometidos. Una multitud de reyes se rend�an ante �l y 700.000 guerreros aguardaban ansiosos el momento de lanzarse a la pelea. Cuando muri� en el a�o 453 su cad�ver fue expuesto en el campo entre dos largas filas de tiendas de seda y los hunos cantaron alrededor con sombr�a fiereza lo siguiente: Este es Atila, rey de los Hunos, hijo de Mundzuck, se�or de brav�sima gente, que con inaudito poder posey� la Escitia y la Germania y aterr� a ambos imperios romanos de modo que por no entregar toda la presa le agobiaron con s�plicas y le ofrecieron un tributo anual. Dio feliz t�rmino de sus empresas, y muri�, no de herida enemiga, ni por traici�n de los suyos, sino en medio del placer y sin sentir dolor.
  • La habilidad estrat�gica de Tariq, de Muza y sus tenientes despu�s de la Batalla de Guadalete para sojuzgar en dos a�os toda la pen�nsula ib�rica siguiendo las mismas l�neas se�aladas por los romanos como m�s conducentes al dominio del pa�s.
  • Gengis Kan que tras vencer a Ung-Jan tom� posesi�n de los Estados T�rtaros (A�n se llamaba Temug�n y se hizo coronar con el nombre de Gengis Khan o Rey de Reyes). Destac� los primeros momentos de su reinado por grandes triunfos militares y declar� la guerra al pr�ncipe juarezmita Mohammed tras haber subyugado a los pr�ncipes de Carakathai y de hacerse due�o de todas las provincias que habitaban mogoles y t�rtaros y los pueblos de Khatai. Posteriormente llev� a otro lado sus armas vencedoras y en 1214 se hab�a apoderado de Pek�n, capital de China. Sus Estados eran inmensos y cuatro a�os despu�s de haber derrotado a Gelaledd�n muri�, dejando una posteridad digna de su nombre ya que sus Estados compon�an uno de los Imperios m�s vastos que han existido, teniendo s�bditos desde el mar Negro hasta China y en concreto en Europa someti� la parte meridional de la Moscovia, riberas del Dnieper, costas del Mar de Azof, Crimea y pa�s b�lgaro.
  • En los siglos XVI y XVII el grandioso periodo de la milicia espa�ola en sus inmortales campa�as de Italia, de Flandes, de Francia, del Sacro Imperio Romano y de Portugal se descubren concepciones estrat�gicas dignas de admiraci�n del Gran Capit�n, de Pedro Navarro, del Gran Duque de Alba, de Alejandro Farnesio, de Fuentes, de Ambrosio Esp�nola, del Cardenal Infante etc.
  • Pachac�tec logr� con inteligencia, perspicacia b�lica, sagacidad y un poco de diplomacia salvar un reino casi perdido, el Cusco, de sus enemigos naturales, los chancas, en la decisiva batalla de Yawarpampa, para as� configurar el m�s grande imperio austral, el Tawantinsuyo.
  • Toyotomi Hideyoshi de gran astucia y prudencia e ingenioso militarmente que completo la reunificaci�n nacional del Jap�n y planeo conquistar a Corea y sojuzgar a China pero sin lograrlo.
  • En el siglo XVII con arreglo a los fundamentales principios de la estrategia se movieron las tropas acaudilladas por Gustavo Adolfo II, por Turena (conde), por Marlborough y el pr�ncipe Eugenio de Saboya.
    • De Gustavo Adolfo II destaca su gran genio estrat�gico en la Guerra de los Treinta A�os de 1630 a 1632 de ocupar casi toda la Pomenaria y vencer a Tilly en la Batalla de Breitenfeld. Tras esta batalla realiza un movimiento estrat�gico que en lugar de ir hacia Viena para salvar la Alemania protestante se dirigi� a las orillas del Rin por la Franconia y el Palatinado y derrot� nuevamente a Tilly en Wurzburgo y a los espa�oles en Openheim y Maguncia.
    • De Turena es digno de destacar entre otras cosas el movimiento estrat�gico de trasladar su ej�rcito colocado en Lorena detr�s de los Vosges, entre Luneville y Befort a Alsacia, donde su enemigo Montecucolli con su ej�rcito cometi� la torpeza de situar sus tropas y sus cuarteles de invierno. Turena cay� de improviso en medio de sus cantones y Montecucolli no pudo reunir su ej�rcito por lo que fue completamente derrotado en Turwheim cerca de Colmar y obligado a repasar el Rin por las inmediaciones de Kehl. Montecucolli supon�a a Turena tranquilo en su acantonamiento detr�s de los Vosges, pero cuando menos se lo esperaba Montecucolli, re�ne Turena su ej�rcito y se dirige r�pidamente al centro de Alsacia y la situaci�n se convirti� ya para Montecucolli en imposible cuyas tropas se hallaban dispersas desde Basilea a Landau, reunirlas a tiempo para parar a Turena, debido a los movimientos estrat�gicos caracterizados por su rapidez y secretismo del general franc�s.
  • Son ya en el siglo XVIII dechados de movimientos estrat�gicos los guiados por el caudillo prusiano Federico II de Prusia en los valles del r�o Elba y Oder y muy principalmente los que guiaron a las tropas de Federico a los campos de batalla de Rosbach y de Leuthen, donde el famoso rey consigui� sus dos mayores victorias.
  • En la causa de los primeros triunfos de Napole�n I en Italia que consisti� en la maniobra estrat�gica de conducir el grueso de sus fuerzas sobre una de las alas del enemigo (Napole�n I al arte de dirigir la guerra le llam� t�ctica en grande o la grande tactique y los preceptos por �l establecidos lo mismo se aplicaban a los combates que a las marchas maniobras y por tanto no dividi� nunca en dos partes el arte de la guerra). En 1800 es cuando se caracteriza el sistema napole�nico en el ramo de la estrategia, es decir, en el modo de disponer, dirigir y hacer la guerra y se revel� en lo siguiente:
    • Aniquilar y destruir ej�rcito enemigo
    • O de cogerlo materialmente prisionero
    • Desech� a�ejas rutinas, contra�das a la toma de una o dos plazas o bien en la ocupaci�n de una peque�a provincia lim�trofe.
    • El medio principal de hacer las cosas en grande, consist�a en aplicarse a desconcertar con preferencia al ej�rcito enemigo arruin�ndolo, persuadido de que los Estados o Provincias se destru�an por s� mismos, cuando no ten�an fuerzas organizadas que las protegieran (Con la excepci�n de las Guerras Nacionales como la de Espa�a en la 1� d�cada del siglo XIX, aunque sin el socorro de un ej�rcito organizado nacional o extranjero, en toda lucha parcial, las poblaciones acababan por sucumbir).
    • Calcular de una ojeada las probabilidades que ofrec�an las distintas zonas del teatro de la guerra.
    • Dirigir sus masas de tropas conc�ntricamente sobre la zona que fuera m�s ventajosa.
    • No descuidar nada para enterarse de la posici�n aproximada de las filas enemigas.
    • Lanzarse contra el ej�rcito enemigo con la rapidez de un rayo:
      • Sobre su centro si estaba dividido.
      • Sobre una de las extremidades que conduc�an directamente a sus comunicaciones.
    • Por tanto envolver, cortar, esparcir, atacar, perseguir sin reposo al ej�rcito enemigo, oblig�ndolo a seguir direcciones divergentes.
  • Generales franceses Hoche y Pichegr�. En el oto�o de 1793 recibieron los generales Hoche y Pichegr� el encargo de lanzar a los alemanes de la Alsacia y levantar el bloqueo de Landau, pero el ej�rcito prusiano se hallaba en las m�rgenes del Sarre y del Mosella y el ej�rcito del Rin entre Estrasburgo y Saverne.
    El movimiento estrat�gico se realiz� cuando el general Hoche, parti� de Sarrelouis, Sarrebruck, Sarguemines y Hornbach. En esta provincia s�lo exist�a el campo de batalla de Kayserslautern.
  • La retirada a Zamosc del general polaco Wojciech Chrzanowski.- El hecho m�s honroso de la vida militar de Adalberto Chrzanowski es su paso a trav�s del enemigo con 25 piezas de artiller�a que conduc�a a Zamosc para la defensa de la capital y haber logrado llevarla hasta las murallas de Varsovia. Su retirada a Zamosc est� considerada una obra maestra de la estrategia y le vali� el grado de general de divisi�n (destac� tambi�n en la toma de Varna en 1828 contra los turcos, y en Krassuvi, Leipzig y Waterloo))
  • La Feldmariscal, Helmuth von Moltke, c�lebre oficial prusiano de origen dan�s luchando contra la derecha del ej�rcito franc�s que marchaba por delante mandada por el general Moreaux, as� como la izquierda lo era por el general Ambert y la cual marchaba por San Vendel. El ej�rcito prusiano receloso en su izquierda por el movimiento del general Moreaux, se reuni� todo en Kayserslautern, donde tem�a que el general Moreaux, que marchaba por Pirmasesns y Tripstand, le cortase la l�nea de operaci�n sobre Maguncia. Entonces el general Hoche llama a s� a su izquierda y a su derecha y finge atacar al ej�rcito prusiano en Kayserslautern y despu�s aparenta ser batido y se retira por Dos Puentes hacia Bitche, desde donde se encamina por las gargantas del Lautern sobre Weissemburgo, Anweiter y Landau. Posteriormente ataca al ej�rcito austriaco y el de los c�rculos de Alemania por el flanco derecho, al paso que el ej�rcito del Rin, mandado por Pichegr�, ataca de frente al ej�rcito enemigo. Con este bello movimiento estrat�gico se vieron obligados a retirarse en tropel los restos del ej�rcito alem�n, unos sobre Manheim y otros sobre la orilla derecha del Rin por el fuerte Luis, de que eran due�os y con tanta precipitaci�n, que los franceses entraron en ese fuerte al mismo tiempo que la retaguardia austriaca y se apoderaron de �l sin disparar un solo tiro. Dinamarca, se dedic� con ah�nco a la reforma del ej�rcito alem�n y su gran inteligencia previ� los acontecimientos que hicieron de Alemania el imperio m�s poderoso de Europa y quiso que el ej�rcito estuviera preparado para llevar a cabo esta obra de engrandecimiento. Declarada la guerra contra Austria en 1866, se sigui� el plan que Moltke hab�a trazado y despu�s de una sola y r�pida campa�a, se termin� con la batalla de Sadowa e igualmente dirigi� el movimiento sobre Viena, que decidi� a Austria pedir la paz. Posteriormente se le encarg� de los estudios y planes de la futura campa�a contra Francia y durante cuatro a�os se habl� del cerco de Par�s y las posiciones a tomar en profundas discusiones. Fue el verdadero art�fice de los triunfos de los alemanes en esta guerra franco-prusiana pues a �l se debi� el plan y �l dirigi� la campa�a.

Estrategia y t�ctica en un punto decisivo en el campo de batalla

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Tambi�n decir que a veces sucede que para una misma operaci�n de guerra las consideraciones estrat�gicas est�n en desacuerdo con las que se derivan del an�lisis del examen t�ctico de la situaci�n del momento y en tal caso es conveniente dar preferencia a las consideraciones estrat�gicas que son absolutas y dependen de la configuraci�n general del teatro de guerra, al mismo tiempo que las consideraciones t�cticas puedan cambiarse.

No es extra�o el que suceda que un punto decisivo de un campo de batalla, aconsejado por las inconveniencias t�cticas, sea distinto que el determinado por las conveniencias estrat�gicas y en esa hip�tesis, si la variaci�n del punto de ataque no trae problemas insuperables que puedan hacer malograr el �xito de la batalla, es m�s decisivo dar preferencia al orden de combate que permita obtener mayores y m�s r�pidos resultados de la victoria, en consonancia con el objetivo final de las operaciones.

As� se entiende que, estando en la batalla de Bautzen en el a�o 1813 el punto decisivo t�ctico en el ala izquierda del ej�rcito aliado, el emperador Napole�n I prefiri�, a costa de mayores esfuerzos, arrollar el ala derecha del enemigo, porque all� ven�a a concurrir la �nica l�nea de retirada que ten�a el ej�rcito enemigo.(Esto tambi�n puso en evidencia que la l�nea de retirada y los flancos t�cticos se deben guardar con tanto esmero como las l�neas de operaciones y los flancos estrat�gicos).

Movimiento estrat�gico de Napole�n I que provoca p�rdida de la L�nea de Operaci�n del Archiduque Carlos

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Este movimiento estrat�gico es el que hizo Napole�n I para conducir a su ej�rcito en la campa�a del a�o V desde las m�rgenes de Miacio hasta los muros de Viena caracterizado por lo siguiente:

  • Su base de operaci�n era Mantua, con su izquierda en Trento, su derecha en Legnano sobre el Tagliamento
  • El archiduque Carlos llegaba sobre la Carintia, sobre el Friul veneciano con refuerzos considerables sacados de Austria y del ej�rcito austriaco de Alemania.
  • El objeto de esta campa�a era destruir el ej�rcito austriaco de Italia antes de la llegada de aquel socorro.
  • Desde el 10 de marzo a fin del a�o V puso el general Bonaparte su ej�rcito en movimiento y sucedi� lo siguiente:
    • Dirigi� su izquierda que mandaba Joubert por Rovedero y Trento, sobre Bautzen, y desde all� sobre Tarvis, siguiendo la cumbre de las monta�as y al mismo tiempo marcha con su centro y su derecha sobre el Tagliamento, ataca en Vavassone al ej�rcito austriaco, que hab�a tomado all� posici�n por su derecha y rechaza aquel ej�rcito austriaco sobre Palmonova y Gradiska.
    • Pero inmediatamente despu�s de la batalla de Vavassono, dirige el general Massena que mandaba el centro, sobre Tarvis y con su izquierda persigue a los restos del ej�rcito austriaco en la misma direcci�n de retirada que pudo tomar, es decir, hacia Trieste.
    • Luego que lleg� a Gradiska con la izquierda de su ej�rcito, remonta el mismo valle del Isonzo y se dirige sobre Tarvis, donde re�ne en un solo d�a el ej�rcito.
  • El archiduque Carlos, rechazado por la batalla de Vavassone o del Tagliamento sobre Trieste, hab�a perdido desde aquel momento su l�nea de operaci�n, cuya base hab�a establecido en Klagenfurt y a consecuencia de estos sucesos ocurri� lo siguiente:
    • Perdi� casi todo su material que hab�a introducido en el valle de Isonzo.
    • No le fue posible tomar otra l�nea de operaci�n, cuya base hab�a establecido en Klagenfurt.
    • Perdi� su ej�rcito su fuerza moral
    • Fue arrojado de posici�n en posici�n este ej�rcito del archiduque Carlos hasta Leoben.
    • Se vio obligado Austria a pedir gracia al ej�rcito franc�s.

Concentraci�n

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Movimiento estrat�gico para reunir las columnas de un ej�rcito de operaciones, que deben marchar separadas y abrazando el mayor frente estrat�gico posible, para lo siguiente:

  • Tener v�veres y holgura
  • Desorientar al enemigo sobre el verdadero objetivo, es decir, sobre el punto de ataque elegido
  • Requiere una inteligencia, un tino especial, en lo que se llama log�stica y la ciencia de las marchas
  • Seg�n Jomini, esta alternativa de los movimientos espaciosos y de los conc�ntricos es el verdadero distintivo de un gran Capit�n

Movimientos estrat�gicos conc�ntricos

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Son los movimientos estrat�gicos que se verifican sobre arcos imaginarios de c�rculos, que van disminuyendo progresivamente en radio, supuesto centro el lugar que ocupa el enemigo y est� bien denominada la c�lebre invasi�n conc�ntrica de Francia por los aliados en 1814.

Picadas sobre el mapa las posiciones y etapas sucesivas se ven materialmente arcos de c�rculo, con radio cada vez menor y por consiguiente con disminuci�n de intervalo entre los cuerpos invasores.

El adjetivo conc�ntrico est� tomado de la geometr�a, ya que los c�rculos o figuras poligonales, que tienen un mismo centro, cuando un comp�s manteniendo fija una punta, se va abriendo o cerrando, describe c�rculos conc�ntricos.

Se dir� con geom�trica exactitud que un movimiento conc�ntrico se lleva a cabo por medio de l�neas de operaciones convergentes.

Gran movimiento conc�ntrico estrat�gico de Napole�n I en 1805

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En 1805 el ej�rcito franc�s se hallaba entonces en las playas del Oc�ano, su derecha en el Elba y su izquierda en Bayona.Su base de operaci�n era Bolo�a del Mar. Este ej�rcito estaba destinado � destruir el poder ingl�s e Inglaterra cre� contra Francia una nueva coalici�n formada por las siguientes naciones:

  • Prusia
  • Rusia
  • Austria

Despu�s de enterarse Napole�n I de movimientos hostiles del ej�rcito austriaco sobre Baviera, dirigi� todo el ej�rcito franc�s por un movimiento conc�ntrico sobre Ulm y debido a este gran movimiento conc�ntrico estrat�gico consigui� destruir al ej�rcito austriaco en un solo d�a.

Despu�s de esta campa�a de 1805 y la paz que fue su consecuencia, se form� otra coalici�n con las siguientes naciones:

  • Rusia
  • Austria
  • Prusia
  • Inglaterra

Prusia fue la primera en demostrar sus intenciones hostiles contra Francia, apoder�ndose de Sajonia y vino a tomar posiciones sobre la izquierda del Saale y su derecha estaba en el Elba y su izquierda en Saafeld y Hof y su centro en Jena y Mersburgo. Napole�n tom� por base de su l�nea de operaci�n � Maguncia y volvi� a subir el Mein hasta cerca de su fuente y atac� a la izquierda del ej�rcito prusiano en Hof y Paluen y se situ� en la orilla derecha del Saale y a retaguardia del ej�rcito prusiano entre el Saaler y el Elster. De este modo se apoder� de la l�nea de operaci�n del ej�rcito prusiano, que estaba sobre Leipsick y Dresde, pas� el Saale por Jena y Mersburgo atacando al ej�rcito prusiano por su retaguardia y lo destruy� en menos de una hora, siendo admirables sin duda estos grandes movimientos estrat�gicos de Napole�n I.

Waterloo: Napole�n I concibe movimientos estrat�gicos de enorme brillantez y profundidad

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En los Cien D�as, la pol�tica de este gran general, Napole�n I, que por esta vez hab�a ca�do en falta, hab�a dado tiempo a los ej�rcitos prusiano e ingl�s para reunirse en B�lgica y el ej�rcito prusiano estaba en Ligny y el ingl�s en Waterloo. Napole�n pod�a hacer lo siguiente:

  • Dar largas a sus enemigos y luego negociar, opci�n que desecho.
  • Mantenerse en defensiva, recibiendo el choque en Par�s y Lyon que se estaban poniendo apresuradamente en estado de defensa.
  • Anticiparse a la agresi�n, batiendo a los anglo-prusianos antes de que llegaran los otros contingentes.

Para el hombre de 1796 y 1800, para el general de Montenotte, Rivoli, Champaubert o Montmirail la elecci�n no pod�a ser dudosa y el movimiento estrat�gico de Napole�n I ten�a por objeto separar para siempre el ej�rcito prusiano del ingl�s y contando con las siguientes l�neas de operaciones que eran las siguientes:

    • El Mosa para cortar a los prusianos de su base:
    • El Mons
    • La de Sambra para interponerse, impidiendo la uni�n del ej�rcito de Wellington y el de Bl�cher, escogiendo esta para echar a Bl�cher al Mosa y Wellington al mar y por tanto orden�:
      • Que su izquierda, mandada por Grouchy, que llevaba a sus �rdenes � los generales Vandamme, Gerard y Excelmans atacase en Ligny al ej�rcito prusiano, mandado por Blucher
      • Pero al mismo tiempo orden� que su derecha, bajo el mando del mariscal Ney, se dirigiera a los Cuatro Brazos y oblig� de este modo al ej�rcito prusiano a retirarse sobre la derecha del Byle.

Por tanto el ataque previsto y fulminante se acomodaba m�s al �ndole de sus tropas y se llevaba la guerra fuera del suelo franc�s e intentando provocar el levantamiento de B�lgica y las provincias del Rin e eligi� la tercera l�nea de operaciones, la de Sambra.

Por una consecuencia necesaria de esta gran combinaci�n estrat�gica, los restos del ej�rcito prusiano no ten�a otra retirada posible que por Namur, Lieja y el Rhin o Dusseldorf, pero el general franc�s Grouchy permiti� al ejerci� prusiano, tan completamente derrotado en Ligny, que se retirada sobre Vavre y enseguida se reuniese al ej�rcito ingl�s en Waterloo.

Ya el ej�rcito ingl�s estaba completamente vencido, cuando el ej�rcito prusiano lleg� hasta la retaguardia del ej�rcito franc�s y Napole�n I crey� por lo pronto que era Grouchy el que llegaba y no los prusianos (Un punto negro empez� a se�alarse por la derecha del ej�rcito imperial y se pens� primero que era un grupo de �rboles, luego una columna en descanso, luego Grouchy, para al final comprobar la tremenda verdad que se trataba de aquellos prusianos desechados en Ligny, supuestamente en precipitada fuga y acosados por el cuerpo de Grouchy, que desembocaron feroces por el flanco derecho en el revuelto y ensangrentado campo de batalla). La fr�a perseverancia de Wellington iba a ser coronada por el ardiente valor del prusiano Bl�cher.

La falta cometida en esta ocasi�n por Grouchy es indisculpable, por su falta de tacto, tino, oportunidad y en esta hecatombe de Waterloo para intereses franceses, Grouchy, destinado a perseguir las reliquias prusianas, se obstina en no verlas y las tiene muy frescas a su lado. Se debe decir que tambi�n los generales Vandamme, Gerard y Excelman, incurrieron tambi�n en grave responsabilidad, porque suponiendo como se dice, que Grouchy no quiso marchar al combate, el deber militar les obligaba � desobedecerle, pasar de la derecha a la izquierda del Byle e ir a interponerse entre el ej�rcito prusiano y el ingl�s � impedir la reuni�n de los mismos.

Debieron hacer estos generales franceses, lo que el general Thareau, muerto en la batalla de la Moskowa y el general Allix hicieron en el combate de Valontina en Rusia, ya que estos generales marcharon al combate contra la voluntad de Junot y se saca la lecci�n de que hay circunstancias en la guerra en que un oficial general no debe tomar consejo sino de s� mismo y en este caso lo fue el d�a de la Batalla de Waterloo.

Sin la falta del general Grouchy, el ej�rcito ingl�s de Wellington le hubiera sucedido lo siguiente:

  • Hubiera sido rechazado sobre Amberes, que era su base de operaci�n
  • El ej�rcito prusiano hubiera sido rechazado sobre la derecha del Rin, hacia Dusseldorf y Coblenza
  • El ej�rcito franc�s con otro movimiento estrat�gico que estaba en el plan de campa�a, habr�a venido marchando por su derecha a atacar sobre el Rhin, en el Palatinado y la Alsacia, � los ej�rcitos rusos y austriaco que se aproximaban.

Dif�cilmente ser�a concebible movimientos de estrategia , m�s brillantes y vastos de Napole�n I, y combinaci�n estrat�gica tan atrevida, exacta y perfecta como las 1� en su carrera militar, pero fue en su ejecuci�n donde que hay de hallar el porqu� de la derrota en Waterloo.

Gran combinaci�n estrat�gica de Carnot

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Se debi� a Carnot una sab�a combinaci�n de movimientos estrat�gicos que salvo en la �ltima d�cada del siglo XVIII a Francia de la invasi�n de ej�rcitos coaligados europeos, en la campa�a de 1794.

En la campa�a de 1793 los buenos resultados dependieron del movimiento estrat�gico del ej�rcito del Mosela, de su izquierda hacia derecha, pero en la de 1794 se ejecut� en sentido contrario el movimiento estrat�gico y el ej�rcito del Mosela, marchando de derecha a izquierda, bajo las �rdenes del general en jefe Jourdan vino a incorporarse con el ej�rcito de los Ardennes sobre los m�rgenes del Mosa y del Sambre, formando estos dos ej�rcitos reunidos el de Sambre y Mosa. Este ej�rcito atac� y venci� al austriaco en la batalla de Fleurus.

Al mismo tiempo que el general Jourdan ejecutaba su movimiento de derecha a izquierda por Sarrelonis, Bouzonville, Thionville y Longni, etc. se formaba otro ej�rcito del Mosela como por encanto detr�s del Sarre, en Sarrebruck, Sarguemines, se dirigi� por Pirmasens y Tripsfadt sobre Kayserslautern, de que se apoder� contra el ej�rcito prusiano, que ocupaba a la saz�n aquel hermoso campo de batalla.

El general Moreaux que mandaba este nuevo ej�rcito del Mosela, dej� en Kayserslautern cerca de 10.000 hombres a las �rdenes del general Ambert y con los 50.000 que le quedaban march� por su izquierda, pasando por Bitche, Sarguemines y Bouzonville y viene � acampar sobre la orilla izquierda del Mosela entre Thionville y Hayange y forma all� la reserva del ej�rcito del Sambre y Mosa.

Tan pronto como la marcha del ej�rcito de Sambre y Mosa se decidi� sobre Lieja, el Bajo Mosa, el Roer y Aquisgran, el general moreaux dej� su campo por Sielk y Cousarrebruck.

El nuevo ej�rcito del Mosela qued� en Trev�ris todo el tiempo necesario para dar al de Sambre y Mosa, que era la izquierda de aquella vasta combinaci�n estrat�gica, de que era autor Carnot, el espacio suficiente para que el general Jourdan llegar� sobre el Roer. El ej�rcito del Rhin mandado por el general Michaut, formaba el eje del movimiento. Por este nuevo movimiento, tan h�bilmente combinado, llegaron � ocupar los ej�rcitos las posiciones siguientes:

  • El de Sambre y Mosa entre D�sseldorf y Coblenza.
  • El nuevo ej�rcito del Mosela, entre Coblenza y el Nahe, apoyando su derecha en Over-Ingelheim.
  • Los enemigos de Francia solo conservaron la ciudad de Maguncia sobre la orilla izquierda del Rin.

Estos movimientos estrat�gicos fueron tan sabiamente concebidos y tan h�bilmente ejecutados, que los ej�rcitos enemigos que entonces eran due�os de toda la orilla izquierda del Rhin, se vieron en la necesidad de retirarse casi sin combatir sobre la orilla derecha.

P�rdida de batallas por faltas estrat�gicas

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A la grandeza de los movimientos estrat�gicos se debe siempre el triunfo en las batallas, pero tambi�n se pierden las batallas por faltas estrat�gicas como se muestra en los siguientes ejemplos:

  • Por un falso movimiento estrat�gico perdieron los ej�rcitos franceses la campa�a del a�o IV en Alemania.
  • Por otro falso movimiento estrat�gico perdi� tambi�n Wurmser en la misma campa�a las batallas de Lonato y de Castiglione.
  • Por una forzosa consecuencia de falsos movimientos estrat�gicos perdieron los ej�rcitos franceses, mandados por Macdonald y Joubert, las batallas de Trebia y de Novi, seg�n se dice a continuaci�n:
    • Si al retirarse Macdonald de N�poles a G�nova hubiera seguido el litoral del mar por el Speznia, hubiese podido reunir su ej�rcito al de Joubert en G�nova, pero march� de Florencia por Bolonia y Plasencia. Los ej�rcitos enemigos se hallaban en el Piamonte hacia Tortona y Alejandr�a y en el centro de los dos ej�rcitos franceses. Atacaron al general Macdonald al pasar el Trebia, derrot�ndole, volvieron por su derecha sobre el ej�rcito de Joubert, que desembocaba en las monta�as de G�nova sobre Novi por la Borghetta y los dos ej�rcitos franceses cogidos in fraganti de falsos movimientos estrat�gicos, fueron sucesivamente derrotados. El general Mcdonald para evitar la p�rdida de estas dos batallas hubo de haber seguido el camino natural de Florencia sobre G�nova por el Spezia, pues entonces los dos ej�rcitos franceses se habr�an reunido en las monta�as de G�nova, lugar del que no hubiesen podido ser arrojados. La falta del general Mcdonal fue todav�a menos imperdonable que la de Grouchy en Waterloo.
    • La p�rdida mayor que Francia sufri� en la batalla de Novi fue la del general Joubert, como la mayor de la campa�a del a�o IV fue la del general Morceau.

Condiciones fundamentales para el completo �xito de un movimiento estrat�gico

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Las condiciones fundamentales o esenciales (m�s otras que ser�n accesorias) para que un movimiento estrat�gico tenga un �xito completo son las siguientes:

  • Celeridad o prontitud de su ejecuci�n
  • El secreto o sigilo del mismo
  • Habilidad en los movimientos estrat�gicos

Quiz�s sea Napole�n I (que opinaba que la mejor noticia de un plan estrat�gico era su ejecuci�n) el general que reuni� el grado m�s alto de estas tres condiciones y por tanto los movimientos estrat�gicos se caracterizaran por lo siguiente:

  • Se hacen fuera de la vista del enemigo
  • El objeto es conducir un ej�rcito a un campo de batalla determinado
  • Ejecutado de tal forma que el enemigo no pueda presumir jam�s cual es la intenci�n del adversario.

El general que efect�a un movimiento estrat�gico debe combinar el conjunto de �l y sus detalles de modo que inspire el mismo recelo sobre todos los puntos del frente del enemigo y obligue a este ej�rcito a tomar iguales precauciones sobre todo su frente, quedando, por consecuencia en todas partes d�bil y se conseguir� tanto mejor este objeto cuando mayor sea el atrevimiento, la audacia y la celeridad con que se ejecuta este movimiento estrat�gico.

Celeridad

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Es una de las principales cualidades de un general en la guerra ya que ello asegura los sucesos, porque los acontecimientos inesperados abaten la constancia de todos los hombres y sin la celeridad no hay un gran general y adem�s lo siguiente:

  • Se previene al enemigo en todas partes
  • Se entra con anticipaci�n en campa�a
  • Se apodera de un puesto importante
  • Se toma antes una posici�n ventajosa
  • Se forma 1� en batalla un d�a en acci�n y se emprende el ataque
  • Se corta la retirada a los fugitivos
  • Se sacan de una victoria todas las ventajas que se puedan

Ejemplos en la historia de celeridad en la ejecuci�n de movimientos estrat�gicos se dan en los siguientes personajes hist�ricos, de entre otros:

  • Ciro II el Grande, en la conquista de Lydia, que sabiendo que Creso se hab�a retirado hacia Sardes, deb�a dispersar su ej�rcito, resolvi� marchar con �l con toda celeridad para atacarle antes de juntar sus Lidios y apenas forma el plan estrat�gico o proyecto cuando lo puso en ejecuci�n y pasa a Lydia a grandes jornadas y lleg� antes que Creso tuviese noticia de su marcha.Y Creso aunque sorprendido de tan inesperado suceso llev� a su tropa al combate pero fueron derrotados y se vio obligado a refugiarse en Sardes.
  • Jas�n "El Tesaliense", del siglo IV antes de Jesucristo, se hizo proclamar jefe de toda la regi�n de Tesalia, reuni� un ej�rcito considerable y una escuadra y con gran celeridad y habilidad y aliado a Tebas contra Esparta devast� la F�cida, se apoder� de los pasos de Grecia central y a�n pens� en hacerse reconocer como jefe de todos los griegos y conducirlos contra el rey de Persia pero muri� asesinado antes de poder ejecutar estos planes.
  • Alejandro Magno, que por ejemplo despu�s de la batalla de Gaugamela persigui� a Dar�o III toda la noche y la noche y la ma�ana siguiente hasta mediod�a. Tras breve reposo march� toda la noche siguiente y lleg� al amanecer al campo que Bagistanes acababa de dejar y encontr� algunas tropas enemigas que le dieron noticias de Dar�o. Aunque los hombres y caballos se hallaban fatigados de esta marcha forzada la continuo toda la noche hasta el d�a siguiente hasta mediod�a. Lleg� a un lugar donde Dar�o se hab�a detenido en la v�spera y queriendo hacer una diligencia orden� a 500 caballeros echaran pie a tierra, ya que ni la infanter�a ni la caballer�a cargada de armas pod�an aguantar y que los m�s vigorosos oficiles de infanter�a montaren a caballo, armados como estaban y que Nicator y �talo siguiesen el camino que Dar�o con Beso hab�an cogido, mientras el prosigui� por una camino m�s corto pero sin agua y parti� al ponerse el sol despu�s de haber andado 400 estadios o 16 leguas, alcanzando al amanecer a Dar�o y su escolta y la atac� (aunque Beso abandon� a Dar�o despu�s de haberle asesinado).
  • Julio C�sar, que cuando la celeridad era necesaria, como con la sublevaci�n de Avernia por el caudillo galo Vercinget�rix o en las guerras civiles persiguiendo a Afranio y Petreyo y m�s tarde a Pompeyo (al que despu�s de la batalla de Farsalia crey� Julio C�sar que el �nico objetivo de sus cuidados deb�a ser perseguir a Pompeyo en cualquier pa�s que fuera a ocultarse, por temor que Pompeyo juntara nuevas tropas y renovara la guerra ) nada le deten�a, nada le asustaba y despreciaba todas las intemperies de las estaciones y ning�n obst�culo o fatiga pod�a contenerle. Y la celeridad con que hab�a sometido a la Galia sirvi� para contenerla pues pasando Julio C�sar de una ciudad a otra, reprim�a el deseo que todos ten�an de renovar la guerra y los obligaba a ocuparse de su propia conservaci�n y a echar en olvido la de otros y esta conducta conten�a en la fidelidad a sus aliados y a los pueblos sometidos.
  • Carlomagno, que pasaba de un extremo de Europa a otro y las dificultades de los caminos, temporales, montes, r�os, no parec�an detener sus excursiones y las dilaciones de un enemigo insidioso, d�bil o sorprendido no ten�an sobre el influencia alguna e iba siempre derecho a su fin sin perder un instante. Y su largo reinado tuvo dos objetivos, como fueron formar de todos los pueblos germ�nicos un solo cuerpo de naci�n y dotarla de una organizaci�n completa (Empresa gigantesca porque los pueblos que encerraban la Europa Occidental se hallaban en perpetua guerra. Las fronteras del Reinado de Carlomagno estaban amenazadas; por la parte oriental por sajones, b�varos, �varos, daneses y eslavos; por la parte Sur y Sudeste por lombardos y sarracenos y por la parte interior, los aquitanios, bretones y turingios no fueron siempre muy leales y por �ltimo la aparici�n de los normandos) y el ataque, la iniciativa siempre parti� de Carlomagno y vivi� en perpetua lucha con sus vecinos.
  • Bertrand Du Guesclin, general franc�s que a pesar de haber recibido aviso que le descubr�a la facilidad de una empresa, part�a para ejecutarla, sin omitir las m�s capaces precauciones de asegurar el suceso. Se caracteriz� tambi�n porque jam�s dej� escapar una ocasi�n, previno en todas partes al enemigo y sigui� siempre sus objetivos, sin detenerse por las proposiciones capciosas que le hac�an,
  • Napole�n I con los siguientes ejemplos:
    • Cuando el general Bonaparte tom� el mando del ej�rcito de los Alpes, en la campa�a del a�o IV, comenz� a molestar al ej�rcito austro-sardo sobre su derecha e izquierda y no hizo demostraci�n alguna sobre el centro. Enga�ado por estas demostraciones, el general enemigo lleva todas sus fuerzas sobre su derecha e izquierda y deja su centro desguarnecido. Cuando el general Bonaparte vio que el general enemigo hab�a cre�do en aquellas falsas demostraciones, cae sobre los desguarnecidos centros con toda las fuerzas que hab�a llamado de su derecha e izquierda. De este movimiento resultaron los combates de Millesimo y de Diago, que hicieron penetrar al ej�rcito franc�s en el coraz�n de Italia. Este movimiento estrat�gico separ� para siempre al ej�rcito austriaco del ej�rcito piamont�s y por una consecuencia necesaria de este movimiento y de resultas del combate de Ceva, el rey de Cerde�a se vio obligado a firmar una paz vergonzosa y abandonar a los franceses sus estados y por otra consecuencia de este mismo movimiento se hall� el ej�rcito austriaco en la necesidad de refugiarse detr�s de la orilla izquierda del r�o Po. Bonaparte concluy� un armisticio con el rey de Cerde�a y no sigui� al ej�rcito austriaco en su retirada de Valencia a Mil�n ya que pod�an ponerle obst�culos de todo tipo en los r�os Po, Doria, etc. Las fortalezas de Alejandr�a y Tortona fueron entregadas a Bonaparte por el rey de Cerde�a y estableci� en ellas una nueva base de operaci�n contra su adversario y march� r�pidamente sobre Plasencia y desde all� sobre Lodi para anticiparse al enemigo encontr�ndose solo con un d�bil obst�culo que fue destruido de inmediato. Con tanta celeridad fueron los triunfos del movimiento estrat�gico de las fuentes del Bormida hasta Lodi, que el general austriaco no pudo siquiera disponer la destrucci�n del puente de Lodi. Estando bien asegurada esta �ltima l�nea de operaci�n, Lodi y Adda, el enemigo, colocado entre las monta�as de los Alpes suizos, corr�a presuroso por Mil�n y Brescia y por Bassano y Chiari para volver a coger la l�nea de operaci�n sobre M�ntua. Pero el ej�rcito franc�s de Bonaparte con gran celeridad evit� que el ej�rcito austriaco ganase las orillas del Mincio y despu�s de p�rdidas inmensas logr� solamente salvar sus restos por el Norte del lago de Guarda. Es dif�cil encontrar en la historia militar un tan brillante movimiento estrat�gico como el analizado y sin embargo, el general Bonaparte no ten�a m�s que 26 a�os y luchaba con uno de los generales m�s h�biles del ej�rcito austriaco.
    • Tras la batalla de Leipzig, Napole�n I regres� a Par�s y organiz� con gran celeridad otro ej�rcito para oponerse a la invasi�n de los ej�rcitos coaligados y al saber el paso del Rhin por los aliados, sali� r�pidamente de Par�s el 25 de enero de 1814 y comenz� una de las campa�as en que su genio militar fue m�s admirable con las siguientes victorias:
      • El 27 de enero de 1814 en Diezier
      • El 29 de enero en Brienne
      • El 1 de febrero en Miere, hicieron abrir en Chatillon del Sena un Congreso e incluso posteriores nuevas victorias en Chapaubert, Montmirail y Chateau-Thieny agobiaron tanto al ej�rcito austriaco y le separaron del gran ej�rcito de Bohemia. Pero el �ltimo plan estrat�gico de Napole�n I para cortar las comunicaciones con la frontera y destrozarlos al frente de Par�s fracas� por la inexplicable rendici�n de esta plaza y por la pasividad de sus mismos oficiales el 31 de marzo y Napole�n I se vio obligado a abdicar de la Corona en Fontaineblau en 11 de abril.
  • Erwin Rommel
  • Otros

Secreto

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Los movimientos estrat�gicos que se hacen siempre fuera de la vista del enemigo y que tienen por objeto conducir un ej�rcito a un campo de batalla determinado, deben ser ejecutados de tal modo que el enemigo no pueda presumir jam�s cual es la intenci�n de su adversario.

Entre los brillantes movimientos de Turena, general franc�s se ha de citar el que hizo para trasladar su ej�rcito, colocado en Lorena, detr�s de los Vosges, entre Luneville y B�fort � Alsacia, donde su adversario Montecuculli, aunque general muy experto, cometi� la torpeza de situar sus tropas y sus cuarteles de invierno. Turena cay� de improviso en medio de sus cantones y Montecuculli no pudo reunir su ej�rcito, por lo cual fue completamente derrotado en el combate de Turkhejm, cerca de Colmar y obligado a repasar el Rhin por las inmediaciones de Kehl.

Se ve por este ejemplo que los movimientos estrat�gicos deben tener siempre el objeto de llevar un ej�rcito al punto o puntos, donde menos sospecha el enemigo que pueda ser atacado. Montecuculli supon�a a Turena tranquilo en sus acantonamientos detr�s de los Vosges, pero cuando menos lo esperaba, re�ne Turena su ej�rcito y se dirige r�pidamente al centro de Alsacia e imposible le fue a Montecuculli, cuyas tropas se hallaban dispersas desde Basilea a Landau reunirlas a tiempo por el tan r�pido movimiento de Turena y tan bien guardado hab�a estado el secreto.

Habilidad en los movimientos estrat�gicos

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El a�o 1796 es cl�sico en la historia del arte de la guerra con entrada en escena de dos grandes capitanes Napole�n Bonaparte y el Archiduque Carlos, con dos grandes, antiguos y conocidos teatros: Italia y el Rhin.

Campa�a V: 1797

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A principios de la campa�a V, opuso Austria al general Bonaparte su general predilecto, el archiduque Carlos, que en la campa�a del a�o IV hab�a ejecutado h�bilmente un hermoso movimiento estrat�gico entre el Danubio y el Mein, contra los ej�rcitos franceses del Rin y de Sambre y Mosa, mandados por los generales Marceau y Jourdan, y abrillanta el laurel de esta notable campa�a IV, tanto por la direcci�n como por la ejecuci�n al citado archiduque y tambi�n a su vigoroso teniente Latour, lo siguiente: la movilidad, la iniciativa y el arte dif�cil de moverse con sus fuerzas recogidas contra el enemigo envalentonado y superior (hay autores que tambi�n encomian la retirada de las tropas republicanas francesas de Marceau por la Selva Negra por las dificultades materiales y topogr�ficas, pero no t�cticamente por la ausencia por los flancos o la espalda de una poderosa fuerza capaz de cerrar el paso a su retirada: Moreau prosigue su trabajosa retirada por la Selva Negra y es batido una vez en Enmendingen por todas las fuerzas del archiduque y otra vez en Schliengen hasta que al fin, el 25 y 26 de octubre, repasa el Rhin por Huninga, y tanto esta plaza, como Khel frente a Estrasburgo son al punto cercadas con sobrada osad�a por el archiduque Carlos, que las tom� en los primeros meses de 1797,[34]​).

En esta ocasi�n se mostr� sumamente h�bil el archiduque Carlos, pues ocultando diestramente un movimiento de su izquierda hacia la derecha, se dirige sobre los m�rgenes del Danubio sobre el Mein y corta completamente la l�nea de operaci�n del ej�rcito de Jourdan, cuya base era Neuwied y Coblenza sobre el Rin.

Tal vez no ha habido general hasta esta �poca de finales del siglo XVIII que se haya encontrado en posici�n m�s dif�cil que la que se encontr� el general Bonaparte. Pero fue mucho m�s h�bil estrat�gicamente, pues trajo sano y salvo su ej�rcito � la orilla izquierda del Rin y en esta retirada francesa no hubo m�s que una p�rdida considerable, la del general Marceau, cuya retaguardia mandaba y el cuerpo de este general fue enterrado en el fuerte de Erhensbreistein y con el mismo respeto de los dos ej�rcitos beligerantes, que se dieron la mano acaso por primera vez, en honra del gran general que Francia acababa de perder.

Diferencias entre estratagema y estrategia

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La estratagema militar es un ardid de guerra, enga�o hecho con astucia y destreza y se caracteriza por lo siguiente:

  • Empleo de la astucia
  • Fingimiento
  • Enga�o artificioso
  • Destreza
  • Empleo del ingenio
  • C�lculo

puestos en pr�ctica y en acci�n para enga�ar al enemigo y colocarlo en posici�n dif�cil o cr�tica que produzca su rendici�n o derrota.

Por otra parte, la estrategia es la parte de la ciencia de la guerra que mueve a las tropas sobre el teatro de operaciones para colocarlas frente al enemigo en el campo de batalla.

Pero hablando de la estratagema: �en qu� escala se toma ese ardid y ese enga�o? �En la del sargento que gu�a una patrulla o en la de Napole�n I en sus ardides de la Marengo o de la Ulm?

Las opiniones al respecto de diversos autores sobre la voz militar estratagema como los siguientes:

  • Federico Moretti autor de un diccionario militar espa�ol-franc�s, opina que la estratagema oculta lo cierto y hace creer al enemigo lo falso por veros�mil.[35]
  • Seg�n el diccionario militar del capit�n retirado J.D'W.M., editado en Madrid en 1863, en la estratagema se realizan movimientos falsos para entretener al enemigo y hacer pasar por incierta la verdad sobre el objeto real de las operaciones.
  • El marqu�s de Carrion-Nisas opina que es una especulaci�n establecida o fundada sobre el error que se pretende hacer caer al enemigo y es un c�lculo sobre lo que probablemente har� el enemigo a consecuencia de este error y sobre lo que uno mismo debe hacer para aprovechar los movimientos que esta decepci�n le inspirase dentro de una guerra, de una campa�a, de una sola operaci�n. Afirma que la estratagema solo puede existir en los tiempos modernos solo en la estrategia no en la t�ctica.[36]
  • Jos� Almirante opina que el estratagema se puede emplearse en las operaciones que se hacen al alcance del enemigo que fuera de la acci�n inmediata de este y estratagema es lo peque�o y estrategia lo grande, pero son ambas del mismo g�nero y cita lo siguiente:El ardid, la estratagema del pobre guerrillero, del comandante del batall�n, toma los vuelos en el que manda 30, 60, 100000 hombres de movimientos, operaciones estrat�gicas y as� como el traidor pu�al, cuadruplicando su longitud, se convierte en noble espada, tambi�n que en el valor de las palabras, dentro de la altiva estrategia, esta la humilde estratagema.

La conclusi�n es que no es posible analizando la voz militar estratagema rigurosamente reducir a reglas el modo de conducir y realizar las estratagemas ni reducirse a m�ximas la sagacidad, lo artificial y el terror y a lo largo de la historia operaciones militares de suyo dif�ciles, peligrosas y de �xito dudoso, si se intentaron por los procedimientos regulares y ordinarios, se hallaron siempre multitud de estratagemas que al ingenuo jefe u oficial que las ide� y ejecut� sugeridas por las circunstancias del caso.

Y aunque ha habido publicistas, eruditos y estudiosos que compilando estratagemas efectuadas en variedades de ocasiones, han formulado ciertos preceptos para llevar a cabo determinadas empresas de guerra, sirvi�ndose m�s de la sagacidad y del ingenio que de la fuerza y del valor. Pero Jos� Almirante y otros opinan pretensi�n rid�cula el reducir a regla escrita el arte de enga�ar, como el arte de conmover, como el arte de vencer e in�til parece detenerse en instrucciones sobre el modo de combinar y ejecutar estratagemas y seguir con ello el ejemplo de Frontino (o de Polieno o el marqu�s de la Roziere), cuyas a�ejas historias, al decir de Jomini, m�s bien parecen de otro mundo.

Por tanto reducir a m�ximas la estratagema parece tarea harto dif�cil y no admiten principios fijos y com�nmente se idean y llevan a la pr�ctica en cada caso concreto, seg�n el ingenio, la astucia y arte del que manda , en cambio la estrategia se puede reducir a m�ximas y reglas generales que deben observar siempre en el gobierno y direcci�n de los ej�rcitos en campa�a.

Para terminar decir que se debe huir del abuso y complicaciones en ardides y estratagemas porque algunas son c�ndidas y absurdas y como por su �ndole propia no pueden ser sistem�ticas o met�dicas, muchas fallan y hacen perder un tiempo precioso a quienes las utilizan.

Ejemplos de estratagemas

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  • Marco Antonio, enojado de que los Partos le picaran la retaguardia en sus marchas todas las ma�anas cuando levantaban el campo, no lo desaloj� hasta cerca de mediod�a, y tuvo tiempo de acabar su marcha sin incomodidad vali�ndose del ardid de que cuando los partos lo hostigaran, sus hombres para cubrirse de la multitud de flechas partas, pusieran una rodilla en tierra y que la segunda fila de batalla metiese los escudos sobre las cabezas de la primera, la tercera sobre las de la segunda, la cuarta sobre la tercera, etc., de tal manera que todas las hileras se hallaban cubiertas ( para los mismo se val�an los antiguos espa�oles de las rodelas y eran suficientes para resistir los arcabuzazos, seg�n el que fuera Maestre de Campo Francisco Ventura de la Sala y Abarca, en su obra Despu�s de Dios la primera obligaci�n y glosa de �rdenes militares, N�poles: Ger�nimo Fasulo, 1681)
  • Abenuth, rey de Murcia, para dilatar los t�rminos de su reinado, confiado m�s en la industria que en su esfuerzo, se meti� a celoso predicante de la observancia del Alcor�n, con lo que logrando ponerlos a todos de su parte pudo resistir y defenderse del Santo Rey D. Fernando
  • Al pr�ncipe Luis de Baden le sali� mal el proyecto de sorprender al Conde de Marsin, que cruzaba el Rhin con una considerable fortuna para el Duque de Baviera, pues aunque envi� al general Palfi con mil qui�ientos caballos para incordiarlo en su marcha, le hall� tan prevenido que tuvo que retirarse; pero Marsin, receloso de alg�n encuentro, acomod� en diferentes sacos o talegas el oro y la plata, para que puesto a la grupas de los caballos de los mejores oficiales tuviesen la misma seguridad o riesgo de su vida, y logr� llegar al fin al campo del Duque sin menoscabo de gente ni riquezas.
  • Cuando Alejandro Farnesio (duque de Parma), pas� a Francia durante la Liga, atraves� las llanuras de la Picard�a, marchando en columna en medio de dos filas de carros que cubr�an sus tropas (Ciro II el Grande contra Creso ya hab�a utilizado la trinchera movible de carros para formar su retaguardia), y Enrique IV de Francia a pesar de sus grandes deseos de entablar combate, jam�s se atrevi� a obligarlo porque no pod�a conseguirlo sin atacar la citada trinchera, lo que le habr�a expuesto a una p�rdida irreparable.
  • En 1702, despu�s de la batalla de Crostolo, falt� poco para que el pr�ncipe Eugenio de Saboya, deshiciera completamente al ej�rcito de Vendome, Luis Jos� de Borb�n, que creyendo que se hallaba aun de este lado del Po, estaba acampado detr�s del dique del Zero y solo una casualidad le hizo descubrir a los franceses, ya que Eugenio hab�a calculado perfectamente las desigualdades del pa�s que deb�an ocultar su emboscada.
  • El marqu�s del Bai, uno de los generales de Felipe V de Espa�a se puso en marcha para sorprender Alc�ntara, cuando los aliados se acababan de apoderarse de ella. Bai que se enter� de que su proyecto hab�a sido descubierto, aparent� que abandonaba la empresa e hizo retirar sus tropas por diferentes caminos, la guarnici�n se relaj� y Bai que lo hab�a previsto hizo reunir a sus tropas y fue sorprendida la plaza.
  • Durante las revoluciones de Hungr�a, el general Sauches sorprendi� la plaza de Sigest con la estratagema de haber hecho entender al Gobernador que le enviaban algunos barcos de provisiones para la guarnici�n, y habi�ndolos cargados de tropas escogidas entraron hasta la ciudad y llegando al puente levadizo saltaron en tierra los soldados, quienes encontrando desprevenidos los del presidio, se apoderaron f�cil de �l.
  • Carlos V de Lorena encontrando cerca de Moh�cs a los Turcos superiores en n�mero en un campo muy ventajoso por las lagunas y trincheras que hab�an hecho y visto que arriesgaba demasiado si les ataca en su fuerte, les hizo salir de �l por una salida fingida y obtuvo c�lebre victoria.
  • En la batalla de Guastalla, en 1734, dada por el ej�rcito franco-sardo a las �rdenes del rey de Cerde�a y los mariscales Boglio y Coigny contra los imperiales de Koenigseck, venci� el ej�rcito franco-sardo en gran parte incorporando a cada compa��a de infanter�a cuatro de los mejores tiradores del ej�rcito encargados exclusivamente de tirar a los generales y oficiales del enemigo, logrando lo propuesto, ya que a las pocas horas de combatir recay� el mando de los imperiales de muchas divisiones en los tenientes coroneles y se pusieron las tropas imperiales en desorden.

Diferencia movimiento de estrategia y movimiento de t�ctica

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Algunos ejemplos de la diferencia entre movimiento estrat�gico y movimiento t�ctico podr�an ser los siguientes:

  • Movimiento estrat�gico.-En la Guerra de 7 a�os, sostenida por Federico II contra Austria, Rusia, Alemania, Inglaterra y Francia, por medio de un movimiento estrat�gico sabiamente combinado fue como vino desde Silesia a dar al general contrario Soubise, la batalla de Rosbach, marchando de izquierda a derecha, apoyando su izquierda sobre el Oder y su derecha sobre el Elba y el Saale.
  • Movimiento de t�ctica (maniobras).-Al llegar el ej�rcito de Federico a la vista de Soubise hace ciertas demostraciones sobre la izquierda y le obliga a cambiar de posici�n y marchar por su derecha que era lo que deseaba Federico que pasase, el cual desde que comenz� el movimiento de Sousibe y cuando vio que este no podr�a contener ya dicho movimiento, march� inmediatamente a la izquierda, atac� el flanco derecho de Soubise y destruy� su ej�rcito. Los movimientos de ambos ej�rcitos son de t�ctica.

Si hay que distinguir la 't�ctica' de la 'estrategia', es que la maniobra es peculiar y exclusivamente de la 't�ctica' y el movimiento de la 'estrategia'.

Movimientos t�cticos de Napole�n Bonaparte precedidos de un movimiento estrat�gico

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Los movimientos t�cticos siempre se hacen en presencia del enemigo y en la batalla de Eckmul, por medio de sus movimientos estrat�gicos lleva Napole�n I el ej�rcito franc�s hasta dar de frente al ej�rcito austriaco del archiduque Carlos, que hab�a tomado posici�n entre el Danubio y el Isar, apoyando su derecha en Ratisbona y su izquierda en Lanshut.Con fingidas demostraciones molesta Napole�n I � su adversario por su derecha en Abensberg y tan luego como obtiene el resultado de este movimiento estrat�gico, marcha por la derecha en frente del enemigo, ataca al ej�rcito austriaco en su centro, arrolla � toda la izquierda del ej�rcito austriaco sobre Landshut y en seguida por un movimiento � la derecha marcha sobre Eckmuhl y no deja al archiduque Carlos m�s retirada que Bohemia, demostrando estos movimientos t�cticos la sublimidad misma del genio militar de Napole�n I.

Otros t�rminos

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Teatro de guerra

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Seg�n Jomini, el territorio en conjunto donde la guerra se hace o tiene lugar y abraza todas las comarcas en que pueden atacarse sea propio territorio, sea en el de sus aliados o de potencias secundarias que arrastran en su torrente por temor o por inter�s y cuando hay operaciones mar�timas (hoy ser�a aereomar�timas) no se limita al teatro de las fronteras de un Estado y se caracteriza por ser lo siguiente:

  • Cosa vaga
  • Sujeta a incidentes
  • No se debe confundir el teatro de guerra con el teatro de operaciones que cada ej�rcito puede abrazar con independencia de toda complicaci�n.

Teatro de Operaciones de un ej�rcito

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Comprende todo el territorio que trata de invadir un ej�rcito o todo el territorio que puede tener que defender un ej�rcito.

Base desde un punto estrat�gico y t�ctico

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Base a finales del siglo XIX ten�a los siguientes significados:

  • T�cticamente, base de alienaci�n de la compa��a, batall�n, una fracci�n cualquiera en la nueva l�nea o alienaci�n determinada por un despliegue, cambio de frente o maniobra an�loga y la directriz, la l�nea de direcci�n de la marcha es generalmente perpendicular a la base.
  • Estrat�gicamente, la base de operaciones era el punto, la l�nea, la frontera, la comarca donde se concentraba un ej�rcito de operaciones al abrir una campa�a, donde se establec�a el n�cleo de todos los servicios y de donde hab�an de sacar sus recursos y fuerzas:

En cuanto a la mejor direcci�n de la base de operaciones con respecto al enemigo, lo siguiente:

  • El archiduque Carlos esta por las paralelas como menos f�cil de romper
  • Jomini por las perpendiculares como m�s a prop�sito para dividir al enemigo:

Frente

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Terreno que se extiende delante de una tropa por oposici�n a flancos.

Frente Estrat�gico

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La extensi�n del frente que abrazan y mira a la parte del enemigo junto a los enemigos

Frente de Operaciones

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La posici�n del terreno desde donde el enemigo podr� probablemente llegar sobre este frente en 1 o 2 marchas.

Es por tanto la parte del territorio que se extiende delante del Frente Estrat�gico a la zona hasta donde en un momento puede llegar la acci�n del ej�rcito

Posiciones Estrat�gicas

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Luego que un ej�rcito se encuentra colocado en la zona del teatro que ha de abrazar para atacar o defenderse, ocupa en �l, por lo com�n posiciones estrat�gicas.

L�neas de defensa

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Tan pronto como las operaciones de una campa�a est�n a punto de empezar, uno de los dos ej�rcitos tomar� sin duda la resoluci�n de esperar al enemigo y en este caso cuidar� de apoyarse en una l�nea de defensa m�s o menos preparada de antemano, la cual podr� estar:

  • Sobre la misma l�nea del frente estrat�gico
  • Un poco m�s a retaguardia
  • De esto resultar� naturalmente que a veces aparecer� que este frente forma tambi�n la l�nea de defensa como sucedi� en 1795 y 1796 sobre la l�nea del Rin que sirvi� al mismo tiempo de l�nea de defensa a los austriacos y a los franceses, al paso que el frente estrat�gico y el de operaciones de ambos ej�rcitos se hallaban a s� mismo sobre la propia l�nea.
  • Dentro de la t�ctica peculiar de la infanter�a, el reglamento del ej�rcito espa�ol de finales del siglo XIX llama l�nea desplegada a la formaci�n de las tropas en una l�nea, colocadas las compa��as y los batallones desplegados, sobre un mismo frente.

Diferencias Frente Estrat�gico y Frente de Operaciones

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El Frente Estrat�gico conviene mejor para designar el de las posiciones realmente ocupadas por el ej�rcito.

El Frente de Operaciones designa el espacio geogr�fico que separa los 2 ej�rcitos, extendi�ndose a una o a muchas marchas m�s all� de cada extremidad de su Frente Estrat�gico y donde es probable que lleguen a chocar.

No obstante, seg�n lo que dej� escrito Jomini, otro autor como Vial no admiti� la distinci�n de Jomini y que da al frente de operaciones el concepto que seg�n este tiene el frente estrat�gico:

  • El frente de operaciones es enteramente distinto de la base
  • Es m�vil y avanza con el ej�rcito
  • La base es un accidente estrat�gico material e inm�vil
  • La extensi�n del frente de operaciones var�a no solo con la fuerza del ej�rcito sino tambi�n con las circunstancias y la naturaleza del terreno y se reduce en lo siguiente:
    • Pa�ses monta�osos
    • Cerca del enemigo
    • En la v�spera de la batalla
  • Se ensancha en lo siguiente:
    • Pa�ses llanos
    • Cuando el enemigo est� lejos
  • Se puede comparar un frente de operaciones estrat�gicas con un frente de operaciones t�cticas, cuando varias columnas marchan juntas sobre un terreno de maniobras o sobre un campo de batalla y tienen necesidad de detenerse en ciertos puntos para ponerse en contacto, colocarse a una misma altura y rectificar sus posiciones respectivas y lo mismo sucede en estrategia.

Frente de operaciones paralelo y frente de operaciones oblicuo

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  • Un frente de operaciones paralelo presenta ventajas para las concentraciones r�pidas y para los ataques centrales.
  • Un frente de operaciones oblicuo sirve generalmente para preparar los movimientos envolventes siempre que cubra bien las comunicaciones del ej�rcito a la vez que amenaza las del enemigo.

Frente Estrat�gico del Teatro

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Es el lado del teatro en que se libran los 1� combates o en el que el ej�rcito que permanece a la defensiva establece l�nea de posiciones militares para resistir al invasor.

Frente Estrat�gico del ej�rcito

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La l�nea m�s o menos regular que forman las cabezas de los cuerpos de ej�rcito que avanzan combinados o los extremos de las columnas que retroceden para tomar posiciones defensivas.

Cambio de frente estrat�gico

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Es una de las maniobras m�s importantes porque formando as� el ej�rcito una perpendicular con su propia base, se hace due�o de dos de los lados del teatro y se coloca desde luego en una situaci�n casi tan favorable como si tuviera una base con dos Frentes.

Dobles frentes estrat�gicos

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Sucede con frecuencia que un ej�rcito se ve obligado a tener dobles frentes estrat�gicos por lo siguiente:

  • La configuraci�n del Teatro de Guerra, y como ejemplos seg�n Jomini la frontera de Turqu�a y Espa�a y los ej�rcitos que tratasen de pasar el Balc�n o el Ebro se ver�an obligados a tener un doble frente, el turco para dar su frente al valle del Danubio y el segundo para atender a las fuerzas que pudieran destacarse de Zaragoza y de Le�n
  • Porque toda la l�nea de operaciones ofensiva prolongada exige que est�n bien asegurados sus flancos y la defensa de un Frente Estrat�gico es uno de los m�s grandes inconvenientes para un ej�rcito que opere a la ofensiva obligado a destacar grandes masas.

Puntos estrat�gicos

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Seg�n Jomini, son puntos estrat�gicos los que pueden ejercer grande influencia, ya sea en toda la campa�a, ya solo en un hecho de armas, como aquellos cuya situaci�n geogr�fica y ventajas artificiales facilitar�an el ataque o defensa de un frente de operaciones o de una l�nea de defensa y las grandes plazas de armas bien situadas.

L�neas de operaciones

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Son aquellas que el ej�rcito recorre para ir de la base al punto objetivo y es m�s bien un conjunto de l�neas y puede entenderse una media proporcional imaginaria entre todos los caminos recorridos realmente y un ejemplo, el de los Aliados en 1813 al marchar a Sajonia sus ej�rcitos formaban tres l�neas de operaciones diferentes:

Batalla estrat�gica

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Para los que han estudiado las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán" caracterizadas por su sagacidad, tino maravilloso y tenaz perseverancia, con que luchando a brazo partido con la diosa "Fortuna", supo preparar sus victorias en Cerinola y otras, viéndose lo siguiente:

  • Ordenada la batalla con preparación
  • Es la verdadera batalla estratégica caracterizada por lo siguiente:
    • Calculada
    • Prevista
    • Forzosa
    • No fueron el choque brutal y ciego de 2 masas errantes
    • No fueron encuentros fortuitos.
  • Fueron esas victorias el desenlace lógico, previsto de una situación militar creada y sostenidos por refuerzos y de ardidoso cálculo.

Por tanto una Batalla Estratégica se caracterizaba por lo siguiente:

  • Prevista
  • Preparada con un objetivo importante y decisivo
  • Que fuera producto de meditadas combinaciones
  • Que estuviese sometida a un plan anterior y estudiado
  • Pero que sea flexible este Plan en el que pudieran caber modificaciones adventicias que los sucesos impongan.
  • Que se tuviera muy en cuenta el terreno para adaptar a él la formación y las maniobras.
  • Que el orden en conjunto presentase la debida trabazón, sin grandes claros o intersticios.
  • Ofrecía al enemigo algún hueco para desorientar
  • Que hubiera defensa y apoyo recíproco
  • Que los flancos y la retaguardia estuvieran seguros
  • Que las armas se auxiliasen y combinasen, sin embarazarse, sin mezclarse, sin entorpecerse en su acción.
  • Que el orden se prestase con elasticidad a todo género de movimientos, sin que la derrota ni el desorden en un punto pudiera cundir y trastornar al resto.
  • Que el paso de líneas o relevo se verificase sin confusión.
  • Que el fuego de las "Reservas" se dilatase, conteniendo todas las impaciencias hasta el momento supremo.
  • Que las impedimentas, parque, material, tren, equipajes no corriesen peligro, ni en caso de retirada embrollasen el movimiento ya de suyo angustioso y ocasional
  • Que el ímpetu mismo del ataque se refrenara, contando con que la persecución había de ser

inmediata e implacable.

Ruptura estratégica

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La ruptura estratégica es el único ataque de frente posible, porque el ataque frontal sin ruptura de la línea de defensa enemiga no puede producir buenos resultados más en el caso de haber una verdadera desigualdad de fuerzas:

  • La ruptura consiste en caer sobre el frente enemigo a modo de cuña para romperlo y una vez separado en varias partes batir cada una de ellas separadamente impidiendo que combinen sus esfuerzos
  • Para que lo dicho tenga éxito es preciso que el atacante maniobre por líneas inferiores a fin de que una vez abierta la brecha el atacado se vea obligado a seguir direcciones divergentes, abriendo más y más la brecha
  • Esta combinación debe emplearse cuando el enemigo se extienda sobre un frente estratégico excesivo
  • En la batalla del Marne, la ruptura estratégica, con el avance general de las tropas aliadas, que debían llevar al interior de la misma al ejército británico y la 5º francés con elementos superiores a los de los cuerpos de jinetes del Kaiser que se produjo en su línea, no pudo remediarse con los triunfos tácticos que obtuvieron los ejércitos imperiales del centro y la derecha, porque el dispositivo francés se deformó sin llegar a romperse mientras se hacía cada vez mayor la brecha existente en el de los germanos, y la retirada alemana la única solución.

La ruptura estratégica solo debe tener lugar cuando lo recomienden los desaciertos del enemigo y es más aconsejable el ataque al flanco que lleva consigo la ventaja de obligar a tomar nuevas posiciones y amenazar las comunicaciones del atacado, y es el ataque de flanco el germen del movimiento envolvente que consiste en la prolongación del ataque sobre una de las alas, desbordando el flanco atacado y cortando la línea de retirada del adversario ( como la Batalla de Tannenberg (1914), en la Primera Guerra Mundial, en la que inmortalizó su nombre Paul von Hindenburg).

Estrategas importantes

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Véase también

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Notas y referencias

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  1. Gartner, pp. 163.
  2. Bassford, Christopher (2002). «Clausewitz and his Works». Consultado el 25 de mayo de 2010.
  3. De la guerra, Escuela de Guerra Naval, 1945, por Carl von Clausewitz
  4. El teniente coronel e ingeniero Vicente Ferraz publicó en Madrid, Imprenta Real, 1800 la obra Tratado de Castramentación o arte de campar ocupándose preferentemente de los hebreos, griegos y romanos según copiosas descripciones de Polibio, Vegecio y Justo Lipsio
  5. Semejante táctica apuraba la paciencia del ardiente africano, quien perdiendo la esperanza de atraer a una formal batalla a Fabio, a quien sus mismas legiones llamaban El Pedagogo, se vio obligado a levantar el campo para ir en busca de víveres (cita sacada de la obra de Jean Bernard Mary-Lafon Roma antigua y moderna, Madrid: Librería Española, 1857)
  6. Según Napoleón III, «el Senado ponía en práctica los principios que fundan los Imperios y las virtudes que la guerra engendra. Rodeada de vecinos belicosos Roma tenía que triunfar o perecer, de aquí esa superioridad en el arte de la guerra». (obra: Histoire de Jules César, París: H. Plon, 1865-66, 2 vols.)
  7. El poeta del siglo XVIII Ricardo Glover compuso la tragedia Boadicea
  8. Cita sacada de Discursos varios del arte de la guerra:... cuyo autor es José Serrano Valdenebro, Madrid: J. Ibarra, 1796
  9. Obra: De bello Gotorum
  10. El feudalismo como la aplicación instintiva de una nueva base del derecho, trasladó a la esfera del derecho y sobre el elemento común, el elemento individual que faltaba en el mundo antiguo, al hecho común de la conquista, y tenía en casos analogía con la clientela y patronato antiguo, diferenciándose esencialmente de esta en que el patronato era limitado, supletorio del derecho estricto y el feudal fue relación general, tenía carácter puramente civil, era base directa de derecho y corregía el derecho estricto antiguo, juntando por las relaciones personales los estados que aquel separaba, y los conquistadores daban parte de lo ganado bajo la obligación de fidelidad y a servicio de guerra y la duración de esta relación dependía del cumplimiento de la obligación recíproca; Compendio de historia universal, de G. Weber, Madrid: Imprenta Díaz y compañía, 1853
  11. En el siglo XIII el Señor de Beaumanoir (ca. 1210 - ca. 1265) en su compilación de las Costumbres de Beauvaisis determina las formalidades que se requieren para la guerra privada
  12. La mayor parte de los jurisconsultos opina que la esencia del feudo consiste en la reserva que hace el señor o el que le concede, de la propiedad originaria; y por parte del vasallo, en una prestación cualquiera, en señal de fe y homenaje. Por eso en el feudo se distingue la propiedad útil y la directa, como en los contratos enfiteúticos. Francisco Foramiti Manual de jurisprudencia feudal, Venecia, 1841.- Sobre la palabra valbasores algunas obras: Diccionario histórico y forense del derecho real en España, de Andrés Cornejo, Madrid: J. Ibarra, 1779-1784, 2 vols; Discursos de la nobleza de España, de Bernabé Moreno de Vargas, Madrid: Antonio Espinosa, 1795; reeditada por Lex Nova, 199
  13. Según Augustin Thierry en el Norte de Francia se realizó la revolución comunal bajo el principio de la antigua ghilde germánica o banquete de gastos comunes, palabra que significa también asociación o cofradía porque todos sus individuos prometían por medio del juramento defenderse unos a otros y ayudarse como hermanos, modificado bajo el imperio de las ideas cristianas en la Edad Media; obra: Lettres sur l'histoire de France, París: Furne, 1853 (reeditada en 2012, Classiques Garnier; otra obra de Thierry: Histoire de la conquete de l' Angleterre par les Normands, París: Jouvet, 1882.
  14. Autor de Historia orgánica de las armas de infantería y caballería españolas, Madrid: D. B. González, 1851-59, 16 vols.
  15. "A pesar de que esta ciudad estaba defendida por rocas escarpadas, no por eso dejo Jan Žižka de circunvalarla con murallas y antemurallas. En parte se hallaba bañada por el río de Lusinitz y en parte por un torrente considerable. El espacio para entrar en ella por tierra es apenas de treinta pies. Allí hay un foso muy hondo y un triple muro de tal espesor que esta a prueba de toda máquina de guerra. Maestros los taboristas en tomar plazas habían construido muchas torres y muchos antemurales a lo largo de las murallas y en los sitios más necesarios. Aquel era el refugio de todos los herejes. Jan fue el primero que lo edificó y los que le siguieron aumentaron las fortificaciones según su genio. La describimos Tabor tal cual la hemos visto", palabras de Aeneas Silvius Picolomini, cardenal, que fue vicecanciller de Federico III de Habsburgo, que le envió en misiones diplomáticas a Roma, Milán, Nápoles, Bohemia y otros lugares. Aeneas posteriormente fue papa llamado Pío II. Dejó varias obras escritas, entre ellas: Historia de los Bohemianos.... y Historia de la Europa, desde el reinado del emperador Federico III..., 1685, en fólio
  16. Carlos Promis comentando la obra de Martini, investigó los cambios en la ciencia de la fortificación hasta su completa restauración, empieza por una biografía de los tratadistas y mientras que Guarnieri y otros autores principian solo desde Tartaglia en 1546, Promis lo hace desde Egidio Colonna que dedicó la obra citada a Felipe el Atrevido que escogió a Colonna preceptor de su hijo; obra de Carlos Promis: Memorias históricas sobre el arte del ingeniero y artillero en Italia, Madrid: Memorial de Imgenieros, 1882
  17. L' Espectateur militaire. Recueil de science, d'art et d'histoires militaires, Tomo I, II, IV sobre Filologiam, París, 1865
  18. Obras: Del arte de la guerra y El Príncipe
  19. Paulo Jovio describió el ejército de Carlos cuando entró en Roma: suizos y alemanes con espada corta y lanzas de 10 pies y otros alabardas y de cada mil infantes 100 tenían fusil; 5.000 gascones ballesteros, caballería escogida entre la nobleza francesa; escuderos que a veces servían como caballería ligera; los arqueros llevaban un gran arco a la inglesa e iban armados de yelmos y gruesos venablos; guardia del rey 400 de a caballo, 140 cañones gruesos y otros muchos pequeños que rodaban rápidamente tirados por caballos
  20. Autor de Nueve discursos de la ciencia militar, Madrid: Biblioteca militar, 1851
  21. Elogio del principe Raimondo Montecuccoli, Bolonia, 1776
  22. Duque de Sully tuvo el cargo de gran maestre de artillería y creó arsenales, parques, reservas, laboratorios, un sistema completo de material
  23. Sobre la última empresa de Turena, el conde de Guibert dice lo siguiente: Estudiando la campaña que puso fin a la vida de Turena le he visto por espacio de seis semanas en frente de Montecuccoli hacer una guerra de posiciones y de movimientos enteramente igual a la que haría otro general con la táctica moderna; alguna obra de Guibert: Écrits militaires, 1722-1790, París: Copernic, 1977; Oeuvres militaires de Guibert, París: Magimel, 1803, 5 vols.
  24. Por medio de maniobras dirigidas conforme al objeto obtuvieron las tropas prusianas una agilidad, una habilidad de evolucionar hasta entonces desconocido y los reglamentos del rey establecieron y aseguraron la unidad de ejecución; cita de Carl von Decker Táctica de las tres armas; otras obras de Decker: Elements de stratégie pratique, Brusselas: Méline, 1849; La Petite guerre..., París, 1827, 3 vols.; Batailles et principaux combats de la guerre de Sept ans.., París, 1839-40, 3 vols; Algerien und die dortige Kriegführung,.., Berlín, 1844, 2 vols.
  25. Obra de Federico: Instrucción militar del rey de Prusia para sus generales
  26. Gran Bretaña fue también la primera en experimentar las ventajas de forrar en cobre los navíos, medio muy propio para conseguir la ventaja en combate naval
  27. Obras: Essais militaires,.., Amsterdam, 1762; Théorie de la guerre, Lausana, 1777 (reeditada en 1978, París); Traite des armes defensives, Nancy, 1767
  28. Obras: Dictionnaire de l'armée de terre,.., París: J. Corréard, 1841-51, 17 vols; Manuel d'infanterie, París: Magimel, 1813; Manuel des sergents et caporaux,.., París: S. A. Hugelet, 1807
  29. Colaborador de Encyclopédie methodique. Art militaire, París, 1797
  30. Obras: Mémoires militaires et politiques du général Lloyd, París: Magimel, 1801; Histoire des guerres d'Alemagne, París: instituto de Estrategia Comparada, 2001; War, society and enlightenment:.., Leiden: Brill, 2005
  31. Obras de La Barre Duparcq: Éléments d'art et d'histoire militaires,..., París: C. Tanera, 1858; Hannibal en Italie, París: C. Tanera, 1863; Histoire de l'art de la guerre, París, 1860-64; Verdun en 1792:.., París: Surcy, 1890; Los Perros de guerra: estudio histórico, Madrid: Correo Militar, 1874
  32. Giacomo Durando a la estrategia y a la táctica del Archiduque Carlos añade en su obra Della Nazionalità italiana, Parigi: A. Franck, 1846 la Táctica-Estrategia o Gran Táctica: elegir entre todos los puntos señalados por la estrategia los que deben ser más favorables al buen éxito de una empresa
  33. Cita del general M. S. Foy, autor de History of the war in the Peninsula, under Napoleon, Londres, 1829
  34. Cita "Diccionario Militar", Madrid, 1869, del general español José Almirante y Torroella
  35. Federico Moretti et son "Diccionario militar español-francés" / Gabriel Laplane, Bordeaux, 1963
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